Así como los extremos en el ambientalismo condujeron a mitos, de la misma forma, los pro mineros deben cuidarse de las fantasías que pueden generar los vínculos con la minería. Tenemos que evitar las exaltaciones de ambos lados y ser eficientes en la planificación.
Los beneficios propios en ámbitos muy cerrados no son dignos de confianza social. Muchos movimientos pueden tener que ver con sectores específicos pero no con el desarrollo integral de las Areas de Impacto Primario (API) o localidades cercanas a los yacimientos mineros.
De manera que los beneficios deben derramarse proporcionalmente, con armonía, en lugares estratégicos de la comunidad, para permitir un crecimiento equitativo, favoreciendo en consecuencia a todos los grupos sociales.
Una cosa no implica la otra, por eso es tan difícil. Desarrollar proveedores no significa necesariamente que tengamos garantizado el avance cualitativo e integral de las comunidades mineras, que además ya tienen un tiempo esperando mejorar sus realidades económicas-sociales.
Cuando el mes es una eternidad
La dinámica y los logros tienen estrecha relación con la vocación política. En muchos casos, los intereses de inversores se desinfla, debido a que a nuestros funcionarios les faltó vista panorámica para abordar la minería catamarqueña.
Por ejemplo, entre el 2007 y el 2011, el trabajo en Agua Rica estuvo prácticamente parado. Este impasse de 4 ó 5 años consecutivos podría ser concluyente en el futuro. Con el tiempo, los números cambian y, a esta altura, el humor y la predisposición de la sociedad son más difíciles de lograr.
Ahora, un mes de trabajo parece una eternidad, en tanto los esfuerzos en un solo sentido corren el riesgo de diluirse tarde o temprano en la ineficiencia que condena la unilateralidad, a sabiendas que aborda problemas complejos.
Pero todo tiene un límite, es preciso saber que no se puede andar improvisando en cuestiones tan delicadas. Buscar lo fácil o hacer el camino más corto podrá resaltarse como picardía criolla, pero perjudica, consciente o inconscientemente, el bienestar general.
Entidades sin agenda común
En este sentido, puede que sea alentador contar cómo nacen asociaciones o entidades abocadas a comercializar o tener relaciones comerciales con las empresas mineras, pero también es preocupante que instituciones históricas provinciales y nacionales no participen de esta estrategia.
Nuevos sellos e imágenes para graficar el comienzo de una iniciativa comercial, mientras instituciones madres se mantienen al margen, no cierra conceptualmente. Si una cooperativa emerge, es motivo de alegría, pero si la Unión Industrial de Catamarca (UICA) no tiene un rol central, es más que preocupante.
¿Y la Federación Económica de Catamarca? No se conoce si comparte agenda común con otras entidades por este tema de la planificación del futuro, pero, al parecer, su perfil es tan bajo que da la impresión que está a punto de desaparecer porque ilumina tanto como un fósforo.
Otra institución madre, lejos
La UICA no tiene el rol que debiera tener, en capacitación y actividades, si consideramos que la metalmecánica es una de las demandas más importante del sector minero.
Y así con otras instituciones intermedias que no se insertaron nunca en el debate sobre la proyección catamarqueña, o directamente se encerraron en los claustros para hacer un análisis que, al parecer, tampoco nos harán conocer. O, lo que se sería peor, valerse de la representación institucional para hacer negocios en restringidos círculos privados.
El tiempo apremia
Con proveedores ocasionales no se resuelve esta historia. Y ni hablar cuando los interesados dejan de ser proveedores, se vuelven más antimineros que los ambientalistas extremos. De manera que el Gobierno puede promoverlos, pero en el marco de una política más abarcativa y profunda.
Además, si bien los inversionistas siguen apostando a la provincia y el país, está claro que la concepción del tiempo que manejan los privados es distinta a la nuestra. Sin embargo, con la esperanza de que las cosas tendrán mejor rumbo, la voluntad de quedarse se mantiene.
Hará falta entonces una política minera que atraviese todas las actividades productivas de la provincia, de tal forma que quien no sea proveedor minero también se sienta contenido. Cada decisión y declaración oficial cuenta. No solo es una cuestión de fondo sino también de forma.
Lucía festejó en Farallón Negro
La minería no puede ser otra cosa que un proyecto social. Así lo expresó claramente la gobernadora Lucía Corpacci mientras visitaba la mina Farallón Negro (Belén) el día que se conmemoraba Santa Bárbara (patrona de los mineros).
La jefa de Estado manifestó que haberse encontrarse con tantos jóvenes en la mina, “evidencia que con la minería estamos revirtiendo el antiguo proceso de provincia expulsora de jóvenes, que se iban al sur del país en busca de oportunidades laborales”.
Asimismo, Corpacci aludió a la trayectoria de la empresa, señalando además, que en Farallón Negro hay trabajadores con 30 años de servicio, por lo que les pidió que cuenten su experiencia “para que otros catamarqueños tengan las mismas oportunidades”.
El marco festivo, el mismo día que cumplía 53 años la Gobernadora, fue acompañado por una noticia auspiciosa, dada por el presidente de la empresa YMAD, Manuel Benítez, quien anunció que la segunda campaña de perforaciones “nos está marcando un horizonte para YMAD de 60 años de reservas y recursos”.
La Primera mandataria catamarqueña visitó la mina de Farallón Negro, en compañía del ministro de Producción, Angel Mercado; el secretario de Estado Minería, Rodolfo Miccone; la subsecretaria de Industria y Comercio, María Julia Acevedo Corpacci; el presidente de la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados, Marcelo Rivera, entre otros funcionarios provinciales. En el complejo minero, la esperaba el directorio en pleno de YMAD, compuesto por el presidente Manuel Benítez; los directores por Catamarca, Armando Mercado y Carlos Palacios, y los directores por la Universidad Nacional de Tucumán, Florencio Aceñolaza y Fernando Valdez.
