Clarín, Buenos Aires
Actuó como anestesista en un intervención por apendicitis en una clínica privada de Haedo. La paciente, de 18 años, murió. Lo acusan de homicidio con dolo eventual. En el Ministerio de Salud provincial aseguraron que no es anestesista.
Ingresó al quirófano tambaleando y al salir prendió un cigarrillo. Detrás dejaba, en la sala de operación, el cuerpo sin vida de una chica de 18 años. Era el anestesista que el lunes a la noche intervino en la operación de apendicitis de Eliana Romero en la clínica Magnasco, de Haedo. Intentó darles una explicación a los padres. "Hice lo usual, hice lo legal", dijo a los padres Luis Alberto Romero Hiriart, un hombre de 58 años. Pero quedó detenido, acusado de homicidio con dolo eventual por la muerte de la paciente. Otros dos médicos quedaron procesados, pero en libertad.
El doctor Romero tenía antecedentes: al verlos en la televisión, dos familias, una de Rafaela, Santa Fe, y otra de Frías, Santiago del Estero, lo reconocieron y acusaron de otras muertes. Pero su situación procesal sería aún peor de confirmarse lo que anoche informó el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires a Clarín: "Figura en el Distrito II del Colegio Médico (corresponde a Avellaneda), pero no es anestesiólogo, sino médico otorrinolaringólogo". También en Santiago actuó como otorrino, y en Santa Fe confirmaron que tampoco se presentaba como anestesista.
Carlos Carbajal, secretario general de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, confirmó a Clarín que "no es socio de ninguna asociación de anestesiólogos del país: no figura ni figuró en ningún registro". ¿Estaba obligado a integrar alguna asociación? "No, pero uno lo hace para capacitarse. Para nosotros, si es un especialista, nunca formó parte de la vida científica".
Por lo pronto, Marcelo Molina, director de la clínica, reconoció que Romero Hiriart era nuevo en ese sanatorio. "Ingresó hace 15 o 20 días a través del coordinador general del Departamento de Anestesia, con título en Santa Fe y matriculado en el distrito 2 de Avellaneda", dijo.
La familia Romero no lo conocía, como no conocían a nadie la noche que llevaron de urgencia a su hija de 18 años, Eliana, porque se sentía mal.
El lunes fueron al sanatorio, al que tienen acceso por su prepaga, Principal Plan. Llegaron y en los primeros estudios detectaron que la chica tenía una infección. "Hay que internarla", les dijeron. Y quedaron en la espera de un anestesiólogo. "No se preocupe –le dijeron–, cuando llegue le vamos a avisar". Eran las 7 de la tarde.
Mientras esperaban llegó un hombre. "Ingresó tambaleando, no tenía buen aspecto como para decir: es el anestesiólogo". El padre de la joven completó el cuadro: "Quiso agarrar el picaporte de una puerta y se tambaleaba". Era Romero Hiriart. Al terminar la operación, el cirujano salió. Eran cerca de las 21. La familia lo notó angustiado. "Señora, hice lo que pude. La operé bien, pero no se despierta de la anestesia". Viviana le rogó: "No me diga eso". El cirujano repuso: "El anestesista se tiene que encargar de despertarla".
Todos parecían sufrir el momento. Una enfermera lloraba. Todos, menos el doctor Romero Hiriart. El padre de la chica lo grabó con su celular. Su voz se escucha lenta y empastada cuando dice: "Hice lo usual, lo legal".
A priori, se sospecha que el anestesista podría haber estado bajos los efectos de psicofármacos. Como la familia hizo la denuncia, personal de la comisaría segunda de Morón, encabezado por el capitán Rogelio Ordoqui, llegó al lugar. "El anestesista tenía en su bolsillo una caja de ansiolíticos Clorazepam de 2 miligramos y suponemos que antes de la operación había ingerido algunos, porque al hablar y moverse estaba como lerdo", dijo Ordoqui.
Quien lleva la causa en la Unidad Funcional de Instrucción Nª 4, la doctora Valeria Courtade, pidió la detención del médico y el Juzgado de Garantías Nª 5 de Morón, a cargo del doctor Jorge Rodirguez le hizo lugar. El médico quedó detenido en la comisaría local. Procesados, pero en libertad, quedó el cirujano que intervino en la operación, Nicolás Galopo, de 32 años, por homicidio culposo (sin intención), y se abrió otra causa por falso testimonio a un cirujano de 54 años que apareció como presente en la operación, cuando no estuvo. Los tres se negaron a declarar.
Entre otras cosas, se investiga si estaba habilitado para trabajar como médico, luego de esos problemas denunciados en dos provincias. El director de la clínica, Marcelo Molina, intentó una defensa cuando dijo que en los sanatorios "el responsable de salud no les pide el prontuario a los médicos; esa información no está disponible". Pero concedió: "Todos somos responsables".
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