Según la normativa vigente desde enero de 2010, se destinarán 450 mil toneladas de caña de azúcar para satisfacer, en 2011, el corte de nafta del 5%. La polémica sobre la distribución de las ganancias y el daño ambiental.
A finales de los ’70 la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres en la provincia de Tucumán comenzó sus trabajos en la producción de alcohol para la mezcla con combustible, en el mismo momento en que Brasil comenzaba sus proyectos de investigación. El Plan Proalcool le permitió al país hermano ubicarse como productor líder en bioetanol tanto para exportación como para consumo interno. El Plan Alconafta argentino naufragó en la década de 1980: debido a a su alto costo fiscal y a que no se actualizaron los precios fijados por la Secretaría de Energía para el alcohol, el negocio perdió rentabilidad.
Sin embargo, 30 años después, la Argentina se enfrenta a un nuevo desafío y a una nueva oportunidad. Con la reglamentación de la Ley 26.334 de 2007, conocida como Régimen de Producción de Bioetanol, apostó nuevamente a la elaboración de alcohol para satisfacer la cuota de corte de las naftas.
En el momento en que se reglamentó la normativa, durante noviembre de 2008, Julio De Vido informó que la medida procuraba “mayor producción de energía en nuestro país y diversificación de la matriz energética” y señaló una “rentabilidad permanente y razonable para la producción de bioetanol, cuyos beneficios impositivos beneficiarán a las economías regionales, a las pymes y a los productores”.
UN NEGOCIO REDONDO. La normativa entró en vigencia en enero de 2010. En el caso del bioetanol, los ingenios azucareros constituyen el sector industrial encargado de su producción y provisión a las estaciones de servicio.
A través del Programa de Biocombustibles de la Secretaría de Energía de la Nación, se prevé destinar unas 450 mil toneladas de caña para la producción de bioetanol y satisfacer hacia el año 2011 el corte de nafta del 5%, que representa unos 300 mil metros cúbicos de etanol. Por el momento, debido a que la industria azucarera no pudo realizar las reformas técnicas necesarias para abastecer el mercado interno, se aceptó un corte del 2% de los combustibles.
El Centro Azucarero Argentino destacó que “el etanol, como combustible renovable, constituye una real alternativa productiva, debido a que los excedentes de azúcar que en adelante se registren al término de la zafra se remitirán a este mercado para nivelar los precios internos”. Por ejemplo, los ingenios azucareros en Tucumán anunciaron que para el corriente año, alcanzarán una producción de 270 millones de litros de etanol. El precio que estableció la Secretaría de Energía para el mes de agosto es de 2,95 centavos por litro, lo que hace un total de 800 millones de pesos.
En su mayoría, los ingenios azucareros ubicados principalmente en las provincias de Tucumán, Jujuy y Salta producen tanto azúcar como bioetanol, pero hasta el momento este último producto lo obtenían como un subproducto del primero. Al establecer el gobierno nacional el corte de naftas del 5%, se plantea la cuestión del cambio de paradigma productivo. Existen productores que proponen reducir la producción de azúcar, en beneficio del aumento de la producción de etanol. Se incorpora un nuevo producto que tiene un mercado asegurado, con un buen precio que establece la Secretaría de Energía de la Nación.
Producir bioetanol requiere un incremento en la capacidad productiva de los ingenios azucareros y el crecimiento del área sembrada.
En diálogo con Tiempo Argentino, el ingeniero Alejandro Valeiro, coordinador del Programa Nacional de Cultivos Industriales de INTA Tucumán, sostuvo que con un pequeño crecimiento del área sembrada alcanza para satisfacer tanto la producción de azúcar como de bioetanol. “Pero ello, tiene un condicionante” –aclaró–. “Todo dependerá de los precios relativos del azúcar y del etanol, y también dependerá del porcentaje de corte para los combustibles que se quiera implementar. En Brasil, las naftas se cortan con un 25% de alcohol; si quisiéramos hacer lo mismo tendríamos que incrementar la superficie de siembra. En la Argentina, hasta la década de 1970, se producía caña de azúcar en El Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones. Hoy podríamos volver a sembrar en aquellas provincias, pero compitiendo con otros cultivos que están instalados.”
PLANTA DE BIOETANOL EN SALTA
DISTRIBUIR LA GANANCIA. Aquellas empresas propietarias de la tierra no tienen mayor problema: eso sucede con compañías tales como Ledesma ubicada en Jujuy o Tabacal en Salta, ingenio perteneciente a Seabord Corporation que en la actualidad ocupa 1 millón de hectáreas. Pero en el caso de Tucumán el sistema productivo es distinto, porque cerca del 60% de la caña que se procesa pertenece principalmente a pequeños y medianos productores, que no son dueños de los ingenios. Históricamente, se pagaba a los productores por el sistema de maquila, es decir, por cada tonelada de caña que entregan al ingenio para procesamiento se daba al productor una bolsa de 50 kilogramos de azúcar. En la actualidad, las entidades que agrupan a los trabajadores sostienen que, si con la caña de azúcar se va a producir bioetanol a un precio y un mercado asegurados por la Secretaría de Energía, los cañeros deben participar en las ganancias. Lo que se discute es cuánto más se pagará al eslabón más débil de la cadena productiva.