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Economía
MULTIS CHILENAS GENERAN LA MITAD DE SUS INGRESOS EN EL EXTERIOR
29/06/2010

Chacarero apasionado de flores y acelgas, del mate y la política

Clarín

Claudio Aliscioni

Tiene unos ojos chiquitos y vivaces que parecen haberlo visto todo. Pero su semblante general es melancólico, con la belleza turbadora de un retrato de payasos tristes.

Cuando lo visité por primera vez, hace cinco años, José Mujica blandía una azada y de a ratos carpía su huerta casera repleta de tomates, chauchas y zapallitos verdes. Nada ha cambiado demasiado en esa finca de Rincón del Cerro, en los bordes mal cosidos de Montevideo. Ahora la casa austera con techos de chapa y pisos de cemento ha sido otra vez pintada a la cal. Pero aún sigue pesando en el aire la certeza de que, para su dueño, el universo reduce su validez a un par de principios elementales y permanentes -la tierra como emblema de lo firme; el viento y su libertad; la insistencia del agua que todo lo rompe, los amigos, el amor, las creencias compartidas. Como si lo demás fuera vanidad y simple mal gusto. "Hay que andar liviano de equipaje y ser sencillo. En 500 años ni polvo somos", me dijo el sábado último, en una segunda visita.

Sus amigos lo quieren bien; la piedad, en cambio, no es un programa para sus enemigos: directamente lo detestan. Se comprende el motivo porque nunca hubo gris en la vida de este hombre retacón, sencillo y al tiempo desconfiado. Mientras me habla, me agarra del hombro, me toma del brazo, me golpea suavemente en el pecho. La pasión lo quema. A veces, ante algunas cuestiones, sus ojos le brillan como charcos alumbrados por la luna. Pero enseguida se apagan, como si sus secretos, sus culpas y sus miedos lograran enturbiarle la mirada.

Nació hace 75 años en Paso de la Arena, zona de calas, piedras y guitarras, en los suburbios de esta capital. Es muy común oír a los amigos de Mujica: "El Pepe -como lo llaman- venera a su madre". Demetrio, el padre, fue un pequeño estanciero que terminó en la ruina. Cuando murió, José cursaba el tercer grado y su madre, Lucy Cordano, ayudada por su hijo, se dedicó a cultivar flores y algunas verduras. Con su hermana María Eudosia, seis años menor, vivían en una tierra húmeda y generosa, al borde mismo del río Santa Lucía. Dilermando Dos Reis, un amigo de la primaria, recuerda hoy: "Había ropas remendadas, necesidades, pero nunca pasamos hambre. Uruguay todavía no conocía la miseria".

En aquellos años, para un montevideano del pueblo, la geografía del mundo conocido cabía entera en la cabeza de un alfiler. La bicicleta era el pasaje al resto del planeta. Quienes lo conocen no pueden olvidar su sonrisa franca cuando Mujica iba a entrenar, muy cerca de donde hoy vive, entre los 13 y los 17 años. "Llegó a correr en primera en el Club Ciclista Universal de Canelones", evoca con entusiasmo su amigo Dos Reis. "Pasaba todos los días por mi taller de bicicletas". Es que, como lo ha dicho Mujica alguna vez, "el ciclismo tuvo el efecto de agrandarme el mundo. De golpe, Montevideo nos quedó chico y salimos a la aventura". Hubo entonces poco de fútbol, algo de estudio, mucho de trabajo y una devoción inigualable por los amigos y el barrio. "Era un poco patadura para la pelota, pero fiel hincha del Cerro", dictamina hoy el senador Eleuterio Fernández Huidobro, compadre en Tupamaros. Su amigo, el antropólogo Renzo Pi Hugarte, aclara: "Eso es cierto, pero la bicicleta era su fuerte. Además, nos causaba admiración que en esos días -ya era huérfano de padre- mantenía a la familia con su trabajo en el campo".

Habiendo cursado la preparatoria para ingresar a Derecho, lo que nunca concretó, Mujica tuvo otras pasiones. Alguien hace ya mucho, le preguntó qué prefería: si la poesía isabelina inglesa o la española. "¡La española!", dijo rápido recitando de memoria una belleza de Quevedo, con el acento plano, sin sobresaltos, de un cura musitando el latín. Pi Hugarte y Omar Moreira, profesor de Literatura, lo validan: "Su preferida, naturalmente, era la del Siglo de Oro Español. Pero hay otra cosa que poca gente sabe ¿Conocía usted que en aquella época el Pepe tocaba el piano?". Las mujeres también le ocupaban las horas. "En esa época usaba el pelo bien corto y con una patilla larga y tupida, por lo que le decíamos Facundo, por Quiroga", dice Dos Reis. "Era un tipo alegre", agrega Moreira, "andaba siempre bien peinado y tenía su pinta. Hubo algunas novias, pero lo preocupaba el futuro de su hogar".

¿Será cierto que Mujica le habla a las plantas? "Claro, no es un chiste", advierte Miguel Angel Campodónico, su mejor biógrafo. "Una vez, en un reportaje radial, contó sus experiencias de botánico improvisado". Y Mujica asiente, riendo: "Un simple yuyito, por su color, me dice si hay nitrógeno u otro mineral necesario. Una gramínea incluso me habla por la forma que tiene. Yo observo a los trifolios de las leguminosas y advierto que buscan el mejor grado de incidencia de luz. Hay una multitud de lenguajes, de señales, que me despiertan admiración". Luego se detiene, ensimismado, y ceba unos mates despacito, echando el agua al costado de la bombilla. Lo acaricia con un trapito, lo seca por debajo como una tía de barrio, y lo entrega mansamente, con esa suavidad amorosa con que se sostienen los relicarios. "No forcemos el mate", me pide en el acto.

Hoy Mujica continúa entregado al campo con la fidelidad austera de un jesuita en penitencia. Y eso acaso defina un aspecto de su perfil de gobierno: "El que compra tierra -ha dicho- nunca pierde". Sin hijos y con su mujer, la ex guerrillera y hoy senadora Lucía Topolansky, hace un cuarto de siglo que se dedica a la producción de flores, acelgas y alfalfa en un predio de 14 hectáreas. La presidencia le cambiará la vida, claro; pero a él parece no importarle demasiado. Le resbala la idea. En verdad, su credo más íntimo y definitivo parece reducir todo a lo que es tangible, demostrable, efectivo."Nosotros también queríamos cambiar el mundo", me dijo. "Ahora me conformo con cambiar la vereda".

Está en camino de hacer historia, pero no parece abrumado. Es el primer ex-guerrillero en convertirse en presidente de Uruguay. Junto con Raúl Sendic, ya fallecido, y otros izquierdistas, fundó el Movimiento Tupamaros, que surgió a la lucha armada el 31 de julio de 1963, cuando uno de sus comandos asaltó la Sociedad de Tiro Suiza de Nueva Helvecia, en Colonia. Lo apresaron dos veces y en otras tantas fugó del Penal de Punta Carretas, donde hoy funciona un shopping. Su primer arresto es una definición de principios. Huidobro lo recuerda todavía: "Fue en un asalto a la empresa Sudamtex, en 1964. Pepe le hizo creer a la policía que era un ladrón común. Nada heroico, nada prestigioso. Quedó quemado ante la familia, los amigos, la gente. Pero no podía desclavar a los Tupa que recién se estaban formando".

Estuvo ocho meses a la sombra. En esos días ilegales, caminaba contra la pared, soportando el miedo, gacha la cabeza y hablando entre dientes, como los conspiradores. Vivió bajo nombres prestados y simuló ser otro. Una vez fue Ulpiano, otra vez fue Facundo. Hasta que, en 1970, alguien lo batió y en el bar La Vía de Montevideo una patrulla de policías le atravesó el cuerpo con seis disparos. "Lo balearon hasta en el suelo", evoca Campodónico, "y le dañaron el bazo. Tres meses de hospital". Su último período de detención duró trece años, desde 1972. Salió en libertad con la democracia y gracias a una amnistía. Era el año 1985.

"¿Se arrepiente de algo?", le pregunté en su casa. Hizo silencio, miró al piso y comenzó a acariciarse los cabellos, como si por allí circularan los episodios de su vida. "No haber sido una mejor persona", respondió al fin de un largo recuento. Pero enseguida agregó: "Lo peor es que no fuimos útiles al pueblo uruguayo para parar el golpe que se venía. Ese es el mayor fracaso de los Tupa, creo".

Sus enemigos, claro, no piensan igual. Le recriminan un pasado de muerte y violencia, lo acusan de haber ahogado al país en su propia sangre. Mujica, para ellos, merece la esquina más ardiente del infierno. Después hay otros reproches más livianos: que viva en un "sucucho", que se pelee con la gramática, que sea un boca sucia, que arrastre los pantalones. Curiosamente, es esto lo que atrae a los de la otra vereda porque Mujica -sienten- no es un vendedor de humo: habla como ellos, besa sin fruncirse a los pobres, se sienta en latas de querosene, se limpia la nariz con la camisa, come asado con las manos y anda en chancleta con medias.

A la hora de las cuentas, sin embargo, son los hijos los que pesan. O mejor, su falta. Quienes lo conocen recuerdan que estuvo en pareja a los 18, que armó una casa y que luego se separó. "Antes de Lucía tuvo varias compañeras y hasta es posible que le pese no haber tenido hijos", dice Campodónico. Su biógrafo ha hecho hincapié en la compleja vida amorosa del guerrillero. Mujica asiente: "Por eso siempre busqué a pares del grupo. Después, como siempre, nos alejaron los balazos".

Lo demás ya es conocido. Bajo la democracia, los "tupas" aceptaron el sistema político y, en 1989, se incorporaron al Frente Amplio. Mujica fue electo diputado en 1995 y senador en 2000. En 2005, el presidente Tabaré Vázquez lo nombró ministro de Ganadería. Tras abandonar el gabinete en 2008, fue proclamado candidato oficial del Frente al vencer en internas a su principal rival Danilo Astori, hoy su compañero de fórmula. Aún ahora Mujica huye de la buena ropa como los gatos del agua. A sus 74 años la carrera presidencial lo forzó al traje -ya abjuró de la corbata- y al recorte fino del bigote. No parece que el poder lo haya vuelto un hombre complicado. Pero sus problemas peores son de otra densidad, ligados a una lengua sin templanza. Y esto recrudece ahora, cuando la obligación de Estado lo ata al formol de las sillas oficiales bien lustradas. Hace poco, los argentinos fuimos objeto del azote de sus pullas, cuando calificó a los peronistas de "patoteros" y execró a la dirigencia por haber perdido US$ 28.000 millones en la crisis del campo.

El nuevo presidente apuesta a un trabajo común con los empresarios. Aunque algunos desconfían, otros no se detienen tanto en la zona de la cual viene sino que les atrae conocer el área hacia adonde va. Hace poco, Mujica esbozó una definición de principios que lo define en su perfil más fino: "A la burguesía -dijo entonces- yo la quiero ordeñar, no la quiero aplastar. El tipo avivado agarra la vaca lechera, la carnea, le vende los cuartos traseros al carnicero y encima se hace un buen asado. En cambio, el tipo inteligente la pastorea y la ordeña cada día. Pero la deja comer". De eso se trata.

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EL PEPE. EN SU HUMILDE CHACRA: DICE QUE DE AHÍ NO SE VA.

Mujica quiere seguir viviendo en su humilde chacra

Clarín

No va a ser fácil convencer a José Mujica. Es que el nuevo presidente quiere seguir viviendo en su chacra de Rincón del Cerro, en los suburbios de Montevideo, en una humilde casa que pasará a convertirse en su residencia oficial.

El problema es que, si se cumple el deseo, el gobierno tendrá graves problemas de seguridad para custodiarlo. El sábado, cuando este cronista lo visitó en su morada, Mujica dijo que iba a hacerle algunos cambios, en especial en una pieza agregada a la vivienda a la que llevaría electricidad para que pudiese alojar a la guardia presidencial.

"¿Vos te creés que voy a despachar desde aquí los asuntos oficiales? No, m'hijo. Yo aquí sólo vendría a dormir con Lucía" Topolansky, su esposa, comentó a este enviado mientras lo seguía a las zancadas, esquivando latas, por las galerías con techo de chapa que rodean la vivienda.

La casa está cobijada por una espesa fronda en un amplio descampado que es una pesadilla para la seguridad. Es un campo de 14 hectáreas en el que la pareja presidencial cultiva cereales.

Fuentes oficiales dijeron a Clarín que, si al final se accede a los deseos de Mujica, se levantarán más cercas y un alto muro para resguardar la intimidad de la vivienda, que en la actualidad está casi a la vista, protegida apenas por unos árboles y un par de perros. Asimismo, la idea es dotar a la propiedad de varias torres de vigilancia que mejoren la seguridad global del predio.

 

Mujica elogió a Lula por recibir a Ahmadinejad

Clarín
El frenteamplista José Mujica, favorito a ganar el balotaje de mañana y convertirse en el nuevo presidente de Uruguay, volvió ayer a mostrar su admiración por Lula Da Silva. Fue cuando defendió como "genial" la decisión del jefe de Estado brasileño de recibir esta semana en el Planalto al polémico líder iraní, Mahmud Ahmadinejad.

"Me pareció genial de parte de Lula", comentó Mujica en el curso de una entrevista que concedió al diario brasileño Folha de Sao Paulo, que la publicó en su edición de ayer.

Para el postulante uruguayo, la comunidad internacional comete "un error" al aislar al dirigente de Teherán, que es sumamente criticado por haber negado el Holocausto y haber llamado a "borrar de la faz de la Tierra" a Israel.

Asimismo, una serie de potencias, encabezadas por Estados Unidos, cuestionan al plan nuclear persa, del que sospechan que tiene objetivos militares. Teherán, en cambio, sostiene que su fin es pacífico. Recientemente, Ahmadinejad incorporó a su gobierno a funcionarios cuya captura es requerida por la Interpol por su presunta participación en el atentado de la AMIA.

"Cuando más se haga un cerco a Irán, tanto más será peor para todo el mundo. Lo que está haciendo Lula es algo que me parece notablemente inteligente. La vida me enseñó que uno no debe acorralar. Es un error acorralar. El que acorrala obliga (al otro) a luchar... El mundo no necesita guerras. Necesita salidas", sostuvo el senador del Frente Amplio, que encabeza las encuestas con ocho puntos de ventaja promedio en intención de voto sobre su rival, el ex presidente Luis Lacalle, del Partido Nacional.

Fueron variadas las reacciones en Montevideo a las declaraciones de Lula, según consultas de Clarín aquí.

El senador Luis Heder, del opositor Partido Nacional, rechazó las alabanzas de Mujica: "Es la intolerancia la que debe ser acorralada. Es una falta de respeto a la humanidad que aún haya un dirigente que no reconozca el Holocausto", comentó.

A su vez, el senador oficialista, Rafael Michelini, dijo compartir el criterio de Mujica porque "el pueblo uruguayo favorece la paz y el diálogo". Evocó, al respecto, que Uruguay es uno de los países redactores de la resolución de la ONU que reconoció al Estado de Israel.

El diputado León Lev, también oficialista, se excusó ante este enviado de opinar afirmando que su gobierno "ha mantenido un respetuoso silencio sobre si Brasil debía o no recibir a Ahmadinejad".

La admiración de Mujica por Lula es un viejo tópico en Uruguay. Antes del primer turno electoral, el candidato del Frente Amplio explicó a un grupo de periodistas extranjeros -entre ellos, este enviado- las razones de su aprecio por el brasileño: "Por la vía de las negociaciones -sostuvo-, Lula ha logrado transformar los conflictos en una salida. Se trata de lograr algo discutiendo, algo que no será ideal pero igual vamos marchando".

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