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Debate
ESCRIBE SAHARREA: AGUA Y MINERÍA. "EL BAILE DEL CHORRITO"
28/10/2012

El baile del chorrito

Tiempo de San Juan. Por Sebastián Saharrea.

Tan profunda es la pulseada por el agua que es capaz de hacer posible algunas escenas absurdas. Por ejemplo, que un senador cordobés como Luis Juez aterrice en tierra cuyana para mezclar entre su tono de chiste permanente que si San Juan estuviera gobernada por Avelín –así, por el apellido y sin aclarar más- en la provincia no existiría el problema del agua. ¿Haría llover? Le faltó seguir camino para Mendoza, donde también hay una seria crisis hídrica y se proclama con orgullo la renuncia a la “minería contaminante”, y decir que si estuviera Cobos el viñatero del Valle de Uco dejaría de padecer como lo hace ahora por la falta de agua. Gitaneo político.


Poco ayuda con esta escalada el manejo doméstico de Hidráulica, un organismo democrático como pocos que desde hace años permanece intervenido y que viene tropezando con los ritmos desde hace varias temporadas. No es su titular, Jorge Millón, un funcionario inapropiado. Pero por ahí le ocurre la fatalidad de no sintonizar la dimensión del problema y sus daños colaterales. Entre ellos, el campo abierto que deja para que se filtre el debate sobre el agua para la minería y su rivalidad contra el agua para los cultivos.


Viene errando el vizcachazo por varios cuerpos en los pronósticos de los últimos años, arrastra problemas operativos y los regantes ya lo saltearon como poste caído para buscar soluciones de manera directa con el gobernador Gioja. ¿Una solución?


Al pronóstico le ocurre lo que a todos los pronósticos. O la falta de instrumental, o los intereses corporativos o directamente el nivel de prejuicio los terminan volteando. Es un pronóstico el vitivinícola: es bueno saber cuánto vino habrá en el mercado en una temporada para poder trazar decisiones políticas en el ámbito vitivinícola como cuánto destinar al mosto, pero los intereses repartidos de la industria –entre otras cosas- presionan a tal punto que el pronóstico del INV le viene escapando grueso en los últimos años. Es un pronóstico el que trazan los economistas –nacionales o importados- sobre los números del país, pero su condición de vendedores de información económica suele ayudar para que desde hace tiempo no se escuche un pronóstico que acierte. También fueron un pronóstico las predicciones recientes sobre la buena salud de las cuentas de Grecia o España. O cualquier pronóstico deportivo de sabiondos alrededor de una mesa sobre los resultados del fútbol, salvo España donde siempre ganan el Barça y el Madrid.

Así mueren todos los pronósticos, como el de la nieve acumulada.
En San Juan, se sabe: el que pronostica temblores, siempre gana; y el que pronostica lluvias, siempre pierde. El resto, va y viene. A Millón le toca pronosticar la acumulación de nieve que derramará en agua para los ríos cada temporada, y le viene escapando por mucho en los últimos años. Y justo le tocó pifiar en los años de sequía más profunda de las últimas décadas, en un contexto de escenas que espantan, como el dique de Ullum seco, y de estar aún en pie gracias a la construcción de otro dique como Caracoles. A poner una cosa en claro: Millón es responsable del pronóstico, pero no es su culpa que no haya nevado lo suficiente.


Allí es donde aparece la dimensión política, regada de tanteos, especulaciones y temerosidades, pero facilitadas desde los escritorios oficiales. Es mentira que el agua escasea porque se la chupan los gigantes mineros, pero el tironeo y la aparición de algunas viejas celebridades en este tablero hicieron posible que el debate se instale. Y ahora surgieron los dirigentes políticos con propiedades sobrenaturales. La de hacer nevar por ejemplo, atributo milenario que algún despistado puede llegar a comprar barato en la mesa de saldos y retazos.


Ese cóctel de falta de agua y de indefiniciones oficiales en la velocidad requerida por un problema severo llegó a su clímax con el debate de la emergencia hídrica en Diputados, un gesto que se caía de maduro pero que no fue hasta el que el gobernador Gioja se puso a la cabeza que el asunto no pasó de las ideas a los hechos.


El punto más manoseado fue la reactivación de la batería de pozos, la mayoría de ellos en Zonda y abandonados a la buena de Dios. Que hacen falta, que no hacen falta. Que los tiene el OSSE para el agua potable, que son caros y resultan víctima fácil de los saqueadores seriales. Que cuestan un dineral y hay que salir a pedir la plata. Que los productores especulan con estas soluciones facilistas, pero la situación no es tan grave. Cientos de interpretaciones que terminaron haciendo agua –justamente- ante la simpleza de una ley que por desgracia debió ser alumbrada en medio de la tensión y no en medio de la razón. ¿Tanta historia en reparar unos pozos y vigilarlos adecuadamente para evitar que se lleven el cobre primero, el motor después y hasta los caños al final?


En ese menjunje político soparon el pancito todos. Hasta los radicales, que sin representación parlamentaria elaboraron un proyecto de ley para normalizar el intervenido Departamento de Hidráulica. No es un desquicio dejar fluir allí las fueras de la democracia agrupadas en las juntas de riego –donde cada célula elige a sus representantes- y apuntar a fortalecer el debate. Llama la atención que el proyecto, recién salido del horno de la dirigencia radical, ahora deba aterrizar en la pista del diputado de Actuar Juan Sansó para que sea él quien lo presente y lo haga propio.


Lo curioso es que el radicalismo, al sentirse con razón como parte de esa banca a la que Sansó arribó con alguna fuercita desde el partido centenario, no haya considerado al diputado al momento de elaborar el proyecto. No. Directamente se lo presentan y le piden conducta para que se convierta en portavoz de una idea de la cual no participó. A veces los caminos que elige la política para conducirse no dejan de resultar asombrosos.
Será, al fin, una manera de perder el tiempo concentrarse en las formas. Pero a la dirigencia a veces le interesan más las maneras que el fondo, y entonces se debatirá si le dijo, si le dije, si a lo mejor. Mucho más que la conveniencia o no normalizar Hidráulica y de terminar con el peligroso discurso de responsabilizar a la minería por la falta de agua.


Aquí hay otro episodio para ayudar a razonar, desafortunadamente pasado por alto en el debate provincial por el agua. Y es que Mendoza, la provincia donde triunfó la antiminería de la mano de Julio Cobos, también declaró la emergencia hídrica de la mano de lo que ellos mismos rotularon “crisis” por falta de agua. Y dispusieron cosas muy parecidas a las que se debatieron en San Juan: reactivar los pozos subterráneos ubicados al Sur del Gran Mendoza, poner más inspectores que hagan multas por el derroche de agua, ampliar el área de medidores.


Por supuesto que lo de la antiminería es un engaña pichanga, mucho más aún en el punto del agua. La mina Potasio-Río Colorado, de la megaminera Vale, está en construcción y cuando entre en producción demandara un caudal de agua –ya autorizado- para el proceso de industrialización que es de casi el doble de los permisos que en el Valle del Cura tienen los proyectos Veladero y Pascua-Lama juntos. Pero cuando hablan de que el agua vale más que el oro, siempre miran para San Juan.


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