Minería desaprovechada
Diario de Cuyo. Por Mario Osvaldo Capello (*)
Nunca antes de que Vale anunciara la firme decisión empresarial de suspender su proyecto conocido como Potasio Río Colorado, había quedado tan expuesta la pequeñez de la dirigencia política y sectorial en nuestra argentina contemporánea. El cachetazo que acaba de propinarnos la principal empresa del Brasil, líder mundial en la producción de hierro, echó por tierra autoestimas de toda naturaleza.
Primero en la antiminera Mendoza, donde sus dirigentes aparentaban descubrir la importancia que tiene la minería allí donde se desarrolla; por la mano de obra que requiere, las oportunidades de negocios que genera, los impuestos que pasan a disponerse, la creación y mejoramiento de infraestructuras públicas y sociales de todo tipo.
No obstante, siguen callados frente a la inconstitucional ley 7.722 que prohíbe la minería metalífera, que fuera sancionada prejuiciosamente dando por cierto cuestiones falsas. Cuando se les pregunta al respecto, algunos alardean cual "maestro ciruela'' diciendo que la del potasio es una minería distinta a la del oro, la plata o el cobre, claro que no explican que desde el punto de vista ambiental, hay que tener muchas más previsiones con el cloruro de sodio, ganga del proceso de separación de sales, que con un dique de colas o una simple pila de lixiviación. "Si'' a Vale, "No'' a San Jorge, es sinónimo de no haber aprendido la lección.
Potasio Río Colorado no sólo es pauta de lo que está pasando con la inversión en cualquier rubro productivo de argentina, es también muestra de lo que venimos perdiendo por esa rara mezcla de hipocresía e idiotez. Los extraordinarios precios de los commodities metálicos de la última década ya son historia, durante ese tiempo de viento a favor inigualable, se eligió acompañar a fanáticos desoyendo a la ciencia, la alteración a la serenidad, la cobardía al coraje. Resultado, hombres mujeres y niños atrapados en una pobreza sin fin, como consecuencias de tanta mezquindad.
¿Quién abandona en el mundo una inversión ya realizada de más de 2.000 millones de dólares? No será que el desdoblamiento cambiario que hace que por cada dólar que llega al país este pierda automáticamente un 60% de su valor, una inflación en moneda fuerte disparada desde datos falsos del Indec, y los negocios inmobiliarios de todo tipo precipitados por el paso del ferrocarril minero por cuatro provincias; tienen algo que ver con la suspensión? ¿Cómo no advertir que un aumento del 100% en los montos de construcción de la mina previstos originalmente, puso en jaque el negocio minero como tal?
No creo que necesitemos hacer un gran esfuerzo para comprender que estamos frente a un problema no menor. El de las condiciones que ofrecemos a los inversores como país.
A propósito de la reciente reunión en el Senado de la Nación que pretendió convertirse en un puente frente al diálogo roto entre los actores involucrados y un camino para transitar con inteligencia buscando minimizar el impacto negativo de la suspensión, abriendo paso a los acuerdos y la sensatez: Nos preguntamos. ¿Seguiremos estando representados por desprevenidos, que tratan en una reunión del Senado de la Nación a los representantes de Vale, la prestigiosa empresa de la que es parte nuestro mayor socio comercial, de "empresa buitre''. Tendremos que darle valía a las palabras de un autocalificado neo empresario minero que sumó su propio lenguaje barrabrava al de mucho de los participantes de esa reunión? Duele sólo pensar que la reunión se hizo en el mismo ámbito donde pudo escucharse entre tantos a Joaquín V. González, Honorio Pueyrredón, Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Margarita Malharro de Torres o Raúl Alfonsín.
Como enseña el viejo adagio, "las oportunidades perdidas no vuelven atrás''. Cuantas otras oportunidades de negocios que nos brinda un mundo sin fronteras continuaremos dejando pasar. Hasta cuando seguiremos sospechando de quienes nos quieren acompañar apostando a la producción industrial de nuestros recursos minerales. Seguiremos actuando de mala manera, desconociendo que la poca actividad minera metalífera que tenemos (en función de nuestra potencialidad), tributa más que en cualquier otro país americano. Continuaremos menospreciando el derrame social de los costos operativos de los emprendimientos mineros y diciendo que es una miseria que el Estado se quede con más de la mitad de los dineros que quedan para distribuir.
(*) Ingeniero de Minas. Diputado provincial y nacional (mc).