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Debate
(Opinión) TURCUMÁN (DIARIO DE CUYO): "QUE LANATA NO SEA PAULS"
23/07/2012

Que Lanata no sea Pauls

Por Julio Turcumán - Secretario de Redacción - Diario de Cuyo
Cíclica. Así parece ser la preocupación que expresan algunos productores televisivos de Capital Federal por San Juan y su nueva matriz productiva: la minería. Cada tanto, según Cristina Fernández mejore o empeore en las encuestas, sacan a relucir supuestos hechos de corrupción en torno a la actividad minera que, hay que mencionar, todavía no tiene ninguna sentencia en contra. No denunció Pino Solanas; sí lo hicieron Miguel Bonasso y Elisa Carrió, entro otros pocos. Apuntaron a supuestas relaciones de la Presidenta con Barrick. Y también a las supuestas empresas de la que es o fue socio el secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral. Ninguno de ellos planteó en estrados judiciales, algún daño ambiental. Elisa Carrió estuvo en San Juan en una de las tantas veces que fue candidata, hace muchos años. Fue a Jáchal, llenó un local, disparó sus dardos y nunca más volvió. No consiguió votos suficientes, se volvió impopular y ya la provincia no le pareció algo "rentable" políticamente. Bonasso operó en el entorno de Cristina y ganó su batalla de la Ley de Glaciares que, a su vez, también hay que decirlo, hacía falta. Hace 7 días el periodista Jorge Lanata emitió informes viciados de errores en contra de la minería que se hace, entre otros sitios, en San Juan. Errores que ya no hace falta aclarar, porque la mayoría de las personas que viven en esta provincia conoce el idioma. Muchos saben qué es un valle de lixiviación, cuáles son los problemas del manejo del cianuro, si las mineras están secando o no San Juan. O si el agua que consumen en Jáchal está mal desde la minería o desde siempre. Cada vez son menos los que no saben, porque cada vez son más los que de alguna u otra forma trabajan en la actividad y se asesoran y conocen, o visitan los emprendimientos. Es decir, San Juan se ha llenado de sanjuaninos corruptos y contaminadores, y evidentemente los buenos, que no son de San Juan, se están mudando a Capital Federal. Y, sólo de casualidad, trabajan de periodistas, políticos o actores. El caso de Gastón Pauls es paradigmático: grabó un spot televisivo en contra de la minería a cielo abierto y años después vino a San Juan a decir que esa afirmación que hizo, hay que discutirla. Por el bien de los que le creen a Lanata y que ven en él a un referente del periodismo argentino, que Lanata no se convierta en Pauls.

La política está en cada cosa que se hace. El kirchnerismo, por ejemplo, se debe un debate interno: sí o no a la actividad. En muchas otras materias el disenso es posible, y de hecho se nota ese estado de debate permanente en otros problemas, lo que es bueno. Pero en algo que tiene dos altos componentes tan opuestos como esta actividad, es difícil: ciencia e ideología se mezclan en un combo indescifrable. Buena parte del mundo K está en contra. Y otro gran sector piensa que es buena, pero con controles. Lo de los controles es una aclaración que se torna en obviedad absurda. Nadie, ni los que están a favor la quieren sin controles, porque sería autodestructiva e incontrolable. Hasta que los K no se den ese sincero debate, el tema será prostituido por todos, incluso por los que dicen que sí. La líder del mundo pingüino da señales a favor, pero todo el entorno hace lo contrario. Cristina acaba de anunciar Potasio Río Colorado, en Malargüe, Mendoza. Allí se crearán más de 16 mil empleos, se construirán 370 kilómetros de ferrocarril y reacondicionarán otros 500 kilómetros ya existentes. Una inversión de 30.000 millones de dólares. Los K que están en contra de la actividad -y que son los más- salieron a decir que no tiene nada que ver con la supuesta contaminación de los procesos de extracción del oro, y que se trata de minería para la alimentación, porque el potasio se usa para purificar el 90% de los alimentos. No aclare que oscurece.

Por supuesto que la actividad tiene problemas, buenos y malos personajes. Por supuesto que hay cosas que mejorar: los municipios no han sabido aprovechar la bonanza financiera y están dejando pasar el tren, y un día el tren se va. Al mismo Gobierno provincial le cuesta darse cuenta que no sólo tiene que hablar de minería: hay que hacer minería, agricultura, turismo, y todo junto. Hay empresarios que presionan para ganar contratos, cuando nunca se prepararon para sostener la demanda de una empresa cuyo presupuesto es casi tan grande como San Juan mismo. Todo lo mencionado anteriormente atenta, vicia, ensucia y, si además le sumamos que en Argentina cada 2 años hay elecciones, la cosa se pone muy dura. No sólo hay que cuidar el mensaje, sino al mensajero. Pino, Carrió, Bonasso han usado el tema como muletilla para sus campañas, para sus empresas, para su provecho. Han torcido la línea a su favor cuando les convenía. Hasta se podría decir que eso es legítimo, siempre y cuando no se cruce la delgada línea de la mentira.

El problema es grave, pero sólo en algún punto. Las críticas y las mentiras en los medios sólo dañan la imagen de los referentes políticos o empresarios que defienden la minería. Las bases, que son los trabajadores, ya no sienten miedo, sienten bronca. Muchos sienten que las políticas que llevan adelante sus empresas para defenderse de esos ataques no son suficientes, piensan que los están insultando, y no están acostumbrados. Gioja, Mayoral, Pino, Bonasso, Carrió tienen el cuero duro de estas batallas y soportan con mucha más entereza esas mentiras. Los trabajadores no. Sólo sienten que un tipo a 1.200 kilómetros los está acusando de no dejar agua para sus hijos y de no pensar en ellos, todo por vendérsela a una trasnacional. Sienten que es un insulto. Y de verdad que hay cosas que cuesta explicar: como Bonasso, Carrió o Pino no denunciaron desastres medioambientales, ¿por qué nadie los denunció a ellos por mentir? Intereses, de ambos bandos.

Como van las cosas, es posible que se ponga peor, pero atentos los trabajadores: son ellos los que van a tener la última palabra. Y tranquilos, que la máquina no se va a parar, por más escaramuzas que surjan. A poner el oído donde hay que ponerlo, porque evidentemente, Lanata se convirtió en Pauls.

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