POTASH: SE COMPLICA ACUERDO CON BHP. EMPRESA RUSA INTERESADA
Inflación: narrativas teóricas y esoterismoPor Nicolás Salvatore
La Nación
Destacados economistas argentinos (ver, por ejemplo, Universidad Di Tella) descubrieron "dominancia fiscal" e inflación de origen monetario desde 2007 en adelante, aquí, en la Argentina, en donde hubo durante todo el período un superávit fiscal primario récord histórico (últimos 60 o 70 años). Notable.
Primera clase de Macro I de la UBA. El Gasto Público (G), es un componente de la Demanda Agregada (DA), una variable real, no monetaria. Si en estos años, con un enorme superávit fiscal (hoy equilibrio, moneda más o menos), el Gobierno aumentó G al 30% anual, genera un fenomenal impulso de DA, demandando base monetaria para financiarlo. Inflación de origen real, no monetario.
Frente a esta hipótesis de la oligarquía agromediática, el Gobierno progresista ha establecido las causas de la (no) inflación. Sólo el 80% del argumento es falso. Dados los antecedentes, es motivo de celebración.
1- Teorema Boudou-Felleti: "Reacomodamiento de precios". No es tan descabellado como parece. Si la demanda de alimentos sufre un shock de una vez y para siempre, es razonable conjeturar que los precios arbitren, sin desatarse un proceso inflacionario. Lo que no han alcanzado a advertir los autores es la diferencia entre un shock de carácter transitorio y otro de carácter permanente. Por ejemplo, los shocks petroleros de los años setenta fueron un push de oferta único, pero su "persistencia" aceleró la inflación en forma permanente. El año pasado, el Gobierno aumentó 20% la jubilación mínima (4,2 millones de jubilados) -y lo hará todos los años siguiendo la Ley-, y además otorgó la asignación por hijo (que, imagino, actualizará por inflación -es un Gobierno progresista). Los pobres y los jubilados pobres no ahorran y, además, demandan sólo alimentos, especialmente carne. ¿ Shock transitorio o permanente?
2. Teorema I Marcó del Pont-Kulfas: "Insuficiencia de Inversión". A la salida de una recesión, es decir, con un formidable stock de capacidad instalada ociosa, y una inflación volando al 35% anual. En las fronteras del conocimiento.
3. Teorema II Marcó del Pont-Kulfas. "Tasas de interés altas". Primero, el mercado de crédito argentino alcanza el 11% del PBI y, por ende, el mecanismo de transmisión de la política monetaria (vía baja de tasas de interés) es extremadamente débil. Segundo, si hay una medida que jamás habría que tomar para combatir la inflación, de manual, es incentivar tasas de interés reales 20 o 30 puntos negativas. Mucho crédito a los amigos del Banco Nación, poca biblioteca.
4. Teorema Moreno-Itzcovitch: "Carne". De lo más sensato (imagine el lector qué mal que andamos...). En Febrero, para Buenos Aires City la inflación fue de 2,9%. La "incidencia" de alimentos fue 2,1%, la mitad explicada por la carne. Es decir, del 3% de inflación mensual, 1% fue carne. Obviamente, no es suficiente para dar cuenta de semejante proceso inflacionario, pero importa. Un detalle: la culpa no es de Buzzi y De Angeli, sino de Néstor Kirchner. En primer lugar, porque los argentinos comemos carne y, como se ha dicho, una gran mayoría de argentinos demandó alimentos en los últimos seis meses. En segundo lugar, porque la Argentina produce y exporta lo que consume, a un mundo que tiene una demanda infinita. Problema de demanda, no de oferta. Por cierto, el abordaje de este problema en 2008 no ha sido la política más feliz de este Gobierno.
5. Teorema AEDA, CEFID-AR, Recalde: "El afán de lucro capitalista". Con un proceso de aceleración inflacionaria ya lanzado, los oligopolios aceleran la tasa de inflación, sin dudas, porque toman "decisiones de precio" (R. Frenkel, 1979). Pero nunca disparan el proceso inflacionario. Al menos, nunca ha ocurrido. Los mismos grupos concentrados existían en la Argentina en 2005, y en América latina, cuyo PBI crece al 5% con 5% de inflación hace 10 años, y en el capitalismo mundial, en donde hay una inflación (muy) inferior al 10% anual. ¿Serán los capitalistas argentinos, los más avaros del mundo, más avaros que hace 5 años?
¿Causas de inflación actual? No lo puedo decir aquí, gratis. Comprenderá el lector, en nuestros días, el sentido común cotiza en bolsa.
¿Exito en el canje, pero no con las tasas?Jorge Oviedo
EN el mercado descuentan que el canje de deuda tendrá una alta adhesión. "Han deslizado que la adhesión superará el 60 por ciento. Si Barclays dice eso es porque están seguros de que van a tener arriba del 75%; la única explicación es que la oferta va a ser muy generosa", dice un financista que vigila de cerca la operación.
Muchos piensan que la estrategia será armar un discurso para los medios de comunicación y el público en general que permita afirmar que quienes entren en esta segunda etapa cobrarán menos que los que arreglaron en la primera tanda, pero que la verdad oculta tras las cuentas financieras será la contraria. "Va a ser una mejor propuesta y van a pagar más, van a reconocer intereses caídos desde 2005 y van a patear vencimientos para adelante, no hay ninguna duda que la estrategia es lograr la mayor liquidez ahora y pasar los pagos para el futuro", dice un banquero.
Bajo riesgo judicial
Nadie parece creer tampoco que los bonistas que entraron en la primera oferta tenga ahora demasiada voluntad para reclamar judicialmente. "Hay que ver si había alguna cláusula, pero en todo caso dejarán abierta la posibilidad para que los descontentos se sumen al acuerdo que se lanzará ahora y así se termina cualquier disputa", dijo otro financista.
La posible reapertura de quienes entraron en el primer acuerdo para que se sumen al segundo daría lugar a sospechas. ¿Por qué si alguien hizo un acuerdo mejor antes se sumaría ahora a éste para cobrar menos?", es el razonamiento de otro analista.
Las cotizaciones de los bonos ha mejorado mucho, mostrando que los operadores descuentan que el Gobierno va a favorecerlos. Pero si las autoridades buscan con ello un mejor clima financiero, por ahora no lo estarían logrando. Los informes del Banco Ciudad, por ejemplo, detectaron desde principios de marzo ese divorcio entre los mercados de bonos y el sistema financiero que parece natural. El pago con reservas quita respaldo a los tenedores de pesos y depósitos bancarios y en cambio garantiza la cancelación de obligaciones con los tenedores de títulos. El contagio de la baja de la tasa de interés implícita en los bonos a las que deben pagar empresas y particulares, y que el Gobierno cree que ocurrirá automáticamente, parece negarse a aparecer.
El enemigo más temido de los KirchnerFernando Laborda
Un viejo consejo político indica que se debe hablar lo menos posible en público del enemigo al que más se le teme. Si se sigue esa consigna, parece claro que no es el vicepresidente Julio Cobos quien más atemoriza a los Kirchner. Por el contrario, a estas alturas, suena ingenuo que en el kirchnerismo no se haya advertido que cada mención desde la Casa Rosada a Cobos no hace más que darle aire y aumentar su crédito en la opinión pública.
No deja de ser sorprendente que, en las últimas horas, hombres del gobierno nacional salieran a pegarle al vicepresidente, asociándolo al enemigo más temido del matrimonio presidencial: la inflación. Cobos había expresado que la inflación "no se puede negar", como tampoco la pérdida del poder adquisitivo. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, dijo que aquél estaba faltando a la verdad, al tiempo que otras voces del oficialismo lo acusaron de estar conspirando para elevar las expectativas de inflación en la sociedad.
Llama la atención que nadie en el Gobierno apunte por el mismo motivo hacia el líder de la CGT, Hugo Moyano, quien ha proclamado una y otra vez que las cifras sobre el costo de vida del Indec carecen de credibilidad y que la mejor vara para medir el impacto de la inflación son las góndolas de los supermercados.
Pero a los Kirchner no les gusta contradecir en público a Moyano. Porque en el fondo le temen y, aunque sea visto hoy como un aliado del oficialismo, creen que es uno de los pocos que podrían desestabilizar su gobierno. Es que el dirigente camionero representa el poder de la calle que tanto cuidó la pareja presidencial desde que llegó a Balcarce 50, hace casi siete años.
Los Kirchner también han ordenado que no se hable de inflación. Precisamente porque también le temen. Por eso el ministro Amado Boudou ha preferido interpretar que los precios no suben sino que se "reacomodan" o que en lugar de un estallido inflacionario hay "una tensión de precios". Un palabrerío que, lejos de aclarar el problema que sufre la sociedad, lo oscurece y que, lejos de ocultarlo, hace que todos hablen más de él y que muchos sientan que el Gobierno los toma por tontos.
¿Por qué la inflación es el enemigo más temido de los Kirchner? Porque afecta a todos los sectores sociales, pero de manera especial a los más desprotegidos y a los asalariados de clase media baja.
Desde la crisis del campo la imagen positiva del matrimonio gobernante se halla estabilizada entre el 20 y el 30 por ciento, y su imagen negativa se acerca al 60 por ciento, por lo cual su competitividad electoral está gravemente herida. No obstante, hay un dato no menor: el piso de los Kirchner se encuentra consolidado entre el 20 y el 22 por ciento del electorado. No es un número con el que puedan volver a ganar una elección general, pero es un valor más que respetable para condicionar a sus rivales.
Forman ese piso núcleos intelectuales vinculados a un pensamiento populista y de centroizquierda, minoritarios pero influyentes; sectores bajos y medios bajos, y el aparato clientelista que vive de los subsidios.
Pero no hay plan social que aguante si los aumentos de precios carcomen los bolsillos de los más humildes. Y ante la falta de respuestas y el agotamiento de las estrategias intervencionistas de Guillermo Moreno, sólo queda echarle la culpa a Cobos.
Verdades a medias, mentiras impiadosasNéstor O. Scibona
Si no fuera porque los argentinos sufren las consecuencias, muchos elementos del cambiante discurso oficial resultarían tragicómicos. Una semana se dice que el (mal) impuesto al cheque es inamovible e innegociable, porque de lo contrario se desfinanciaría al sistema jubilatorio y al Tesoro Nacional. A la semana siguiente el Gobierno descubre, después de siete años, que ese impuesto es distorsivo y que la solución sería derogarlo, pero no ahora sino el año entrante. Sin embargo, no precisa de dónde provendrían los 24.000 millones de pesos anuales para reemplazar esa pérdida de ingresos. Dado que la presidenta Cristina Kirchner asegura que no piensa moderar el fuerte aumento del gasto público, que supera al incremento de los recursos, las opciones serían subir otros gravámenes o un mayor impuesto inflacionario. Resultado: lo que en principio sería una buena noticia para la economía se transforma en otra fuente de incertidumbre.
Otro tanto ocurre con el uso de reservas del Banco Central, que acaba de ser destrabado por la Justicia. Ideado para apuntalar el canje de deuda en default, el Gobierno se aferró con uñas y dientes a los decretos de necesidad cuya urgencia nunca pudo justificar. No obstante, habrán transcurrido 120 días entre el anuncio del primitivo Fondo del Bicentenario y el lanzamiento del canje en los mercados internacionales, previsto para el 14 de abril. Durante ese lapso hubo tiempo de sobra para debatir y acordar una ley en el Congreso. Pero, en cambio, el kirchnerismo optó por agudizar el conflicto de poderes que no sólo consumió todo el primer trimestre y modificó traumáticamente la conducción del BCRA, sino que alteró las expectativas de un año en el que la actividad económica tiene mucho más para ganar que para perder.
No se necesita demasiada sagacidad para advertir el origen de estas notorias contradicciones. El manual básico del kirchnerismo está basado en medias verdades, apoyadas en sofismas, que es otra forma de mentir. Rara vez concuerdan las dos mitades del mismo billete. La anunciada derogación del impuesto al cheque oculta la intención de embarrar la cancha y vaciar de contenido al proyecto opositor de forzar una distribución automática más equitativa entre la Nación y las provincias. El controvertido DNU que crea el Fondo de Desendeudamiento hace lo propio con la idea de usar las reservas del BCRA para liberar otros recursos que se destinarán a financiar el imparable ritmo del gasto público. Cuando el ministro Amado Boudou asegura que es prematuro ampliar el Presupuesto 2010 no dice que, al haber subestimado las previsiones de crecimiento del PBI, de gasto y de recaudación, la Casa Rosada se reserva nuevamente este año un mayor margen de gasto para redistribuir en forma discrecional -vía superpoderes- como premios o castigos políticos.
De eso no se habla
La repetición sistemática de una mentira no la transforma en una verdad. Tampoco la omisión de un problema equivale a lograr su solución, sino todo lo contrario. Aunque el Gobierno haya borrado de su vocabulario la palabra inflación, la suba de precios es generalizada e inocultable.
El relevamiento que realiza periódicamente esta columna, sobre una canasta de productos de consumo masivo en la misma sucursal porteña de una cadena líder de supermercados, muestra que el valor del ticket pasó de un total de 396,7 pesos en febrero a 427,9 en marzo, lo que implica un incremento de 7,8% de un mes a otro. Sobre un total de 30 productos, 24 registraron aumentos y sólo dos tuvieron retrocesos: el jamón cocido (-14,6%) y la carne picada especial (-13,2%). Las mayores alzas, en cambio, correspondieron a dos sustitutos de la carne vacuna, como las supremas de pollo (68,9%) y pata-muslo (31,8%), además de las berenjenas (42,9%) y los zapallitos redondos (34,3%). También exhibieron subas de dos dígitos la variedad light de una gaseosa de primera marca (21%); leche para bebes (13,8%); queso en barra (10,8%); papel higiénico (24%); café (13,2%); pimientos (10%) y papas (16,7%), seguidos por yerba mate (9,5%); azúcar (9,4%); postres dietéticos (7,9%) y milanesa cuadrada (5,5%).
Con respecto al valor de compra de esos mismos productos en el mismo supermercado hace 12 meses (334,6 pesos), el aumento alcanza a nada menos que 27,8%, sin considerar los descuentos por compras con tarjeta. Las subas anuales más impactantes corresponden a pimientos (261%) y berenjenas (234%), aunque las que más pesan en el bolsillo de los consumidores son milanesa cuadrada (90,6%); supremas de pollo (80,9%); pata-muslo (47,8%); papas (52,4%); azúcar (36%); leche para bebes (28,8%); café (23,6%); yerba mate (19%); queso en barra (36,7%); papel higiénico (21%); bebidas gaseosas y agua mineral (entre 13,6 y 17,7%) y pan francés (14,3%).
Por su formación académica, el ministro Boudou no puede ignorar que las políticas muy expansivas para forzar la suba del consumo y del PBI tienen más que ver con el problema inflacionario que con su solución. Al responsabilizar sólo a empresas y comerciantes por el alza de precios, vuelve a un diagnóstico primitivo que atrasa varias décadas. En la Argentina, las empresas y cadenas comerciales son las mismas que hace cinco años, cuando la inflación real no superaba el 6%.
Lo mismo ocurre cuando apela al curioso eufemismo de "tensión de precios" para caracterizar la inflación y la considera un subproducto de la actual recuperación de la actividad económica. Doble problema. Si no se reconoce la enfermedad, difícilmente se acierte con el tratamiento. Pero, peor aún, no es cierto que para que el PBI se recupere al 6/7% anual después de la recesión de 2009 -no reconocida por el Indec- la inflación deba ubicarse por bastante por encima del 20% anual (como tampoco lo admite el Indec). Sin ir más lejos, la economía brasileña está creciendo a más de 5% con una inflación de menos de 4%. Algo debe fallar en el diagnóstico y esto afecta los pronósticos. Así como los sindicatos se preocupan por los precios de las góndolas para negociar en paritarias aumentos salariales con un piso de 25% (el triple que la inflación del Indec) y la venia oficial, los empresarios se inquietan porque el Banco Central mantiene el dólar casi planchado desde hace meses para no alimentar la inflación, lo cual es un presagio de deterioro del tipo de cambio real y de mayores costos en dólares.
La mitad de la verdad no mencionada en los discursos oficiales es cuando se promueven políticas pro inflacionarias (intensivas en gasto estatal o endeudamiento) y se tratan de encubrir mediante aumentos de sueldos en el sector público y privado que crean la ilusión de que es posible "ganarle" a la inflación con más plata en el bolsillo, se termina deteriorando el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables, como ya ocurre con la asignación por hijo. Hasta el ministro Boudou tuvo un acto fallido en el Congreso cuando le enrostró al gobierno de la Alianza haber aplicado en 2001 el desesperado e impopular ajuste "nominal" (sic) en las jubilaciones y sueldos del sector público, que entonces fue de 13%. Aunque varíen las magnitudes y no lo haga explícito, también hay un ajuste "real" si la inflación trepa al 25% anual y las jubilaciones suben 16%.
Kirchner gana batallas, pero ¿está ganando la guerra?Por Mariano Grondona
Según el diputado Juan Carlos Vega, el problema de Kirchner es que tiene una concepción bélica de la política. El gran analista militar Carl von Clausewitz definió la guerra como "la continuación de la política por otros medios". Primero venía, entonces, la diplomacia y sólo después, si ésta fracasaba, venía la guerra. Esta prioridad de los medios pacíficos de lucha sobre los medios violentos se acentúa cuando se pasa del campo internacional al campo interno, en el que la pugna de los protagonistas por el poder se parece más a un deporte , ya que en él después de la lucha en la que alguien gana y alguien pierde, los rivales se dan la mano. Es que no pretenden aniquilarse en un campo de batalla, sino obtener solamente el favor del electorado hasta la próxima elección. Por eso en la democracia, en lugar del concepto de "guerra" prevalece el concepto de "competencia" que no excluye el diálogo, y hasta la amistad, entre los contendientes que comparten, en definitiva, un destino común.
Este criterio, compartido por los diversos segmentos de la oposición, ¿es acaso el del propio Kirchner? ¿O él vive cada uno de los episodios de nuestra competencia democrática como si estuviera en medio de una lucha a muerte por todo o nada, cuya salida no puede ser otra que la exaltación o la humillación del rival, del "adversario" convertido en "enemigo"? Kirchner divide nuestra vida política entre aquellos que se le someten y aquellos que lo resisten, y por eso ha llamado a su movimiento Frente para la Victoria, como si la necesidad compulsiva de ganar fuera su excluyente ideología, más acá de ideales superadores como el del "bien común" que, según la ética clásica, debiera sobrevolar a las ambiciones parciales.
En el plano teórico, esta versión belicista de la política es incompatible con la democracia. Si en el plano de la teoría la actitud de Kirchner debiera ser rechazada por atentar contra el pluralismo republicano, ¿no está teniendo para él consecuencias favorables en el escabroso terreno de la práctica? Pese a un impulso reñido con la democracia, ¿no le está ganando Kirchner a sus opositores, aunque ellos estén mejor inspirados que él desde el punto de vista moral?
El orden de las batallas
El hecho es que Kirchner está ganando sus batallas. Está ganando acceso a los vastos recursos del ahora complaciente Banco Central. Hasta en nuestra América, contando con la buena voluntad de gobiernos como el uruguayo y el peruano que antes se le oponían, marcha en dirección de la presidencia de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) a la que empeñosamente aspira. En el Congreso, por otra parte, enerva la mayoría con la que cuentan en principio sus opositores mediante maniobras tan inescrupulosas como exitosas. Estas observaciones dan lugar a una pregunta inquietante: ¿no será que, como advierte el Evangelio, los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz?
Pero, contra esta inquietante sospecha, también vale advertir que, aun miradas desde la perspectiva "bélica" de Kirchner, una suma de batallas no es la guerra porque la historia abunda en ejemplos de generales victoriosos en batallas que terminaron perdiéndola. Pensemos, por ejemplo, en Napoleón y en Hitler, cuya poderosa corriente de victorias parciales desembocó en una catástrofe final. O pensemos en el general cartaginés Aníbal, quien después de asolar a Italia tuvo que retirarse de ella para defender, sin conseguirlo, a su propia patria. El ejemplo clásico de las victorias en batallas que terminaron mal lo dio el general griego Pirro, a quien el costo que pagaba por cada victoria en el suelo romano no lo acercaba al triunfo sino a la derrota final, y esto hasta el punto de que, después de ganar una gran batalla, exclamó: "¡Con otra victoria como ésta, estaré perdido!". De su caso salió la denominación de "victorias pírricas" que recibieron las victorias parciales tan costosas que presagiaban la hecatombe final.
La razón común de los "destinos pírricos" es que el vencedor de cada batalla, por carecer de reservas, reitera la tragedia de Pirro. Las causas inmediatas de las victorias parciales del propio Kirchner son dos: una, que en cada una de sus batallas pone tal voluntad de poder, mucho más intensa que las de sus oponentes, que hoy algunos empiezan a creerlo invencible, y la otra, que, para él, "ganar" equivale, por lo pronto, a destruir a quienes él considera sus enemigos. Pero ¿cuáles son las reservas con las que cuenta el ex presidente? Ellas disminuyen por el grave deterioro que su conflictiva imagen está sufriendo ante la opinión pública, un 70 por ciento de la cual le ha bajado el pulgar quizá porque, como acaba de señalar el cardenal Bergoglio, se ha cansado del ambiente de "crispación" que han creado las apuestas "bélicas" a todo o nada. Cuando Kirchner "gana", entonces, ¿gana o pierde? Si los resultados electorales del 28 de junio se mantienen, cuando deba enfrentar como debió hacerlo Menem frente a él mismo en 2003, una contundente imagen negativa en el ballottage de octubre de 2011 ante quien sea elevado por el método selectivo que el ballottage exige, ¿cómo hará para evitar la victoria final del candidato aún innominado que lo desafiará? De nada le valieron a Napoleón las cien batallas que había ganado cuando, después, llegó Waterloo.
La lógica de la guerra
El diccionario define a las batallas como "una serie de combates de un ejército con otro". La suerte de cada batalla es precisa, porque en ella un ejército gana y otro pierde. Pero no ocurre lo mismo con la guerra, cuya suerte incierta solo al fin desemboca en la "última batalla" que determinará su desenlace. La raíz etimológica de la palabra "guerra" es el indoeuropeo wir , que significa "confusión". Antes de Waterloo, nadie sabía si Napoleón ganaría o perdería la guerra. Lo que tendríamos que preguntarnos nosotros hoy es si el 30 de octubre de 2011, que es la fecha anunciada de nuestra "batalla final", Kirchner se topará, o no, con su Waterloo.
Cuando escribió sus Memorias sobre la Segunda Guerra Mundial , Winston Churchill extrajo de ellas la siguientes conclusiones morales: "En la guerra, determinación; en la derrota, desafío; en la victoria, magnanimidad; en la paz, buena voluntad". Este lema cuatridimensional era conducente mientras duraba la guerra porque en medio de su "confusión" nadie sabe si al fin ganará o perderá. Por eso, la primera virtud que exige la guerra es la "determinación" que templa a los ejércitos y a los pueblos. Nuestro pueblo y nuestros políticos, que aspiran a consolidar la democracia, tienen que saber desde ahora que, sea cual fuere la salida de cada batalla, sólo aquellos que sigan luchando hasta octubre de 2011 serán leales a su vocación. Todavía nos espera, entonces, un año y medio de "confusión". Llevado por su compulsión "cortoplacista", la inclinación de Kirchner es tomar cada batalla, cada "parte", como si fuera el todo. También Hitler se sentía alentado por su serie espectacular de victorias parciales sin advertir que la suma de todas estas "batallas" estaba preparando la alianza de todos aquellos que le temían hasta que, al fin, cayó Berlín.
Si su obsesión cortoplacista puede animar entonces, por ahora, a Kirchner, también es verdad que, si sus adversarios saben resistir sus embates sin mimetizarse por eso con él, la "guerra" que él le ha declarado a la democracia, y que se traduce en la intención de asegurar para él y su esposa un ciclo interminable de reelecciones, puede desembocar en la consolidación definitiva de esta democracia que, hace veintisiete años, inauguró Alfonsín.
Reglas más sólidas para el sistema financiero globalHay consenso para prevenir nuevos cimbronazos. América latina debe llevar una voz común a próximas reuniones.
Por: Ricardo Lagos
Clarín
Después de sus dos importantes triunfos políticos -la aprobación de su reforma al sistema de salud y el acuerdo con Rusia para la reducción de las armas estratégicas- el presidente Obama tiene ahora la cancha abierta para retornar al otro gran tema de su agenda doméstica: las regulaciones financieras. Eso de agenda doméstica es una manera de decir, porque tales cambios tienen una incidencia directa en el devenir financiero de todo el mundo.
Y si algún ejemplo se necesita, ahí está Grecia. Su situación conmociona a Europa. Dos hechos sorprenden en esta crisis: primero, recién ahora se descubre que algunas firmas de Wall Street ayudaban al gobierno griego a esconder sus deudas, y así seguir cumpliendo con la Regla de Maastricht, la cual determina que ningún país puede tener un déficit fiscal superior al 3% del producto. Si esto ocurrió entre 4 y 6 años, ¿por qué recién hoy se viene a descubrir?
Con razón emerge la pregunta: ¿cuál es la transparencia y la seguridad de los números con los cuales hoy el G-20 y el mundo se enfrentan a la crisis para definir los escenarios de futuro? Hace poco más de un mes, Henry Paulson Jr., ex secretario del Tesoro en Estados Unidos entre el 2006 y 2009, escribió un artículo señalando la urgencia de hacer dos cambios fundamentales al sistema norteamericano: primero, crear una entidad para monitorear los riesgos en el sistema y evitar que se produzcan nuevas rupturas en los mercados. Lo segundo, y más importante, dotar al gobierno de autoridad para imponer a cualquier entidad financiera una liquidación ordenada si enfrenta una quiebra; para minimizar el impacto en el resto del sistema.
El proyecto está avanzando en el Congreso de Estados Unidos y el senador Christopher J. Dodd propone la existencia de un Consejo de las entidades financieras reguladoras, presidido por el secretario del Tesoro Timothy Geithner, como un mecanismo de alerta frente a cualquier amenaza en el horizonte de las finanzas. Y, por cierto, dotarlo de las facultades necesarias para adoptar medidas frente a la amenaza de una crisis.
Mientras tanto, en Europa piensan no sólo en apagar incendios, sino también en reforzar instituciones. Y allí asoma un tema de fondo y más complejo, como lo ha insinuado Paul Krugman. La pregunta es ésta: ¿Es posible tener un Banco Central autónomo, donde se fija la política monetaria, pero a la vez tener tantas políticas fiscales como países forman parte del euro? Recuerdo que en una Cumbre entre América latina y Europa en el 2002, en un minuto de confianza, me permití hacer esta pregunta, señalando lo difícil que se veía la tarea de poder compatibilizar una sola política monetaria y tan distintas políticas fiscales.
En nuestros países, si hay una política fiscal restrictiva, el Banco Central puede ser más laxo respecto de la tasa de interés, pero si la política fiscal es muy expansiva, con seguridad el Banco Central aplicará elevadas tasas de interés, so pretexto de que no le dejan espacio para hacer su tarea.
Europa hasta ahora no tiene la respuesta, y los temas de esta naturaleza se encuentran en la primera línea del debate mundial. La cuestión de Grecia se ha despejado en parte, pero con una gran novedad: Europa decidió recurrir al Fondo Monetario Internacional además del apoyo que le puedan otorgar otros países europeos. Y aquí la paradoja puede convertirse en oportunidad. El FMI, hasta antes de la crisis, aparecía como una institución cuya misión no se veía muy clara. Ahora está en el primer lugar de las entidades a las cuales se mira para salvar al sistema financiero y en esto el liderazgo del economista francés Dominique Strauss-Kahn ha sido muy importante.
Hay un cambio en el análisis económico de la entidad y este Fondo ya no viene con sus viejas recetas de imponer ante situaciones de crisis la fórmula de apretarse el cinturón y gastar menos. Por el contrario, como ahora todos parecemos ser keynesianos, se dice que ante la crisis cabe tener paquetes de estímulo. Claro, no es fácil endeudarse cuando un país no ha sido previsor, pero lo concreto es que ahora Europa y el presidente del Banco Central Europeo miran al FMI.
El Fondo hará su tarea para salvar al euro, pero más allá de eso tendrá una nueva oportunidad: podrá demostrar cuánto ha comprendido que en las realidades políticas y sociales del mundo de hoy es obligatorio considerar también los efectos sociales de las medidas económicas que se proponen.
En dos meses y un poco más tendrá lugar la cita del G-20 en Toronto. Pero ya, en una carta difundida el 30 de marzo, un grupo de líderes señala por dónde debemos ir. En la misiva del grupo dirigente, suscrita por el presidente estadounidense Barack Obama, el primer ministro canadiense Stephen Harper, el presidente francés Nicolas Sarkozy, el presidente surcoreano Lee Myung-bak y el primer ministro británico Gordon Brown, se declara que el primer objetivo es "volver al crecimiento sostenido y la creación de empleo". Y luego agregan: "Necesitamos diseñar estrategias cooperativas y trabajar juntos para asegurar que nuestras políticas fiscal, monetaria, de tipo de cambio, comercial y estructural sean consistentes con un crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado".
Hay situaciones nuevas en marcha. China y otros países buscan tener una parte menor de sus reservas en dólares y pensar en otra moneda de intercambio global, como los derechos especiales de giro del FMI. Aquí en América latina debemos estar atentos a lo que ocurra en las próximas semanas. Tendremos la reunión del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en Brasil y el encuentro de América Latina-Unión Europea en mayo.
Son escenarios en los cuales esta bullente realidad estará en juego. Tres de nuestros países están en el G-20. Ojalá tengamos una voz común en todo este debate de reformulación económica global para el siglo XXI.
Kirchner, un enorme dilema en el PJEl peronismo tembló la semana pasada. Según una encuesta, con Kirchner candidato en el 2011 la derrota sería irremediable. El ex presidente da señales confusas sobre un posible heredero. Los gobernadores no saben cómo superar la situación. Cristina ayuda muy poco.
Por: Eduardo van der Kooy
El 76% de los argentinos afirma que nunca volvería a votar a Néstor Kirchner para presidente. Ese resultado de una amplia encuesta nacional, elaborada para empresas privadas, empezó a circular la semana pasada en el peronismo con la fuerza de un remolino.
Aquel mismo trabajo, que marca una caída de popularidad del matrimonio luego del suave repunte del inicio de año, registra otra cifra lapidaria para cualquier horizonte optimista en el PJ. En la hipótesis de un balotage en el 2011, Kirchner podría alcanzar, en el escenario más propicio, de un 32% a un 35% de los votos.
Se repetiría con el ex presidente una situación electoral casi idéntica a la que sucedió con Carlos Menem en el 2003. Menem ganó en aquella ocasión la primera vuelta -sobre el propio Kirchner- pero prefirió evitar la humillación política a la cual lo iba a someter el balotage.
Tan parecidos resultarían los teatros, que esa encuesta ubica ahora a Kirchner con la intención de voto más alta de todos los dirigentes encuestados, peronistas y opositores. El ex presidente reúne un 18% consolidado, varios puntos por encima, entre otros, de Julio Cobos, Mauricio Macri y Carlos Reutemann. Vale recordar: Menem le ganó en el 2003 de arranque a Kirchner y a Adolfo Rodríguez Saá, entre los postulantes peronistas. Pero también superó a Ricardo López Murphy que quedó tercero en el recuento general.
El trabajo debería servir para algo más que disparar las alarmas de la dirigencia peronista. Sería tiempo de que los principales dirigentes de la oposición se interrogaran también sobre el bajo interés popular que todavía despiertan sus candidatos, pese a que la mayoría de ellos resultaron encumbrados con la victoria en las legislativas del año pasado.
Los Kirchner, sobre todo, pero además sus adversarios, tendrían que reparar en otro reflejo de mayor gravedad. ¿Cómo explicar después de siete años de superada la gran crisis que el marco político e institucional vuelva a ser tan pobre y precario como entonces? Puede haber responsabilidades compartidas pero la responsabilidad de los gobernantes es, siempre, mayor que la del resto. El matrimonio presidencial ha logrado durante su ciclo tres cosas: inducir la fragmentación de los partidos, que no subsanará el emparche sancionado para realizar internas abiertas; romper cualquier instancia de negociación política para establecer como norma la confrontación; polarizar el clima político, dividiéndolo sencillamente entre obedientes o enemigos.
Cuatro gobernadores peronistas -dos de ellos de provincias importantes- estuvieron desmenuzando, a la vera de un río, aquella realidad retratada por la encuesta. "Si esto es así el peronismo está en el horno", resumió uno de ellos. No hay dudas de que las cosas son como aparecen: esos cuatro mandatarios miden popularmente bien o muy bien en sus provincias. En esas mismas geografías los Kirchner son resistidos.
Ocurre en el peronismo un fenómeno extraño. O quizás no tanto, rastreando su larga y sinuosa historia. Todos los líderes son conscientes de que se avecina el final irremediable de los Kirchner. Pero no saben o no se animan a superar ese fatalismo. De nuevo la comparación con Menem. La incapacidad de un sector importante del PJ para trazarle límites al presidente riojano, fue uno de los motivos que empujaron a Eduardo Duhalde a la derrota ante Fernando de la Rúa.
Aquellos cuatro gobernadores se preguntaron si Kirchner, de verdad, como ha insinuado, piensa en algún heredero para el 2011. Daniel Scioli, Jorge Capitanich y José Luis Gioja -los más nombrados en ese rubro- juran que jamás el ex presidente les dijo algo o les envió algún correo. Los ultrakirchneristas desalientan la jugada y alimentan al ex presidente con encuestas diseñadas con la misma audacia que las cifras del INDEC.
A Kirchner no se le mueve un pelo. Mantiene la disciplina y el estado timorato en el PJ apelando a la receta básica. Tiene en sus bolsillos los recursos del Estado y los distribuye acorde a los grados de incondicionalidad. Mete presión y mete miedo donde descubre flaquezas.
Un delegado de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, apareció por Merlo, en el oeste del cordón bonaerense. Irrumpió en el Club Atlético Defensores del Chaco. Así se llama pese a estar apenas del otro lado de la General Paz. Allí se desarrolla desde 1994 un plan de fútbol callejero. De fútbol como herramienta del desarrollo social. Participan tres mil chicos. Una cifra que se irradia y crece con sus padres y sus familias. Desde hace tiempo trabajan en la zona y en contacto con el club dirigentes ligados al peronismo disidente.
El delegado de Alicia Kirchner advirtió sobre la inconveniencia de esa relación política. Y ofreció planes sociales que serían implementados por el intendente del distrito, Raúl Othacehé. De hecho, muchos de esos planes entraron en vigencia aunque la realidad política no logró modificarse. Llovieron pintadas incómodas y mensajes mafiosos en automóviles de algunos dirigentes y en muros del barrio. Frente a la queja que recibió de un viejo peronista, Othacehé respondió: "¿Qué querés que haga? Son los Kirchner...".
Aquel intendente no es una excepción. Tampoco lo son los gobernadores que, clandestinos, cavilan cómo desembarazarse del ex presidente para recrear expectativas electorales en el 2011. Analizando la encuesta de opinión pública, aquel cuarteto de mandatarios sacó otra conclusión: ningún candidato peronista logrará levantar vuelo si cuenta, de modo explícito, con el apañamiento de los Kirchner.
El problema es el matrimonio, pero también lo es el Gobierno. Y en ese Gobierno la Presidenta parecería estar tallando, en ciertos temas, más de lo que se cree. ¿En cuáles? La tenacidad para negar la inflación y proteger a Guillermo Moreno viene de las entrañas de Kirchner y de su encorsetada lógica económica, que Cristina sigue a ciegas. El ex presidente ordenó cruzar a Julio Cobos cuando el vice instaló de nuevo en público a la inflación como un incordio. En cambio, se cuidó con el gobernador peronista de Salta, Juan Manuel Urtubey, que dijo lo mismo. El pensamiento de Urtubey y de Cobos es, además, el de la inmensa mayoría de los gobernadores peronistas. Sólo que esa mayoría prefiere el silencio.
La Presidenta ha tomado con mano propia la pelea cotidiana con los medios de comunicación, el uso de los derechos humanos como herramienta de extorsión y oportunismo político y la batalla contra el Poder Judicial. Entre las fobias de su marido y de ella se generan desatinos. Por ejemplo: en los últimos días circuló en la Casa Rosada una instrucción administrativa que prohibió el consumo de carne -debido al forcejeo por los precios- para todos los que trabajan en esa dependencia. Hubo también una recomendación para el personal jerárquico: dejar de recibir en sus oficinas los diarios Clarín y La Nación.
Cristina prefirió no hablar sobre el "partido judicial" después de que las Salas I y IV del fuero Contencioso Administrativo habilitaron la semana pasada el DNU que permite al Gobierno apropiarse de reservas del Banco Central para abonar vencimientos externos. Pero no es que haya cambiado su convicción. Sucedería que la Presidenta estaría inquieta y abstraída por el pronunciamiento que estaría preparando la Corte Suprema sobre la verdadera "necesidad y urgencia" de los decretos del Ejecutivo.
Los miembros de la Corte recibieron la opinión de los Kirchner acerca de que el Tribunal no tiene motivos para opinar sobre los DNU. Era previsible. Fue menos previsible otro mensaje que llegó a los siete jueces a través de un magistrado que tuvo una conversación con Cristina. La Presidenta defendió en ese diálogo la tesis de que los DNU fueron incorporados en la reforma constitucional del 94 como un modo de permitirle gestionar a cualquier Gobierno que pierda mayorías en el Congreso. Según Cristina, el papel del Congreso sólo se entendería con la presencia de mayorías oficiales.
Cualquier parecido con la realidad de hoy no suena a casualidad. El Congreso no funciona porque el kirchnerismo no tiene voluntad. Pero también por un arco opositor que se deshoja como una arboleda en otoño. Las diferencias entre el radicalismo, el peronismo disidente y la tropa de Elisa Carrió ya no tienen que ver sólo con estrategias y miradas políticas. La semana pasada se cruzaron acusaciones cuando la UCR en el Senado, casi en soledad, enfrentó a Amado Boudou. La inminencia de las Pascuas produjo muchas deserciones.
Aquella soledad, tal vez, indujo algún error del radicalismo. Gerardo Morales, el jefe del bloque, llevó la discusión a un plano que le permitió al ministro disfrazarse de ultrakirchnerista. Terminó corriendo al senador con la historia del helicóptero en el cual partió De la Rúa. Morales pudo retrucarlo -no lo hizo- habiendo sólo recordado la formación económica ortodoxa de Boudou en el CEMA y su militancia juvenil en la UCeDé.
Boudou es, como definió hace días Beatriz Sarlo, uno de los "conversos recientes que abundan, devenidos custodios". Tanto, que estaría dispuesto a acompañar a los Kirchner hasta el cementerio, cuando llegue la hora del adiós político. E incluso, a diferencia de lo que harían gobernadores e intendentes del PJ, a atravesar su puerta.
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