-Las últimas novedades de Pascua Lama no son otra cosa que consecuencias de las anteriores. Un ejemplo es la noticia, confirmada por la empresa en estos días, de que no extraerá la producción prevista para 2014. Lógico, ni siquiera está la mina construida y demandará dos años volver a la situación actual con las reparaciones indicadas por la Superintendencia de Medio Ambiente de Chile. Esto, si la empresa pone empeño en acelerar los trabajos, algo para nada seguro considerando las condiciones externas de los mercados y los problemas internos a los dos países que exceden el marco meramente ambiental.
-En las severas discusiones que hemos mantenido en distintos ámbitos, sobre todo en la hostil Buenos Aires en los últimos años, siempre sostuvimos que el principal límite para el cuidado del medio ambiente estaba en que Barrick es una empresa que cotiza en la Bolsa de New York y que el peor daño de un accidente ambiental lo sufriría el precio de las acciones. El tiempo nos dio la razón, y eso que aún no hubo daño sino solamente “inminencia” de daño. También acertamos en la contaminación política que hay del otro lado de la cordillera. El presidente Piñera levantó 10 puntos de imagen en las últimas semanas, 4 ellos por la paralización de Pascua Lama, decisión que la gente atribuye a su gestión.
-“Todos los planetas se ordenaron en contra” me decía apesadumbrado un directivo de otro yacimiento. Afuera por precios y caída de acciones, desaceleración del crecimiento de China, recuperación más lenta de economías de USA y Europa. En los países, Chile y Argentina, condiciones inestables en política electoral y economía y, por si fuera poco, cambios radicales y constantes en la conducción de las empresas. Me contaba que la reciente absorción de Xstrata por Glencore dejó el peor tendal en Australia y que aquí se volvió, por ahora, a la estructura mínima de 2009 con un panorama bastante negativo. Se está evaluando como error haber creado demasiadas expectativas locales por Pachón. A Iván Glasenberg, CEO de Glencore, es difícil discutirle algo, él mismo posee el 8% del total de la empresa y, junto a otros tres socios, controla el 29%. Es el dueño. Tampoco se pueden discutir sus criterios de achique de Xstrata, porque debe demostrar a los accionistas que hizo un buen negocio con la compra. Es asombroso el grado de control que lograron estos mosqueteros que hace sólo 25 años no tenían nada. Mientras, a la espera de nuevas directivas, en San Juan sólo hay pequeñas decisiones para el cortísimo plazo.