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Debate
El experimento de Pico Truncado
09/02/2005

PORTEZUELO DEL VIENTO Y MÁS PRECISIONES

Los Andes, Mendoza
Los tiempos preelectorales suelen abundar en declaraciones, discursos y, esencialmente, promesas. El objetivo, que la gente tiene asumido, es obtener la atención de los votantes para lograr un resultado favorable. Dentro de todo esto, constituye una regla de oro que quien tiene el poder en sus manos corre con una ventaja esencial sobre quienes se pueden postular para reemplazarlo y hacerse cargo de la conducción de la Nación, una provincia o, incluso, una municipalidad.

Es en los tiempos que anteceden a una elección cuando a los anuncios se suman la colocación de piedras fundamentales -muchas de ellas hay enterradas y olvidadas en el territorio de la Argentina-, y los inicios de obras, generalmente compuestos de una etapa previa de estudios, circunstancia que se aprovecha para decir que ya se está trabajando en la cuestión.

Los archivos de las reparticiones públicas también abundan en esos antiguos expedientes, que no generaron nada más que gastos, pero no tareas concretas.

Viene bien que se recuerden, aunque sea en forma sucinta, estos antecedentes, ya que nuestro país, el año que viene, enfrenta la elección presidencial y renovación de gobernadores, entre otros cargos.

Y eso ha desencadenado un aluvión de anuncios que, en vista de nuestros antecedentes históricos, pueden o no llegar a concretarse.

Por de pronto, en muchos municipios de nuestra provincia se realizan en esta épocas obras largamente conversadas con los vecinos, objeto de promesas heredadas de administración a administración. Pavimento, refuerzo del alumbrado público, zanjas para instalación de cloacas, aceleración de barrios paralizados en su obra forman parte de la panoplia de ralizaciones que será recordada ante los votantes y objeto de espacios publicitarios en los medios escondidos tras la eufemística excusa de “dar a publicidad los actos de gobierno”.

Los gobiernos de Provincia no escapan a este tipo de comportamiento. En los últimos días, desde las esferas de la conducción provincial se anunció la conquista de fondos nacionales para varias obras largamente esperadas, por montos varias veces millonarios. Y, por otro lado, que se ha logrado que la Nación incluya en el presupuesto para 2007 la partida destinada al inicio de Portezuelo del Viento, obra que aportará a la generación de energía en la provincia y, posiblemente, en un futuro impreciso, al trasvase de aguas del río Grande al Atuel.

Claro, lo que se destina es solamente una décima parte del total del costo de la obra, que constituye, si es que se la realiza, una especie de compensación que la Nación debe a Mendoza por los perjuicios que le ocasionaron a la última los regímenes de promoción industrial.

Falta, claro, que el Congreso apruebe el Presupuesto, partida para el dique incluida, y que luego el Ejecutivo, dentro de la potestad inconstitucionalmente delegada por los legisladores nacionales, no disponga un cambio de objetivo para esos dineros públicos.

Y, claro, ¿qué recursos legales le quedan a Mendoza si, en definitiva, la obra se posterga?, no hay dinero suficiente para ejecutarla y terminarla -falta la homologación legislativa provincial para que quede aprobado el convenio Cobos-De Vido por el cual Mendoza renuncia a seguir acciones ante la Corte Suprema a cambio de esa obra como compensación- y determinar más allá de cualquier duda posible de quién será el dique si llega a ser concluido; y el agua; y la energía que genere.

La demanda judicial de Mendoza no debería haber sido levantada -aunque falte la aprobación legislativa- sino por lo menos condicionada a que se realizara la obra y entregada a Mendoza, porque en realidad se la realizará con dinero que se nos debe, y en mucha mayor cantidad que lo que algunos piensan. De otra forma, podría haber convenido que se siguiera con el recurso judicial, cobrar el dinero que la Nación evita sea reconocido como daño por la Promoción, y Mendoza misma aplicarlo a las obras que creyera convenientes para su desarrollo. Eso sí, bien gastado, y no como el que provino hace años del reajuste por regalías petroleras mal liquidadas.

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