NICOLAS DAHER*
No es un secreto que la industria de las energías renovables presenta un crecimiento sostenido a nivel global. De acuerdo con un informe realizado en conjunto por la Frankfurt School of Finance & Management, Bloomberg New Energy Finance (BNEF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEP), en 2015 las inversiones en el sector alcanzaron u$s 286 mil millones, más de seis veces lo invertido en 2004. Así, por primera vez en la historia, se añadió más capacidad de generación de energía eléctrica proveniente de fuentes limpias que de todos los combustibles fósiles juntos (netos).
Otra novedad es que los países en desa-rrollo y las economías emergentes fueron los impulsores de este crecimiento, representando casi el 55% del total invertido. Comparado con 2004, el monto destinado en estos se multiplicó 17 veces. Conu $s 102,9 mil millones, China fue el líder indiscutido a nivel global, pero América latina no se quedó afuera de este boom. De los diez países que más invirtieron en renovables en 2015, tres son de la región: Brasil (sexto, con u$s 7.100 millones), México (noveno, con u$s 4.000 millones), Chile (décimo, con u$s 3.400 mil millones). Uruguay, a su vez, es parte del club de países que invirtieron más de u$s 500 millones en estas tecnologías durante 2015.
Según un informe de REN 21 (una organización sin fines de lucro vinculada al UNEP), en 2015 el sector eléctrico experimentó su mayor crecimiento de la historia, especialmente en los sectores eólico y solar, que representaron alrededor del 77% de las nuevas instalaciones. Para finales de ese año, la capacidad renovable era suficiente como para proveer el 23,7% de la electricidad global. En este sentido, de acuerdo a la consultora GlobalData, la capacidad instalada de energía solar fotovoltaica va a cerrar 2016 con un incremento del 31% respecto a 2015, pasando de 225 GW a 294,69 GW.
Es importante notar que estos récords de inversión se lograron a pesar de la fuerte caída en los precios del petróleo, el carbón y el gas. Según los especialistas de la Frankfurt School of Finance & Management, BNEF y el UNEP, esto se debe principalmente a dos motivos. El primero es que, a nivel global, el petróleo no compite con las tecnologías renovables en la generación de electricidad -si bien el gas sí compite, los precios en Europa y Asia, a pesar de haber caído, siguen siendo muy superiores a los vigentes en los Estados Unidos. El segundo motivo es que los costos de las renovables no paran de bajar, especialmente en lo que a solar fotovoltaica se refiere.
Este crecimiento se vio, también, reflejado en el mercado laboral. Según el informe de REN 21, el sector renovable, sin incluir a las hidroeléctricas de gran escala, empleó a 8,1 millones de personas de manera directa e indirecta durante 2015 en todo el mundo, principalmente en países como China, Brasil, India y los Estados Unidos, donde -según Environmental Entrepreneurs, una organización que nuclea a los empresarios del sector- esta industria emplea a más de 2,5 millones de personas. Como comparación, la del carbón le da trabajo a alrededor de 56.700 mineros en todo el país.
La elección de Donald J. Trump (quien, contra toda evidencia científica, denunció que el cambio climático es un engaño de los chinos para hacer menos competitiva la economía de su país) para conducir la presidencia de los Estados Unidos, la principal economía mundial, hizo temer lo peor para el futuro del sector. De hecho, las acciones de empresas como SolarCity, SunPower o Vivint Solar se desplomaron después de conocerse los resultados electorales. Sin embargo, hay varios motivos para no ser catastróficos.
La capacidad del sector para generar empleo industrial de calidad y que no puede ser relocalizado en el exterior, sumada a la seguridad energética, son algunas de las razones por las que los programas de beneficios para las renovables tienen el respaldo de ambos partidos políticos en dicha nación. Es más, los beneficios impositivos para el sector fueron aprobados en diciembre de 2015 con apoyo bipartito y con el Congreso controlado por los republicanos. Y, si bien los demócratas hicieron de la promoción de las energías renovables un pilar de campaña, varios estados de fuerte inclinación republicana -como Arizona, Carolina del Norte, Oklahoma y Dakota del Norte- albergan parques eólicos y solares de gran escala. En agosto, consultado sobre la posibilidad de que Trump elimine los beneficios fiscales de esta naturaleza, el senador republicano Charles Grassley (Iowa) fue categórico: Si quiere hacerlo tendrá que pasar una ley por el Congreso y lo hará sobre mi cadáver.
Otro de los elementos de promoción renovable que, se estima, sobrevivirá a la gestión del presidente electo estadounidense son los Renewable Portfolio Standards, que exigen a los proveedores minoristas de electricidad suministrar un porcentaje determinado a partir de estas fuentes. Veintinueve estados y el distrito de Columbia tienen este tipo de legislación, abarcando dos tercios de las instalaciones solares y eólicas, según la Agencia de Información de Energía de los Estados Unidos. Como estos programas son de orden estatal y no federal, no dependen de la administración central.
Además, están las razones de mercado. Según el Departamento de Energía de los Estados Unidos, las reducciones en los costos permitieron que proyectos solares y eólicos sean competitivos aun sin subsidios en algunos mercados. Esto se refleja en el hecho que la demanda privada por energía renovable no para de crecer. En este sentido, un informe de la Advanced Energy Economy -una organización empresarial de energías limpias- detalla que 71 de las compañías del Fortune 100 establecieron metas respecto a energías renovables o de sustentabilidad; en 2014, eran 60 las que tenían este tipo de objetivos. Un ejemplo de esta apuesta es que Google recientemente anunció que, a partir de 2017, sus centros de datos y oficinas (con más de 60.000 empleados) van a funcionar exclusivamente con energías renovables.
Estas razones hacen que la llegada de Trump no sea tan mala noticia para el sector. De hecho, las acciones de SolarCity, SunPower o Vivint Solar ya se recuperaron casi por completo. Todo indica que la industria de las renovables goza de excelente salud y tiene un futuro próspero.
*Economist. Energy and Sustainability