Otro punto de fricción con Brasil
Clarín - Por Eleonora Gosman
El caso de la mina de potasio de Malargüe, de importancia económica capital para el país por la inversión de 6.900 millones de dólares, es un nuevo punto de fricción dentro de los frecuentes altibajos que tiñen las relaciones entre Argentina y Brasil.
En lo inmediato, para el país están en juego 6.800 empleos directos, cuya preservación fue puesta en duda el lunes cuando la minera anunció la suspensión por tiempo indefinido de las actividades.
Por el momento, el gobierno brasileño prefirió apartarse de la primera línea del conflicto al colocar la resolución de la disputa en mano de los “actores directos”, es decir, la empresa brasileña y el gobierno argentino. Al decir del ministro brasileño de Desarrollo e Industria Fernando Pimentel, “le cabe a la compañía y a los funcionarios argentinos buscar las salidas”.
Pero sería una ingenuidad pensar que los pasos de la empresa minera no son supervisadas por Brasilia. El Estado detenta de hecho la mayor porción accionaria de Valepar, el consorcio controlador de la minera. Si se suman la participación directa, más la del fondo Previ y del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, se ve el contundente peso público en la estructura empresarial, tanto que es capaz de decidir quién estará en la presidencia de la empresa. En 2011 la presidenta Rousseff logró desplazar al anterior titular de Vale, Roger Agnelli y colocar en su lugar al actual Murilo Ferrreira.
Ni Dilma ni los funcionarios de su equipo hablarán sobre el tema; no al menos mientras el proyecto minero se mantenga en stand-by. Ni el gobierno de Cristina Kirchner ni la empresa brasileña Vale, una compañía mixta con control estatal, pasaron la raya que puede poner abrupto fin al proyecto minero Río Colorado.
La minera mostró parte de las cartas, y señalar los perjuicios que podría ocasionar su salida del país. Y el gobierno le respondió con generalidades, pero sin extremar decisiones.
¿Cuánto podrá mantenerse esta inestable situación? Va a depender de varios factores. Entre ellos, que se reactive rápidamente la cumbre bilateral Argentina-Brasil, cancelada la semana pasada a raíz del fallecimiento del ex presidente Hugo Chávez.
Según se afirmaba ayer en los medios de Brasilia, una nueva cita entre las jefas de Estado podría tener lugar a principios de abril.
La agenda tendrá otros temas que también originan chispazos entre los dos países. Entre ellos la discusión de qué hacer con el comercio bilateral de autos.
En principio, a partir de mediados de este año, el intercambio debería quedar absolutamente liberado. Pero ya se admite que esa es una hipótesis improbable. “Lo más seguro es que se prorrogue el actual sistema de comercio administrado al menos por otros cinco años”, indicaron fuentes sectoriales. Los desentendimientos, sin embargo, no pueden tomarse como si fueran “agrias disputas”, capaces de envenenar las relaciones políticas entre ambos gobiernos. La muerte del ex presidente Chávez creó una nueva situación regional que Brasil sigue muy de cerca. Y no deja lugar para fragilizar el Mercosur con una exposición abierta de las diferencias entre los dos socios principales.
