Miguel Peirano, el nuevo ministro, mantendrá sin cambios el rumbo económico
Miguel Gustavo Peirano demuestra en su vida diaria que es un "productivista", tal como lo definió ideológicamente el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. El nuevo ministro de Economía, un soltero de 40 años, hasta ayer llegaba temprano a su oficina de secretario de Industria, y pasadas las 22 seguía hablando de trabajo por teléfono, se llevaba a su casa las carpetas de expendientes para leerlos durante el fin de semana y sólo se entretenía mirando mucho fútbol por TV; desde los partidos de su equipo, Boca, hasta cualquiera del Nacional B.
Fernández lo definió también como un "industrialista". Peirano lleva encima la bendición o el sambenito de la Unión Industrial Argentina (UIA), en la que trabajó durante 11 años como economista. Pero su compromiso ahora es con el presidente Néstor Kirchner, a quien admira, respeta y defiende.
Peirano nació el 1° de octubre de 1966 en Barrio Norte, pero recibió educación pública. Hizo la secundaria en el Colegio Nacional Buenos Aires: durante esos cinco años sólo vivió para el estudio, así como durante los últimos dos años y medio fue absorbido por la tarea de gobierno. Se graduó de economista con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires.
En 1989 consiguió empleo en el Banco Sudameris. Al año siguiente, en el grupo Techint. En 1993, en la UIA, donde llegó a ser economista jefe. Entre 1997 y 1998 fue asesor industrial del gobierno porteño. Peirano mantenía una buena relación con el entonces líder del Frepaso y actual presidente del Consejo del Mercosur, Carlos Alvarez, "Chacho". De 1999 a 2001 asesoró al Banco Provincia.
En los 90 fue crítico de la predominante corriente liberal y eso le valió enfrentamientos internos con algunos presidentes de la UIA, como Jorge Blanco Villegas y Alberto Alvarez Gaiani. En abril de 1998 dijo a LA NACION que una salida de la convertibilidad traería más costos que beneficios. Pero en diciembre de 2001 fue uno de los autores del plan económico que propuso la UIA al gobierno de Fernando de la Rúa, en el que se promovía la devaluación del peso y la pesificación de los préstamos y los depósitos. El presidente de la entidad fabril era José Ignacio de Mendiguren, uno de los empresarios con los que mejor se lleva.
En 2003 simpatizaba con ARI, al igual que su amiga Graciela Ocaña, ahora también en el Gobierno. Pero cuando Kirchner llegó al poder se incorporó como asesor del subsecretario de Pyme, Federico Poli, con quien había formado un dúo durante años en la UIA. En 2004, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, lo llevó al Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) como vicepresidente primero.
Poli promovió a Peirano a Industria, donde asumió el 24 de febrero de 2005. Ese día elogió ante LA NACION las nuevas reglas de juego macroeconómicas: "Son consistentes, a diferencia de antes, cuando había atraso cambiario, apertura fuerte, déficit fiscal alto y endeudamiento en alza". También dijo que la crisis energética se había "normalizado", aunque en las últimas semanas tuvo que apaciguar los ánimos de los industriales ante los cortes de gas y electricidad.
Aquella vez había declarado que la producción necesitaba de negociaciones internacionales -como secretario se caracterizó por ser un "duro" y consiguió que Brasil admitiera la creación de salvaguardias y un acuerdo automotor equilibrado-, de crédito -siempre defendió el fortalecimiento del BICE como banco de desarrollo- y de incentivos fiscales. En su gestión tuvo una relación directa con Kirchner y fue uno de los pocos asesores de Lavagna que no lo acompañaron en el acto en el que se despidió del ministerio.
Peirano siguió con Felisa Miceli. Su actividad política creció al sumarse a Compromiso K, el movimiento del secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, e integró el equipo de campaña de Daniel Filmus. Su fidelidad al Presidente lo hacían el candidato perfecto para completar sus últimos cinco meses de gobierno.
La inflación es uno de los desafíos que tendrá como ministro. Sabe que el índice de inflación no es creíble. Confía en que un tipo de cambio competitivo y un mercado interno creciente impulsan la inversión. No cree en el congelamiento de precios, sino en acuerdos de largo plazo que permitan subas.
Productivista, defiende la redistribución del ingreso. Hombre de la industria, ahora lo será de la economía. Tendrá menos tiempo para ver fútbol.
Ámbito Financiero, Buenos Aires
CÓMO ELIGIÓ KIRCHNER AL FLAMANTE MINISTRO
CARLOS BURGUEÑO
«Necesito que seas el próximo ministro de Economía. A la tarde tenés que venir a la Casa de Gobierno para hablar.» Néstor Kirchner llamó ayer pocos minutos después de las 13 a Miguel Peirano y le ofreció de esta manera ser el sucesor de Felisa Miceli. La designación no tomó por sorpresa al hasta ese momento secretario de Industria, ya que desde hacía 15 días se lo mencionaba como un posible reemplazante de la ministra.
Tres cuestiones terminaron de convencer a Kirchner sobre la conveniencia de nombrar a Peirano en el cargo. El primer factor había sido una conversación breve y privada que ambos habían protagonizado el viernes 29 de junio en Asunción del Paraguay, durante la última cumbre del Mercosur, referida a la situación del bloque en particular y a la marcha de la industria argentina en general. Allí Peirano le había asegurado al Presidente que éste sería otro buen año para la economía, que la inflación era un problema puntual y no estructural y que el único inconveniente serio que existía era la futura falta de energía. El mensaje fue considerado como un aporte sincero a Kirchner, cuando la mayoría de los interlocutores le mostraban una visión optimista del problema energético.
Otro factor que sumó a la designación fue el aporte personal que Peirano hizo durante la campaña de Daniel Filmus como candidato a jefe de Gobierno porteño. El ex secretario de Industria fue llamado por el propio Kirchner en abril para apoyar la candidatura del ministro de Educación, lo que Peirano hizo abierta y públicamente, aun a riesgo de generarse críticas.
Aparentemente, el compromiso personal que puso en defender a Filmus, aun sabiendo que no formaría parte de un eventual gabinete porteño, provocó una buena impresión en las filas del oficialismo.
El tercer factor positivo es que Peirano tiene cierta consideración positiva de parte de Cristina Fernández.
Incluso era uno de los nombres que se mencionaban como futuro integrante de un eventual gabinete de la primera dama. De hecho, fue la senadora, en el almuerzo que ayer Kirchner mantuvo con ella y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, la que terminó de avalar el nombramiento que luego derivó en el llamado telefónico por el que se le ofreció el cargo a Peirano.
«En estos seis meses lo que haremos es lograr un superávit fiscal por encima de 3,5% del PBI en la Nación y que el crecimiento de la economía sea superior a 7%. Esa es la meta que hablamos con Néstor Kirchner.» Un alto integrante del gabinete del flamante ministro de Economía, Miguel Peirano, explicaba ayer a este diario cuáles serán las directrices de su gestión. La mismafuente aclaraba que el funcionamiento de esa cartera tendrá más intervención e iniciativas que la gestión de Felisa Miceli y la Secretaría de Hacienda continuará manejándola Carlos Mosse, alguien que responde directamente a Néstor Kirchner. En este punto no habrá novedades. Este funcionario es uno de los pocos que diariamente y a primera hora de la mañana habla con el jefe de Estado, al que le transmite puntualmente el «parte» sobre la evolución de la recaudación, el gasto y las principales variables macroeconómicas. Esta gimnasia se mantendrá inalterable en los próximos seis meses.
• Estructuralista
La presentación en público de Miguel Peirano como ministro de Economía fue hecha por Alberto Fernández ayer por la tarde, cuando el jefe de Gabinete habló de la salida de Felisa Miceli. Allí se definió al próximo ministro de Economía como «productivista» e «industrialista». Técnicamente sería más adecuado llamarlo un «heterodoxo» o «estructuralista». Así se denomina académicamente y en la jerga de los economistas a los técnicos que defienden más la estructura productiva de un Estado que la evolución de las variables económicas y los equilibrios macroeconómicos ortodoxos. Lo novedoso en el caso de Peirano es que desde un primer momento y mucho antes de ser llamado en febrero de 2005 para ocuparse de Industria se manifestó defensor de los equilibrios fiscales como condición anterior indispensable para pensar luego en políticas activas.
Como economista de la UIA, se le reconocen trabajos firmados y conferencias públicas, donde criticaba la convertibilidad y advertía sobre las consecuencias negativas del uno a uno en la competitividad manufacturera de la Argentina.
Peirano ya sabía desde hacía varios días que en cualquier momento podía ser nombrado ministro de Economía.
EL CURRICULUM VITAE DE MIGUEL PEIRANO
Alejandra Gallo
Cuando hoy, a las siete de la tarde, asuma en Casa de Gobierno, se convertirá en uno de los ministros de Economía más jóvenes de la historia argentina. Con 39 años, Miguel Peirano fue finalmente el elegido por el presidente Néstor Kirchner para garantizar la continuidad de su plan económico hasta que finalice su mandato, en diciembre próximo.
De bajo perfil, el flamante Ministro tiene un sesgo industrialista que no oculta. Había asumido como secretario de Industria el 25 de febrero de 2005. En su discurso de asunción señaló que los ejes de su gestión serían "priorizar el valor agregado, porque genera empleo calificado, y fortalecer el tejido fabril con más industria nacional".
Desde antes de tomar el cetro de Economía, ayer comenzó a sumar adhesiones por parte de poderosas cámaras empresarias. Peirano cosecha un diálogo fluido con los sectores fabriles desde antes de llegar a la función pública.
El ahora ministro timoneó, durante 10 años, el Instituto de Investigaciones Económicas de la Unión Industrial Argentina. Desde allí elaboró el andamiaje técnico con el que esa central fabril enfrentó el plan de convertibilidad (el uno a uno) que encarnó el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
Los sectores productivos no lo consideran un economista de escritorio. Hincha de Boca Juniors, Peirano es un defensor del actual tipo de cambio alto y de las políticas activas que prioricen un tejido fabril nacional.
Seguramente esas condiciones le permitirían gestionar la economía del final del gobierno de Néstor Kirchner sin sobresaltos. En especial, su incorporación al Palacio de Hacienda sería un reaseguro del crecimiento que, según el INDEC, viene teniendo la economía desde el segundo trimestre del 2002.
Durante su gestión al frente de Industria Peirano se ganó fama de duro. Por ocupar esa poltrona lideró los equipos negociadores en algunas discusiones comerciales con los socios del Mercosur. Por ejemplo, durante todo el 2006 timoneó el monitoreo que los gobiernos de la Argentina y Brasil realizaron de los denominados sectores sensibles, es decir aquellos que como los electrodomésticos, los calzados y las máquinas de herramientas tuvieron un tratamiento de comercio administrado, para evitar daños comerciales entre los dos socios mayoritarios del bloque.
En febrero de 2006 protagonizó un fuerte enfrentamiento con quien era ministro de Desarrollo brasileño, Marcio Fortes, cuando discutían un monitoreo de productos considerados sensibles. Esa negociación concluyó en un acuerdo de restricción de importaciones que firmaron el presidente Kirchner y su par de Brasil, Lula da Silva.
ENTREVISTA A PEIRANO. 22 DE ABRIL DE 2007
Clarín, Buenos Aires
"EL CRECIMIENTO INDUSTRIAL ESTÁ GARANTIZADO POR MUCHOS AÑOS"
Lo aseguró el secretario de Industria, Miguel Peirano. Dice que es consecuencia de la política oficial. Y que las inversiones son suficientes.
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Oscar Martínez
Continuidad de las actuales definiciones macroeconómicas, acentuar el rol del Estado promocionando la actividad y una política de administración del comercio exterior y de las negociaciones internacionales son, para el secretario de Industria, Miguel Peirano, los tres argumentos centrales que le permiten asegurar que "el crecimiento industrial está garantizado por muchos años". Quizás no tantos, pero al menos en el primer trimestre del año la producción industrial cerró con un crecimiento de 6,8% en relación a igual mes del año pasado, informó el INDEC el jueves pasado.
Durante una entrevista exclusiva con Clarín —con argumentos que corroboraba con ocasionales vistazos a varias carpetas con datos que tenía a la vista—, el funcionario sostuvo que "las decisiones de inversión que tenemos confirmadas y otras que se están definiendo nos garantizan ese crecimiento". Aclaró, además, que "nada de lo que se logró en materia de empleo y recuperación productiva hubiera sido posible sin el espectacular crecimiento del mercado interno".
Aseguró, también, que "haber generado las condiciones que le dieron más autonomía al Estado, como el canje de la deuda o el pago al Fondo Monetario, nos brindó más libertad de acción para tener una política industrial propia". Y que "el reflejo de todo esto es el fuerte incremento de la industria, el aumento conjunto de todas las ramas industriales y en la suba del empleo, los salarios y el equilibrio regional que logramos. No es suerte o efecto solo de la política cambiaria".
—Bueno, pero tampoco se puede decir que existe un 'proyecto' industrial o un programa explícito de crecimiento de la industria
—Sí que existe...
La respuesta quedó trunca por la primera ronda de café. Después, Peirano tomó impuso y explicó: "no se trata de armar en la cabeza un diagrama ideal, sino de reconocer que el desarrollo industrial requiere, primero, de definiciones macroeconómicas consistentes con el crecimiento de la economía en su conjunto y de los diversos sectores productivos...
—...pero el tipo de cambio alto ayuda...
—...elegir un tipo de cambio sustentable para aumentar las exportaciones y sustituir importaciones es una regla macro básica para el desarrollo industrial. Pero, además, valorizar el superávit comercial implica garantizar un rol fundamental de los sectores transables y, por otra parte, el superávit fiscal implica que el crecimiento económico tiene continuidad y sustentabilidad.
—Esas parecen condiciones necesarias, pero no suficientes por sí mismas...
—A eso iba. Esas reglas macroeconómicas van acompañadas de un importante rol del Estado en la economía promocionando políticas sectoriales, apoyando a las pymes, construyendo infraestructura, entre otras medidas. Y todo esto implica generar políticas para sostener el crecimiento. Podemos decir que el Estado no compite con los privados, pero sí que orienta con subsidios y estímulos.
Por último, señaló Peirano, está la administración del comercio exterior y de las negociaciones internacionales. "En este caso, y siempre dentro del marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la idea es enfrentar lo que podríamos definir con generosidad como 'distorsiones del mercado', es decir el dumping o las salvaguardas. Esto también explica nuestra negativa al ALCA porque avalarla era aceptar la desindustrialización del país o el replanteo de la lógica del Mercosur, ya que nosotros decimos: la Argentina tiene un rol industrial y no lo resigna. Es el mismo caso de nuestro rechazo, en la OMC, a la baja de los aranceles industriales, ya que hacerlo significa aceptar una nueva división internacional del trabajo. En ningún caso se trata de posturas caprichosas o ideológicas. Se trata, en definitiva, de resguardar el mercado interno.
—¿Tanta insistencia en el mercado interno no significa cerrar la economía o volver a los '70?
—Nuevamente: no es una cuestión ideológica. El mercado interno es un activo que tiene el país. Un 'bien' que está en expansión y con niveles crecientes de ingresos y que se potencia con el Mercosur. Por eso hay tantas empresas multinacionales interesadas en desembarcar en la Argentina. Nuestra responsabilidad, en ese sentido, es potenciar —por decirlo de alguna manera— el mercado interno para quienes invierten en el país. Pero los que nos acusan de 'cerrar' la economía deberían pensar que sin un mercado interno sólido es imposible aumentar las exportaciones o incrementar la productividad. La otra opción es convertirnos en una factoría o condenar a millones de argentinos a una vida sin futuro.
—Pero también pueden condenar a los argentinos a pagar más caros muchos productos.
—Como ser...
—Por ejemplo en el rubro textil, el que más aumentó desde la devaluación. Hoy cuesta casi lo mismo un producto importado que uno local.
—Es cierto que esos fenómenos pueden producirse, pero en el caso de los textiles muchas veces se olvida que la Argentina importa muchas materias primas que, como tantas otras, también aumentaron mucho. Es decir que no todas las subas tienen que ver con una mayor o menor protección, sino con aumentos en los precios de los insumos. Pero además, los precios tienen mucho que ver con la estructura comercial. Yo le puedo asegurar, y basta con mirar los índices de precios industriales, que el grueso de los aumentos no tiene que ver exclusivamente con la producción.
—Usted aseguró que el Gobierno tiene un proyecto industrial. En ese caso, ¿qué sectores piensan que son los más importantes o a cuales están dispuestos a apoyar?.
—Perdón, no lo digo yo —dice casi, casi levantando la voz más de lo necesario—, lo dicen los números. En cuatro años transformamos la realidad productiva. El año pasado la industria creció 9,4% y tenemos un 40% de aumento acumulado desde 2003. El 32% de las exportaciones argentinas son industriales y generamos, la industria generó, más de 311.000 empleos registrados. Si eso no es un proyecto...
—No se enoje y dígame cuál es ese proyecto entonces...
—Queremos garantizar un crecimiento sostenido, equilibrado regionalmente y con inclusión social. Apoyamos la industria como un todo, tanto los sectores mano de obra intensivos, como la construcción o textiles, los que podríamos definir como "tradicionales" en el país, y pienso en metalmecánica e incluso automotriz y aquellos otros nuevos y con un gran potencial, como la biotecnología o el software. También, por supuesto, los que sustituyan importaciones con mano de obra local. Para nosotros lo importante es que crecen todas las ramas y que la especialización se produce intrarrama. Tenemos que potenciar a todos los sectores, algunos para el mercado interno; otros para exportar. En algunos tenemos ventajas comparativas; en otros, ventajas competitivas. En otros, ambas.
—¿No es muy ambicioso crecer en todas las ramas?
—No después del proceso de desindustrialización que vivió el país. Además no hablamos de industria aeroespacial, como para nombrar algo que a nadie se le ocurre.
—Como intención puede ser importante, pero algunos economistas dicen que las inversiones son insuficientes y los empresarios se quejan por la falta de personal y de financiamiento a largo plazo. ¿Eso no conspira contra el crecimiento industrial?
—Decimos, y confirmamos, que el crecimiento industrial está garantizado por muchos años por las decisiones de inversiones actuales y las que vendrán. Ya me cansé de oír eso de que faltan inversiones productivas: si así no fuera, no podríamos haber crecido como lo hicimos...
—-Después de la crisis quedó capacidad industrial ociosa...
—Si, que ya usamos completamente. Por eso la capacidad ociosa se mantiene constante a pesar de todo lo que crecimos. Eso me hace acordar a la crisis energética: los 'expertos" decían que habría cortes masivos, y cosas por el estilo. Hubo algunos, pero nada que ver con el panorama terrible que pintaban. Y con las inversiones pasa lo mismo. En los últimos cuatro años pasaron de unos 1.100 millones de dólares a más de 5.400 millones y el grueso en bienes de capital.
No lo dijo, pero un reflejo de esto sería el aumento por segundo año consecutivo de la productividad en la industria. Según destaca un informe de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), en 2006, la productividad por hora trabajada creció 4,6% respecto de 2005.
En medio de la respuesta llegó el segundo café. Peirano reconoció la falta de personal capacitado, pero aseguró que "estamos trabajando muy fuerte en capacitación con otras áreas, como Trabajo, y sobre todo tenemos una muy buena articulación con el sector privado. Ese sí que es un problema para nosotros..."
—Y el financiamiento...
—Claramente es un desafío el financiamiento a largo plazo. Es cierto, al menos para nosotros, que los bancos están medio quedados en esto, pero nadie puede decir seriamente que no dinero disponible o que la tasa es alta. Existe una gran cantidad de líneas de crédito en pesos con tasas bonificadas y es muy significativo el crecimiento del mercado de capitales para financiar a las empresas. Como en tantos otros temas hay mucho de fantasía en esto. Más aún, yo desafío a que alguien me diga puntualmente que no consigue fondos para un proyecto sustentable y me comprometo a buscarle financiamiento.
Ya en la despedida, Peirano anticipó que "para el futuro, tendremos que analizar varios temas: la capacitación de personal, la innovación tecnológica e instrumentos de financiamiento a largo plazo. Estos temas, junto con el rol del Estado, básicamente generando soluciones para aventar incógnitas sobre la sustentabilidad del modelo, son los puntos a seguir afinando.