Los vehículos a vapor no suelen considerarse como desarrollos tecnológicos de punta. A primera vista, nadie se imagina que estos diseños puedan romper récordes de velocidad con aspecto futurista, propio del nuevo siglo.

Sin embargo, hace pocos días la prensa británica informó que el ingeniero inglés Glynne Bowsher y su equipo de colaboradores tienen listo un vehículo de este tipo.

Este diseñador ya tuvo interesantes experiencias. Ha trabajado en el proyecto Thrust II, un vehículo con un motor de avión a reacción y el ThrustSSC que rompió, por primera vez, la barrera del sonido en tierra.

Su equipo, el “Desafío del Automóvil a Vapor Británico (BSCC)", espera que su vehículo denominado Inspiración cumpla con su nombre y no sólo logre romper con su auto a vapor un registro de velocidad existente desde hace mucho tiempo, sino que también sirva de “musa” para quienes están pensando en combustibles alternativos para el futuro.

El automóvil a vapor “Inspiración” está construido en acero tubular.

Largo: 5.25 metros
Ancho: 1.70 metros
Alto: 1.10 metros
Combustible: GPL (gas licuado de petróleo)
Velocidad máxima (320km/h; aceleración inicial: 0.52G

El motor del “Inspiración” trabaja de un modo completamente simple. El agua pasa por un generador de vapor donde se calienta mediante el quemando de gas propano hasta lograr vapor sobrecalentado en 400º C y 400 bar de presión.

Aquel vapor es utilizado con cuatro inyectores para su empleo en una turbina de dos etapas. "Con una turbina –explicó Bowsher- usted usa la energía de presión o la energía de velocidad. En este caso, convertimos la energía de presión en alta velocidad. Entonces la corriente de gas móvil impulsa los alabes de la turbina que comienza a girar -como una central eléctrica a pequeña escala".

"Una vez que tenemos una turbina operando, el poder rotatorio puede ser usado para conducir las ruedas y una vez que tenemos el giro de ruedas podemos hacerlo ir hacia adelante rápido."

Parece bastante simple, pero había grandes desafíos tecnológicos para generar suficiente potencia en un espacio vehicular tan pequeño (300 CV).

Son 225 kWs de potencia que funcionan a 12.000 revoluciones por minuto. Los motores de los fórmula 1 operan a más de 17.000 revoluciones por minuto, mientras los motores de turbina de avión lo hacen por encima de las 85.000 revoluciones por minuto.

Según su diseñador, la clave de esta tecnología es aprovechar las ventas de la combustión externa sobre los motores de combustión interna. Por ejemplo, producen menos óxidos de nitrógeno perjudiciales (NOx) que coches convencionales que usan motores de combustión internos. Pese a la utilización de hidrocarburos, los motores de combustión externos pueden controlar mejor el problema de las emisiones de dióxido de carbono porque trabajan a temperaturas y presiones menores.

En sus orígenes, este sistema antes de alcanzar velocidad, con motor diseñado por Nicolas Joseph Cugnot se impulsó el primer vehículo automotor en 1769. Pero, para generar suficiente vapor para impulsarlo, debía detenerse cada 15 minutos antes de enviarlo otra vez al camino.

Este vehículo reconoce estar emparentado con los autos a vapor de los hermanos Stanley. El récord establecido en 1906 por Stanley Steamer –en lo que actualmente es la playa de Daytona- es el registro de velocidad en tierra de mayor vigencia como récord para un vehículo impulsado por vapor.

Los desarrollos se detuvieron cuando los motores a explosión superaron sus prestaciones.

Pese a ello, el coche de vapor, conducido por Fred Marriott, alcanzó 205.5 km/h venciendo a cuatro vehículos impulsados por gasolina y ganando el Trofeo Dewar que premia a los vehículos más rápidos en la tierra.