Cuestión de Minas

El cierre o, para adecuarse a los términos del comunicado oficial, suspensión del proyecto Potasio Río Colorado es quizás el hecho más relevante para la economía y la política de Mendoza, de los últimos tiempos.

En otra oportunidad se pueden analizar las implicancias económicas, geoestratégicas y productivas, pero no queda duda que en estas 48 horas también quedo al descubierto la mediocridad importante de un sector del arco político de Mendoza que, al igual que la oposición nacional no encuentra un rumbo, ni forma de coherentizar el discurso. Esto no quiere decir que el oficialismo sea un ramillete de virtudes, pero tiene el poder y como se dice por allí el poder se ejerce.

Está claro que del entuerto Vale, no se sale en segundos, ni en horas, ni en días. Se sale con política, gestión y tiempo, que en la industria minera se mide en años y paciencia, a veces interminable.

La partida de Vale tiene un componente local y nacional que es importante, pero no es el mayoritario por más que la oposición, e incluso algunos empresarios, pretendan que toda la culpa sea de Francisco Pérez y Cristina Kirchner, en una simplificación asombrosa que asusta por su casi rayana ignorancia premeditada.

Pocas veces en el último tiempo la responsabilidad de este gobierno provincial ha sido tan escasa, y si hay que achacarle culpas a los gobiernos provinciales, en todo caso habría que facturarlas a las gestiones Cobos y Jaque, pero sobre todo a la primera, que cuando la vaca estaba llena no supo ordeñarla o mejor dicho no quiso, fiel a su estilo de no hacer nada pero que parezca que hago.

El gobierno de Cobos, espantó tantas inversiones mineras que podrían equipararse a la de Vale, pero el radicalismo de eso no habla y obvio, lo obvia.

Laura Montero, como ministra, fue de gira a Canadá a promocionar los beneficios de la Mendoza minera. Con lógica y tino los empresarios del sector dijeron; “la montaña es la misma si hay del lado chileno del lado argentino también” y arrancaron para este lado. Pero no estaba en sus cálculos un gobernador que jugará más para la tribuna o su alianza transversal que - abandonando su partido- lo llevaría a la vicepresidencia. Dos cortes de ruta amplificados por las tapas de los diarios, fueron suficientes para que Cobos dejará en evidencia que por sus miedos era capaz de dejar a Mendoza sin futuro en la industria y sin inversores y ordenara a sus legisladores votar como verdad revelada una pésima ley redactada en el capot de un auto en uno de los cortes de ruta. Claro que también recibió el apoyo de la oposición demócrata y justicialista que creían que con eso mostraban un Cobos derrotado.

Ese proceso es la madre de la debacle de hoy (esto dicho sin exculpar a varias de las medidas de la economía de hoy). El navegar a dos aguas, el temor a que 30 tipos en la tapa de un diario puedan más que miles de puestos de trabajo o crecimiento responsable y sustentable con control del Estado, hizo cajonear durante años el proyecto, lo que llevó a Rio Tinto vender a Vale (junto con varios activos más) Potasio Río Colorado. O sea cuando el mercado internacional daba para la inversión, cuando era el momento de la luz verde se cajoneo todo y se dejó que la leche se pudriera dentro de la vaca.

Hoy Vale está inmerso en la minería mundial; retracción de proyectos nuevos, inversores que guardan y esperan y maximización de ganancias de los proyectos en marcha. A eso hay que sumarle que su principal actividad es el hierro y la crisis norteamericana- europea, más la desaceleración China voltearon el precio del metal, produciendo una pérdida de 2.600 millones de dólares en el último trimestre a la empresa brasileña.

Pero por si esto no es suficiente, Vale, empresa que tiene participación accionaria del estado, está sumergido en una pelea de pesados con el gobierno de Dilma, por cómo reutilizar ganancias, por su inversión dentro de Brasil y por gestos como que la minera brasileña tiene domicilio en los países bajos.

En este contexto es que Vale pretendía lavar las pérdidas de su balance con un subsidio del gobierno argentino vía exención de impuestos de casi 3000 millones dólares y que la política cambiaria del gobierno se adecuara a ellos.

Negar culpas del gobierno argentino, que podría por ejemplo haber colaborado en poner en caja a quienes elevaron derechos de servidumbre en la traza ferroviaria hasta el 1000%, es ingenuo.

Pero más hipócrita que ingenuo suenan los tuits y declaraciones de la oposición que ahora quiere aparecer como pro minera y suponen que será ganancia lavar sus grandes culpas escudándose en el presente.

Dos estrategias para ganar tiempo

Una estrategia frente a los medios consistente en "demonizar" a la minera Vale (de capitales transnacionales pero controlada por brasileños), que remite a la que se usó el año pasado con Repsol antes de que se le expropiaran sus acciones en YPF; otra estrategia para que Vale no se vaya del país en lo inmediato y dé tiempo al gobierno argentino y al mendocino para buscar un plan B y seguir adelante con Potasio Río Colorado.

Esto es lo que desarrolló ayer el kirchnerismo por orden -dicen- de la propia jefa de Estado. Por eso al mediodía Julio de Vido y Francisco Pérez usaron términos muy duros con la firma brasileña cuidándose de no contaminar la relación con Brasil, el principal socio comercial de la Argentina. Por la tarde, a puertas cerradas en el Ministerio de Trabajo, el ministro Carlos Tomada también hizo sentir la dureza al presidente de la compañía en nuestro país, el brasileño Sergio Leite. Luego dejó que los gobernadores y los intendentes K plantearan el dramático cuadro social que produce la parálisis del emprendimiento e hicieran propuestas.

Es que ni la Casa Rosada ni Mendoza -dueña del yacimiento de sales de potasio- saben de qué manera enfrentar el retiro de Vale y el consecuente abandono del proyecto. Los funcionarios mendocinos buscaron desesperadamente casos a nivel mundial de operadores mineros que levantaron campamento y dejaron a la mitad multimillonarias inversiones y no encontraron demasiadas respuestas de cómo salvar la situación con éxito.

Habría por un lado una multinacional que frena todo pero que al mismo tiempo no quiere perder la concesión y, por otro lado, una provincia que no acepta la parálisis y que necesita revertir la concesión en el menor tiempo posible para que siga el emprendimiento. El problema para Mendoza es que el proceso de quita de concesión demandaría por lo menos un año y si se judicializa -porque Vale recurre ante la Corte local- el trámite podría hacerse mucho más largo, con el agravante de que un pleito jurídico sólo podría complicar más la meta urgente de conseguir nuevos actores dispuestos a desembolsar los miles de millones de dólares que faltan.

Algunas fuentes brasileñas señalan que la intención de Vale sería "vender" el proyecto y recuerdan que la firma se lo compró a la anglosajona Río Tinto hace 4 años. Si esto fuera así, las acciones administrativas tendientes a la quita de concesión de la explotación minera y del puerto que se está construyendo en Bahía Blanca no harían más que perjudicar estas chances. Por eso es que algunas espadas kirchneristas intentaron abrir un espacio de diálogo ya que en el actual estado del conflicto ambas partes necesitan tiempo para encontrar una salida en la que todos ganen o, por lo menos, nadie pierda tanto.