Curiosamente la realidad nos enfrenta una y otra vez con la insistente dicotomía. Nos encajona en una bifurcación insalvable. Sí o no. Como si todo fuera inevitable, absolutamente blanco, o enteramente negro.
Y como en el obsoleto juego de antiguos adolescentes, mal que nos pese, las cosas no son siempre tan simples. Ni sí ni no, ni blanco ni negro.
MINAS
La explotación de los minerales sin afectar el medio ambiente es la primera de las entelequias. (Como si desde que el humano aprendió a conservar el fuego e ideó la rueda, todo pudiera volver a ser como antes).
Surgen entonces en la renovada discusión dos caminos que parecen extremos: el interés del gobierno en ponderar la obtención de recursos asociado a la voracidad empresaria, por un lado. El fundamentalismo ambientalista, por el otro.
Ese primer “no a la mina” representa la inmadurez, la desconfianza o la incapacidad del conjunto social de desarrollar sus propias potencialidades sin caer en la venalidad de los actores temporarios, afectando a las futuras generaciones. Ya fuera por lo espurio de las negociaciones iniciales o por la enceguecida oposición de quien no tiene responsabilidad alguna que poner en juego en las decisiones.
MUCHACHAS
Para redondear la semana, las trabajadoras sexuales amagaron con una marcha pública en Comodoro, en defensa de las fuentes de trabajo. Demasiado parecido a la marcha de los barman de hace siete años, cuando una pretendida ley seca para los menores de edad en los boliches les costó el puesto al secretario y al subsecretario de Gobierno municipales. Una película repetida que, si aprendimos algo, debiera tener otro final. No por la supuesta preservación de puesto laboral o político de nadie, sino porque las cosas no son ni sí ni no ni blanco ni negro.
La pretendida clausura de los llamados departamentos vip no podrá llegar a nada en sí misma, si no se prevén las consecuencias del desbande. De lo contrario, el intento sucumbirá, como cuando se quiso legislar un sistema de zonas rojas, o la oferta pública de servicios sexuales, logrando que desaparezca de la superficie visual el problema y originando la existencia de -precisamente- los vip.
INVESTIDURAS
La tercera mina que nos ocupa es la que lleva la investidura presidencial. Allí también la falta de criterio ciudadano nos lleva invariablemente al sí o al no.
Nada más insano y conducente al fanatismo a dos puntas. Y a ello propende el clima ambiente que se crea desde los intereses sectarios más inconfesables --desde ambos márgenes--, intentando recrear en el tercer milenio aquellas tristes y dramáticas antinomias argentinas.
Como en los casos anteriores, la urgente toma de posición en un extremo u otro nos divide por senderos que nos enemistan y nos llevan hasta lo irreconciliable.
Nada es tan absoluto.
Nada es tan confiable ni certero como para incondicionalidades rápidas e indeclinables.
Luego de casi 30 años de democracia, seguimos con el mismo perfil de las inseguridades adolescentes. Si hasta parece una paradoja: en aquel divertimento juvenil --y eso que era un juego-- deducíamos que para acertar había que evitar que a uno se le escapara tan fácilmente un sí, un no, un blanco o un negro.