Lo estructural condiciona hace tiempo a Catamarca. Y esta situación, de tal fatalidad para nosotros que, hasta que no se revise el orden por donde se debe abordar el tema minero, los logros serán tan limitados como el margen de maniobra lo permita.
La única forma de obenter un escenario distinto en la provincia es fijando la atención en la base o asiento, que es la que en definitiva permite o impide las conquistas soñadas. Las respuestas confinadas a ese marco, ajustado, por supuesto no logran superar las expectativas de la gente puestas sobre la minería catamarqueña.
Si los mismos problemas subsisten no es exclusivamente porque nos faltó imaginación. El actual contexto sofoca conceptos elementales. Es decir, ideas tenemos, pero nacen y mueren rápidamente. No porque vienen de fulano o mengano, sino porque el microclima no las ayuda prosperar.
Habrá entonces que repensar roles y evaluar alternativas aún no contempladas. Evidentemente con las existentes no alcanzan, así que no nos obsesionemos. Necesitamos ensanchar los límites y la profundidad de la plataforma donde todo adquiere sentido, se potencia o derrumba.
“De la nada, nada sale”
Es tal vez una hipótesis exagerada de Parménides. Sin embargo, la alocada sentencia filosófica traída a la contemporaneidad pueda servir para graficar que un modelo llega a agotar sus respuestas y, simplemente en un momento dado, ya no tiene mucho más para dar.
Podrá haber entonces algunos esfuerzos conjuntos, de resultados meritorios, pero si se mantiene en la superficie, finalmente esa respuesta tardía e insuficiente no sirve.
El tiempo pasa inexorablemente como para desconocer que las verdades de ayer no tiene el mismo valor en la actualidad. Catamarca es otra, la Argentina también. Todo fluye, se transforma. Esta provincia no puede quedarse empantanada en ningún estereotipo.
Nos fijemos objetivos realizables que –por lo dicho- únicamente podrán llegar si partimos de revisar las condiciones estructurales que alimenten la esperanza social con certezas, al tiempo que sustenten las políticas mineras de los gobiernos locales.
Juicio inconducente
Claro que trabajar con lo que está y gastar lo menos posible puede ser lo más conveniente. Empero, lo barato puede llegar a costar caro. La ecuación financiera suele alterarse cuando se barajan aspectos sociales en medio de los rígidos conceptos costo-beneficio.
De todas formas, este no es un reclamo para las empresas (que hacen la suya o lo propio legítimamente) sino un pedido a los funcionarios de turno que son los responsables directos, a quienes se les ha delegado facultades y se les confió la administración de la provincia. Somos nosotros los que necesitamos refundar la política minera, no los privados. Es un problema de políticas de Estado.
Pregunto: ¿los supuestos cambios “paulatinos”, al final, lograran tener el suficiente impacto en las comunidades mineras? Al paso que vamos es como pensar que lo micro puede modificar lo macro. Difícil. Muy difícil. Lo que aquí estamos planteando es al revés. Primero hay que trabajar sobre lo estructural para tener luego mayores posibilidades de influir en aquellas cosas que hasta la fecha no hemos visto resultados.
Todo el proceso aquí
Acentuar por ejemplo el tema proveedores es congruente con lo que afirman distintos sectores. Al margen de la importante inyección financiera que eso significa en localidades deprimidas económicamente, aún siendo optimista con los números, no es una medida de fondo ni tiene por ende efectos cualitativos pensado aisladamente.
Distinto es enfocarse en que todos los componentes que intervienen en el proceso de obtención del mineral estén contemplados en Catamarca. La cercanía siempre es buena porque trae muchos beneficios, y, si no, se lo preguntemos a provincias colindantes. He aquí las famosas “externalidades” que nuestros buenos vecinos han sabido aprovechar mejor que nosotros.
No se trata de cambiar las reglas del juego, sino de evaluar opciones todavía no consideradas. Es preciso salir de las respuestas forzadas del tipo de pensamiento fijo impuesto hace tiempo en el que nos encontramos coartados, encasillados, sumidos, acorralados.
¿Por qué no radicar todo el proceso en nuestra provincia? ¿Qué hace falta? ¿Cómo podemos lograrlo? ¿No tenemos en nuestra tierra los recursos humanos y la infraestructura que necesitan las empresas mineras? Lo conseguimos, pero… esa es otra forma de pararnos ante el mismo dilema. Otro punto de vista, creo que todavía no seriamente abordado.
Optimista endurecido de tanta “fe”
Cambiando lo estructural, se modifican el proceso y los resultados casi por gravitación o naturalmente. En todo caso merecemos o nos deben un estudio técnico de estas variables que, una vez concebidas, podrían transformar el panorama provincial y la política minera para bien.
¿Qué tan difícil puede ser? Aunque fuera harto dificultoso es más corto y seguro emprender esta tarea, que sentarse a esperar que todo mejore, o soñar pasivamente con un mañana prometedor a fuerza de ser optimista empedernido.
El beneficio para uno de los sectores puede que no sea bueno para los demás actores intervinientes ¿reconoce acaso esta situación? O bien puede suceder que todos seamos, de alguna forma, favorecidos. ¡Así debe ser!.
Leer es bueno
El punto 11 de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) reza: “Uno de los compromisos es localizar todos los componentes del proyecto (Agua Rica) dentro del territorio (catamarqueño) con el objeto de lograr un aprovechamiento sustentable de la explotación del recurso natural minero”.
Dicen que diseñando un contexto favorable las respuestas aparecen solas. Hay tiempo para enfocarnos en los grandes objetivos. Agua Rica nos brinda esa posibilidad, falta mucho para que empiece a producir. Hagamos cálculos de números, pero sobre todo pensemos en la calidad de las alternativas disponibles.
La cita de la documentación oficial relacionada con Agua Rica, es para amortiguar subjetividades. Me pareció inspirador para legisladores y funcionarios, a quienes invitamos una vez más a dejar las peleas intestinas estúpidas y abocarse a lo estructural e importante.
