El presidente estadounidense lo llama un “gran líder” y sugiere una solución al contencioso por la exportación de limones argentinos.
El pasado empresarial y el presente político se dieron la mano este jueves en la reunión en la Casa Blanca entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el argentino, Mauricio Macri. “Ha sido mi amigo durante muchos años. Nos conocemos desde hace tiempo, antes de la política y quién hubiera pensado que esto pudiera ocurrir para los dos”, le dijo Trump a Macri, que asentía con la cabeza. Los dos fracasaron en el intento de hacer negocios juntos en los años ochenta en Nueva York, pero en el Despacho Oval todo fueron buenos recuerdos y voluntad de entendimiento.
Trump respaldó a Macri, sus reformas económicas y abogó por profundizar la relación bilateral. Es lo que buscaba el mandatario argentino en su primera visita a la Casa Blanca y ante la incógnita de cómo puede afectar la presidencia del republicano al deshielo de las relaciones con Washington tras el fin del kirchnerismo.
Antes de las elecciones, Macri llamó a Trump “un chiflado”, pero desde su victoria ha optado por un enfoque pragmático. La canciller argentina, Susana Malcorra, ha descrito la nueva Administración como un “riesgo” y una “oportunidad”. Les distancia la amenaza proteccionista y la retórica antiinmigración de Trump, pero, al margen de conocerse desde hace tiempo, comparten similitudes: son hombres de negocios y en la órbita del mundo de la derecha.
“Seremos grandes amigos, mejor que nunca”, dijo Trump, que tiende a lanzar elogios. “Es un comienzo maravilloso porque conozco a Mauricio durante muchos años, sé qué tipo de persona es. Es una gran persona, un gran líder. Hará un trabajo fantástico para Argentina y yo me siento muy cómodo respaldándolos porque necesitan ciertas cosas de Estados Unidos”.
Sin embargo, Macri no obtuvo ningún compromiso, al menos público, de inversiones estadounidenses en Argentina, como las prometidas por el expresidente Barack Obama en su visita a Buenos Aires en marzo de 2016 y que son vitales para su agenda proempresarial ante la debilidad económica del país austral. Antes de viajar a Washington, Macri se reunió en Houston con inversores energéticos a los que ofreció una Argentina “predecible y sustentable”.
Tampoco logró el desbloqueo a la exportación a EE UU de limones y biodiésel argentino, aunque Trump pareció abierto a hallar una solución al contencioso. “Creo que estaremos muy dispuestos favorablemente”, contestó al inicio de la reunión a una pregunta de una periodista sobre si levantaría la paralizacióntemporal a la importación de limones. Argentina es el primer productor mundial de ese cítrico y su exportación a EE UU había sido recientemente autorizada por Obama tras 15 años de bloqueo por supuestas razones sanitarias.
En un comunicado conjunto, Trump y Macri instaron a sus ministros a resolver los asuntos agrícolas pendientes mediante “principios científicos y estándares internacionales”. También abogaron por incrementar el comercio bilateral en productos agrícolas e industriales. Y sellaron acuerdos de cooperación contra el narcotráfico, en seguridad cibernética y facilidades migratorias para los ciudadanos argentinos que viajen a EE UU.
En la reunión en el Despacho Oval y en el posterior almuerzo con miembros de ambos gobiernos, Trump y Macri también abordaron la crisis venezolana. “Manifestaron su fuerte preocupación sobre la deteriorada situación en Venezuela y acordaron trabajar estrechamente en preservar las instituciones democráticas en ese país”, reza la nota conjunta.
El presidente estadounidense describió, junto a su homólogo argentino, como un “desastre” al país caribeño al día siguiente de que anunciara su salida de la Organización de Estados Americanos. A ambos les une su oposición al gobierno de Nicolás Maduro. En los primeros tres meses de presidencia de Trump, la Casa Blanca ha elevado el tono ante Caracas pero por ahora no ha aumentado su papel en la crisis venezolana.
En un coloquio en un laboratorio de ideas tras la cita, Macri dijo que Venezuela “no es una democracia” porque no se respetan los derechos humanos y aseguró que seguirá presionando a favor de la celebración de elecciones y la liberación de presos políticos.
El mandatario argentino —que es el segundo líder latinoamericano que se reúne con Trump, tras el peruano Pedro Pablo Kuczynski— calificó de “maravilloso” el encuentro en la Casa Blanca. “Encontramos un ambiente muy amigable. Estaban abiertos a encontrar soluciones”, dijo, sin entrar en detalles, en el coloquio.
Ante Trump, apostó por “construir relaciones más fuertes y a largo plazo”, según señaló en declaraciones abiertas a la prensa al inicio del almuerzo de trabajo. Habló de una “enorme vocación” argentina por EE UU y trató de trazar paralelismos entre ambos países: “Han tenido desarrollos similares en lo político, con una Constitución similar y que, por desencuentros inentendibles en el tiempo y en la historia, no hemos podido profundizar”.
El exalcalde porteño —que no hizo ninguna mención sobre Trump más allá de bromear sobre los años en que jugaban apasionadamente juntos al golf— sostuvo que Argentina “ha vuelto a ser parte del escenario global” en una alusión al inicio de su presidencia a finales de 2015 tras una década de gobiernos kirchneristas, que se distanciaron de EE UU y se alinearon con el eje latinoamericano más izquierdista. Y abogó por una “aportación humilde” de Buenos Aires a los problemas globales, como el terrorismo y el crimen organizado.
Para finalizar la jornada, Macri defendió en un coloquio con empresarios el rumbo económico en el que ha embarcado a Argentina desde su llegada a la Casa Rosada, informa Nicolás Alonso. "Desde que llegué a este país solo he escuchado mensajes de apoyo", afirmó el presidente argentino. "Trump me ha dicho que quiere que Argentina sea exitosa y que contemos con él", dijo. "Solo puedo agradecerlo".
Donald Trump da marcha atrás. El presidente de Estados Unidos rectificó a última hora de este miércoles el peligroso órdago filtrado por su entorno, que durante horas amenazó al tratado que desde hace dos décadas rige sus relaciones comerciales con México y Canadá. El mandatario estadounidense mantuvo una conversación telefónica con sus homólogos mexicano y canadiense, Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau, en la que se comprometió a no abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) “en este momento”, tal y como trascendió horas antes. A cambio, Trump espera acelerar la negociación para su revisión que hasta ahora se preveía que echara andar en agosto.
La Casa Blanca emitió una nota de prensa anoche en la que detallaba la llamada que Trump mantuvo con el presidente de México y el primer ministro de Canadá. La conversación fue calificada de “productiva” y se produjo, aparentemente, sin fricciones pese a la tensión que se vivió durante toda la jornada. También se cita que el procedimiento de negociación seguirá los cauces establecidos y que el objetivo es lograr un acuerdo lo antes posible que “beneficie a los tres países”.
El presidente confirmó este jueves que estaba "a dos o tres días" de tomar la decisión de retirarse del acuerdo, pero explicó que Peña Nieto y Trudeau le llamaron para pedirle que no diera el paso. También admitió el que impacto en el sistema iba a ser muy grande. Así accedió a reconsiderar su posición aunque volvió a dejar muy claro en público que está dispuesto a hacerlo si la negociación no da los resultados que espera. Unas horas antes, en plena presentación del plan de rebaja fiscal, se supo que la Administración Trump tenía listo un borrador de decreto por el que el presidente daría la orden ejecutiva para apartarse del TLCAN.
La de este miércoles fue una jornada de histeria colectiva. Tras haber retrocedido algo menos de un 2% al cierre del mercado de divisas en el continente americano, en los primeros compases de la sesión en Asia-Pacífico avanzaba más de un 1% después de que Trump volviese al punto de partida: el TLCAN se renegociará, sí, pero de momento no corre riesgo de cancelación como los inversores temían. El dólar canadiense también recuperaba algo más de medio punto porcentual.
“Estoy convencido de que el resultado final hará a los tres países más fuertes y mejores”, concluye la nota con una cita textual del presidente de EE UU, que califica de “honor” negociar con Peña Nieto y Trudeau. Este nuevo giro en la saga del TLCAN, sin embargo, pone en evidencia las divisiones internas en la Casa Blanca y la falta de experiencia en el equipo del presidente estadounidense. El borrador para decretar el abandono del acuerdo, apadrinado por Steve Bannon, el radical estratega político de Trump, y Peter Navarro, ferviente defensor de los postulados proteccionistas, chocaba frontalmente con el talante constructivo del secretario de Comercio, Wilbur Ross, quien había llevado la voz cantante en todo lo relativo a la nueva arquitectura del tratado comercial norteamericano.
El magnate republicano ya dijo durante la campaña electoral que quería revisar el TLCAN para proteger el empleo y los intereses de las compañías nacionales. Hace una semana volvió a decir que estaba dispuesto a abandonar la negociación si no conseguía un acuerdo que fuera justo para EE UU. La supuesta orden ejecutiva, filtrada a dos medios estadounidenses, se entendió así como un elemento más de presión a Canadá y México, que ya dijeron en el pasado que quieren negociar a tres bandas. Tras una jornada de infarto, todo parece indicar que así será: Washington es consciente de que no solo Ottawa y, sobre todo, México tendrían mucho que perder en caso de ruptura. Sus intereses y los de muchas de sus grandes empresas y sectores económicos también estarían en el alero.