LA OPCIÓN CHILENA CON LA ENERGÍA NUCLEAR
El Mercurio, Chile
Tras un trabajo de tres décadas, hay varios logros en el uso de radiaciones y la producción de sustancias químicas radiactivas para la medicina, la minería y la conservación de alimentos.
Aunque el ex Presidente Lagos en 2005 dio el vamos a explorar el uso de energía nuclear para generar electricidad, eso quedó discontinuado. No está en el programa de este gobierno.
Algo importante nos falta. Y por eso, cuando en Chile se habla de energía nuclear, los expertos suelen aludir a las aplicaciones locales como "de no potencia". Marcan así la diferencia con los países que poseen reactores nucleares "de potencia" (de 600 a 1.600 megawatts), es decir, la infraestructura para generar electricidad a partir de la energía nuclear, un desarrollo tecnológico ausente en nuestro país.
Los dos reactores nucleares chilenos son de tipo experimental, de 5 y 10 megawatts térmicos, y se utilizan en investigación y en la producción de sustancias químicas radiactivas artificiales (radioisótopos) que sirven a la medicina, la minería, la agroindustria, la metalurgia y a la conservación de alimentos.
Esas son las principales líneas de trabajo que la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CChEN), organismo técnico creado en 1965, ha impulsado con sus profesionales en sus dos centros de estudios nucleares, uno en los faldeos cordilleranos de La Reina y otro en Lo Aguirre, ruta 68 cerca de Santiago.
Nada que decir de estudios sobre energía nuclear para generar electricidad como anunciaba el ex Presidente Lagos. Ahora no está en la agenda del gobierno ni existe otro mandato a la CChEN que no sea seguir innovando en la línea actual de aplicaciones, ratifica Loreto Villanueva, directora ejecutiva del organismo.
"En Chile, la gran área de desarrollo está relacionada con el uso de radiaciones en que se usan fuentes generadoras (reactor, ciclotrón y fuentes intensas)", remarca.
Medicina nuclear
En el reactor de La Reina se producen radioisótopos, elementos químicos radiactivos como el Yodo 131 o el Tecnecio 99, que se aplican en diagnósticos y terapias médicas. Los adquieren hospitales y clínicas que tienen servicios de medicina nuclear.
El ciclotrón, un acelerador de partículas que se puso en marcha en 2003, ha permitido proporcionar otros elementos radiactivos de uso médico, como el Fluor 18 y la glucosa marcada con Fluor 18, los que son de utilidad en el diagnóstico precoz del cáncer que realizan los servicios de Medicina Nuclear de la Fundación Arturo López Pérez y el Hospital Militar.
Estas sustancias se administran al paciente como soluciones, se usan así como medio de contraste y actúan como trazadores de células cancerosas en el cuerpo. Como son de baja radiactividad, tienen un período de degradación de minutos o unas horas.
"El año pasado se incorporó el fluoruro de sodio que permite determinaciones muy precisas en cánceres óseos", destaca Loreto Villanueva.
Incluso hay radioisótopos, como el Samario153, que sirven para aliviar el dolor en cánceres óseos avanzados.
Planta de irradiación
En el Centro de Lo Aguirre existe una planta de operación semiindustrial de irradiación gama en base a Cobalto 60.
Se usa en esterilización de materiales quirúrgicos y preservación de alimentos para mercado interno y exportación. La ventaja de esta tecnología es que elimina la carga microbiana en productos como hierbas, deshidratados y otros. En 2005, esta planta operó 8 mil horas con volúmenes de 1.750 metros cúbicos de material médico y 3.500 toneladas de alimentos.
En el Centro Nuclear de La Reina, en tanto, se irradian plasma, sangre, algunos fármacos. Todo esto es de uso relevante en pacientes que tienen su sistema inmunodeprimido.
Otra aplicación de importancia de la irradiación es la esterilización de tejidos (piel y óseos) para injertos y trasplantes en pacientes con quemaduras graves y en tratamientos traumatológicos. En el centro de La Reina existe un laboratorio de procesamiento de tejidos biológicos que provee este material radioesterilizado a hospitales de la Región Metropolitana y de Concepción.
La seguridad
La salud y seguridad de quienes trabajan cerca de fuentes radiactivas es otra de las tareas que la ley asigna a la CChEN.
La Comisión controla a las instalaciones con mayor nivel de riesgo, de primera categoría: radiografía industrial, cobaltoterapia, medicina nuclear, entre otras. Pero, las de segunda y tercera categoría (rayos x y dentales) están bajo control de las autoridades de Salud.
La CChEN presta servicios de dosimetría, para la detección periódica de radiaciones en las personas, que sirve a unos 4 mil usuarios, sobre todo en el área médica e industrial minera y metalúrgica. En esta última actividad es de gran importancia, ya que se usan sustancias radiactivas como trazadores y técnicas analíticas nucleares en diversos análisis químicos.
Hace pocos meses, se instaló en La Reina, un "contador de cuerpo entero" para detectar los niveles de contaminación interna en las personas.
Según Loreto Villanueva, la percepción de la CChEN es que el manejo del material radiactivo en el país se hace "en forma segura y responsable", sometidos a controles y a protocolos internacionales que evitan riesgos.
En 2005, se informaron de 13 emergencias: lo más frecuente, robo de fuentes móviles (como las que miden densidad en los caminos), incendio de un laboratorio o aplastamiento, en general sin salida del material de su contenedor ni daño a personas.
El caso del operario de Celco que halló una fuente de Iridio fuera de su cápsula y la manipuló con graves consecuencias es un accidente muy excepcional, aseguran en la CChEN.
La emergencia hizo revisar la capacitación de personas sujetas a control radiológico. Y también permitió comprobar la cooperación internacional en la asistencia de este tipo de accidentes, que no suman más de 12 anuales en el mundo.
EN INTERNET
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¿Y los desechos radiactivos?
La recolección, traslado, tratamiento y disposición de los desechos radiactivos en todo el país está a cargo de la Comisión Chilena de Energía Nuclear.
Para el manejo de estas sustancias residuales provenientes de las numerosas aplicaciones médicas, mineras y agrícolas existe una gestión a cargo de profesionales especializados.
El volumen anual de desechos de material radiactivo es de 10 metros cúbicos, que una vez compactados y tratados se reducen a 2 metros cúbicos. Su destino final es una matriz de cemento para su inmovilización en el Centro de Estudios Nucleares de Lo Aguirre, en la Ruta 68. El tiempo en que se guardarán en esas condiciones dependerá del periodo de desintegración del desecho: los hay por 30 o 40 años y otros de más larga vida, como el Cesio 137, respecto del cual hay que pensar en un almacenamiento de 300 años.
La matriz de cemento se testea y luego todo sitio de disposición está sujeto a fuertes medidas de protección física y de seguridad para evitar accidentes o emergencias.