Como resultado del desdoblamiento del proyecto de marco regulatorio de actividades del subsuelo que decidió el gobierno chubutense, para aprobar el capítulo hidrocarburífero y “patear para adelante” el tema minero, muchas empresas del sector comenzaron a armar las valijas y dejar sus proyectos en hibernación, hasta que estén dadas las condiciones y la sociedad se decida a darse un debate serio y responsable.
Néstor Hourcade, subsecretario de Asuntos Municipales de Chubut, reconoció en una nota publicada por el diario La Nación, el despoblamiento en la Meseta Central. "La disminución de población es inminente, a menos que logremos llevar a cabo planes mineros", explicó. La nota hacía centro en uno de los tantos datos llamativos que arrojó el Censo de 2010: los departamentos de la Meseta Central, encabezados por Mártires –que alberga la localidad de Las Plumas– son los que más rápidamente han descendido en cantidad de población en la última década.
Hourcade explicó que para evitar el desarraigo de los jóvenes, el gobierno de Martín Buzzi está llevando a cabo adoquinados de pueblos, pero la tarea es ardua: "la sequía y las cenizas fueron una desgracia", dijo y aseguró que para el próximo año la provincia buscaría sancionar un marco regulatorio para la actividad minera.
En el departamento de Mártires –que perdió el 20,4 de su población en 10 años– hay estimaciones geológicas de minerales aptos para ser extraídos, a los que muchos vieron como la única solución para la despoblación. "La idea es que cada pueblo pueda decidir libremente si la quiere aceptar (a la minería) y de qué quiere vivir. Nosotros vemos el sufrimiento de la gente que vive en estos lugares; sería mucho mejor que dejaran de vivir de subsidios y tuvieran un trabajo que les pague un buen sueldo", afirmó Hourcade, y agregó una frase lapidaria: "la minería es una de las últimas oportunidades, sino son como pobres sentados en un sillón de oro".
Pero no será
No obstante, en Chubut se impuso –al menos por ahora– la visión electoralista o de los sectores más radicalizados en torno al tema minero, por encima de la necesidad de esos pueblos perdidos de la inmensa estepa patagónica, y el gobierno decidió aceptar la propuesta de los intendentes de la denominada línea sur y dividir el proyecto de marco regulatorio para las industrias minera e hidrocarburífera (a lo que durante meses se había negado), para buscar una pronta sanción del capítulo petrolero, dejando a la parte minera en un estudio que muchos imaginan eterno.
Tras la decisión gubernamental, la compañía Pan American Silver Argentina –titular del emprendimiento minero Navidad, que explora a través de su subsidiaria Minera Argenta– informó oficialmente que “dada la decisión de suspender el tratamiento del proyecto de marco regulatorio para la actividad minera en la provincia del Chubut, ha resuelto reacomodar sus actividades en la provincia hasta tanto se avance con el mencionado marco”, indicando que “mantiene su firme decisión de desarrollar y operar el proyecto Navidad cuando estén dadas las condiciones que así lo permitan”.
En los medios chubutenses se consignó que Pan American Silver cerraba sus oficinas de Puerto Madryn, haría lo propio en breve con las de Trelew y reduciría al mínimo indispensable su dotación, ofreciendo a las personas ya capacitadas, ser absorbidas en la mina Manantial Espejo, ubicada en cercanías de Gobernador Gregores, en Santa Cruz.
El jefe comunal de Gastre –localidad cercana al proyecto Navidad– habló del problema social que se avecina, y fue muy claro: “que 70 personas se queden sin trabajo en Gastre es como 2.000 en Rawson, si esto se cumple el pueblo será un desierto, por lo que la única esperanza que tenemos es la minería y nos queda un ramito de esperanza en que se pueda lograr”.
Y no será la única localidad afectada. Estimaciones del Grupo de Empresas Mineras Exploradoras de Argentina (Gemera), cifran en poco más de 600 la cantidad de personas que trabajan en las distintas empresas que exploran la Meseta Central.
Y ni siquiera era lo esperado
Cabe aclarar que el tema no es solamente el aplazo del tratamiento del proyecto lo que ha decidido a muchas empresas a retirarse a esperar tiempos mejores. La propuesta de marco regulatorio, en sí misma, había puesto ya en duda la continuidad de muchos emprendimientos, porque los tornaba, de hecho, prácticamente inviables, especialmente por la elevación de aportes provinciales que contiene (pasa del 3 al 8% de regalías) y la obligatoriedad de asociarse a la minera estatal provincial sin ninguna contraprestación.
En su momento y ante la presentación del marco regulatorio, el Colegio Argentino de Ingenieros de Minas (Cadim), le advirtió al gobernador Buzzi en una carta que “no sirve prometer abundancias que sólo están en la imaginación de quienes copian y pegan disposiciones de otros países que nada tienen que ver con nuestra Argentina y que a nuestro entender, malogran definitivamente por irrazonables, el desarrollo de una industria que no compite con ninguna otra, que genera ingresos por inversiones y productos, mano de obra en blanco: que ahora y siempre tanta falta hacen en cualquier sociedad madura del planeta”.
Algunos funcionarios dicen que “éstas son nuestras reglas y quien no las acepte, que vaya a hacer minería a otra provincia o país”. Contra lo que muchos opositores a la actividad afirman, Argentina no regala sus recursos y las empresas no vienen en tropel a nuestro país porque sea la panacea para realizar pingües negocios. Por el contrario, si se compara solamente con los países vecinos, recibimos mucho menos porcentaje de inversiones que el resto.
El tema es que si aprobamos leyes que saquen dinero extra para cubrir lo que no llega de otros lados, estaremos, como dijo el Cadim, prometiendo “abundancias que sólo están en la imaginación”, ya que el 3, 8, 12 y 20 por ciento de una inversión que no se realiza, es una parte de nada.
Seguir “tristeando”
El gobierno chubutense optó por dejar para más adelante el tema minero. Un más adelante que hoy se ve lejano. Fue especialmente permeable a las posiciones antimineras más extremas, que pregonan un apocalipsis que nadie ve en minas que desde hace ya muchos años explotan oro, plata y otros minerales en el país; y decidió rehuir el debate y dejarlo para más adelante.
Mientras, los pueblos de la Meseta Central seguirán esperando un milagro que no llega y un futuro que es cada vez más esquivo.
Como dijo en la mencionada nota de La Nación, la monja Isabel Ayala, una de las que visita una vez por mes El Mirasol y con base en Las Plumas, la soledad enferma a los pobladores. "Nosotras los vamos a visitar a sus casas, charlamos y les pedimos que no tomen ni fumen", afirma la religiosa y agrega que la muletilla más común entre los mayores es "acá andamos tristeando, pasando de la vida".
