El compromiso con el ambiente
Diario de Cuyo
En la fecha se celebra el "Día Mundial del Medio Ambiente'', establecido por las Naciones Unidas en 1972 junto con el programa específico creado por la Asamblea General, cuando el daño a los ecosistemas ocasionado por los ataques irracionales, como la deforestación y la contaminación ambiental, comenzaban a influir en los embates del cambio climático.
Cuatro décadas después de la reunión de Estocolmo, donde los gobiernos del mundo debatieron y dieron forma a las políticas para preservar el hábitat de la depredación y daño ecológico, los resultados son palpables porque la economía parece haberle ganado a la concientización proclamada. Desde la pérdida del 50% del Amazonas y otros recursos naturales irremplazables, hasta la reticencia de las naciones desarrolladas para reemplazar las matrices fabriles y los hábitos de consumo en bien del ambiente, se frustraron.
En nuestro país se suman la voracidad sojera a la irresponsabilidad política en el cuidado del ambiente. La cuenca Matanza-Riachuelo, con 8.000.000 de habitantes en torno a esa cloaca abierta e históricas promesas de solución, es tan grave como los basurales en el conurbano capitalino por el impacto en la salud del mayor conglomerado urbano del país.
Pero a estos flagelos, que poco parecen importar a los ecologistas ideológicos antimineros, se ha sumado la depredación del Delta del Paraná, donde se ha alterado peligrosamente la sistematización natural del humedal y de toda la biodiversidad al construirse murallones y canales artificiales destinados a urbanizaciones y a la siembra de soja. que ya alcanza a unas 50.000 hectáreas de tierras antes cubiertas por la vegetación autóctona y miles de especies de flora y fauna protegidas.
El Delta tiene la capacidad de regular los excedentes hídricos amortiguando inundaciones de grandes ciudades e industrias a la vera del Paraná ante la fuerza de un enorme volumen de agua, gracias a que cerca del 96% de la superficie isleña tenía una cobertura herbácea, alta, densa y continua que minimizan la presión del agua sobre las plantas y reducen el flujo dentro del humedal. De esta manera se retarda la descarga de agua al mar y disminuye su impacto sobre las costas.
Es decir, se está transformando en pampa y zona residencial a un ecosistema sumamente frágil, con una red hídrica sensible a las interacciones que están sucediendo, y sin ningún plan hídrico ni urbanístico que intente ser sustentable porque, definitivamente, es una desertización incompatible con los más elementales preceptos que recuerda este día.