La Máquina de Dios... ¿Tiene algún fin práctico?

Esta es quizá la pregunta más cara del mundo: La "Máquina de Dios" costó aproximadamente 9 mil millones de dolares. ¿Mejorará nuestra vida del día a día, o es simplemente un capricho científico?

En estos últimos días, la humanidad se ha preguntado cual es la verdadera utilidad de esta colosal máquina, conocida popularmente como la "Máquina de Dios". La pregunta es aun mayor cuando se considera lo que costó esta máquina, unos 9 mil millones de dolares. La suma es el equivalente, por ejemplo, a 450 millones de hamburguesas de Mc.Donalds, o al costo de construir 61.500 casas en el Reino Unido.

Sin embargo, la gran pregunta no tiene una respuesta lo suficientemente tangible. La realidad es que hay muchas hipótesis con respecto a los logros que puede tener el Colisionador, pero probablemente lo más interesante sea el resultado inesperado. Robert Kirby-Harris, jefe ejecutivo de una organización mundial conocida como el "Instituto de Física", aclara que "nadie sabe exactamente que nuevos campos de conocimiento van a ser revelados por el LHC". Keith Mason, jefe ejecutivo de otra organización, el "Science and Technology Facilities Council", habla de cosas aun más sorprendentes: Afirma que "estamos en el umbral de una nueva era en la Física. Los científicos quieren que el LHC conteste las preguntas más grandes de la ciencia moderna. Quieren saber hasta que punto conocemos al universo, si hay cuatro dimensiones o si de hecho ¡existen once dimensiones!"

Pero esto no es todo. Stephen Hawking afirmó que "El Colisionador permitirá estudiar la interacción de las partículas con el cuádruple de energía que antes", y Robert Kirby-Harris habló acerca de los efectos secundarios de esta colosal máquina: "El avance tecnológico que traerá esta máquina es enorme. El LHC produce una cantidad de datos tan grande que la necesidad de poder trabajar con esos datos va a mejorar la capacidad de almacenamiento y la capacidad de Internet." De hecho, los experimentos producen por año el equivalente a 20 millones de CD.



Un ejemplo de esto es la "Cuadrícula de Cálculo del LHC", una especie de procesador moderno, indispensable para procesar la información, y que su equivalente con la tecnología actual es de 100.000 de los procesadores más potentes. Esto trae a la memoria el hecho de que fue este mismo instituto, el CERN, el que revolucionó las comunicaciones con el invento del Internet. Y en el campo de la medicina, el CERN logró producir un programa, "Mamogrid", que permite a varios hospitales estadounidenses descentralizar el trabajo e incluso deslocalizar a la India el análisis de mamografía.

El CERN fue también el encargado de la utilización de los hadrones para combatir el cáncer. El tratamiento habitual de rayos X puede ser peligroso cuando el tumor esta cerca a zonas vitales, como el ojo, e incluso ineficientes cuando atacan tumores demasiado desarrollados. Esto hizo que se empezaran a usar protones para curar ciertos tipos de cáncer, y hoy unas 80.000 personas ya han recibido este tipo de terapia, sobre todo aquellos que padecen de cáncer de ojo.

La polémica llego hasta este mismo diario, donde se desarrollo un acalorado debate en torno a una nota que hablaba de la colaboración argentina en la "Máquina de Dios" . Parece ser que habrá que esperar para saber que avances lograra en el mundo esta billonaria inversión.

La Maquina de Dios cuenta con gran aporte argentino

El ya famoso Gran Colisionador de Hadrones, LHC, Acelerador de Particulas o Maquina de Dios, probablemente el proyecto más ambicioso que la ciencia haya conocido, contó con el aporte de ocho argentinos. En esta nota, sus expectativas, sus miedos y sus certezas con respecto a la maquina de la que esta hablando todo el mundo.

En el Antiguo Testamento se encuentra el relato acerca de una torre que tenía como objetivo llegar al cielo, conocida como "Torre de Babel". En esa ocasión, Dios habría incomunicado a los hombres haciendo que hablen en distintos idiomas. Sin embargo, esta vez la diferencia de idioma no es un obstáculo, como lo prueban María Teresa Dova, Fernando Monticelli, Xavier Anduaga, Martín Tripiana, Ricardo Piegaia, María Laura González Silva, Gastón Romeo y Francisco González Pinto, ocho científicos argentinos que hicieron del proyecto una realidad.

La idea de hacer una máquina en la que las partículas colisionen para poder estudiar el resultado de ese choque nació en la década del 30, pero la humanidad tuvo que esperar 20 años antes de empezar a construir estos aceleradores. Después de casi 80 años desde que empezó el proyecto, la comunidad científica logró alcanzar la meta final: Poder acelerar las partículas que irán a colisionar a la velocidad de la luz, para así "recrear" el universo. Sin embargo, el avance en la aceleración no serviría de nada sin el avance de los detectores.

María Dova nos cuenta como funcionan los detectores: "Este acelerador tendrá sólo dos detectores principales, uno de ellos, el ATLAS, es el detector de partículas más complejo que se ha construido en la historia. Fue diseñado para responder preguntas tan fundamentales como cuál es el origen de la masa de las partículas; por qué si en el Big Bang se creó igual cantidad de materia y antimateria sólo se observa materia en el Universo que nos rodea; cuál es la naturaleza de la materia oscura que parece dominar la estructura del Universo; descubrir nuevas partículas e interacciones fundamentales explorando por primera vez un rango de energía 7 veces mayor que el alcanzado en otros aceleradores construidos antes por el hombre".

Ella, junto con Ricardo Piegaia lideran los equipos argentinos. Ricardo es estudiante de la UBA, mientras que María se recibió en la Universidad de La Plata. Juan Martín Maldacena, uno de los físicos argentinos más prestigiosos del mundo, cuenta entusiasmado la importancia de la participación argentina en este proyecto. "Este acelerador es el experimento más grande y más complejo de la historia de la humanidad. Es importante divulgar sus detalles y saber, además, que hay investigadores argentinos directamente involucrados en él", afirma.

Todos los argentinos involucrados salieron de facultades estatales, la UBA y la Universidad de La Plata, que no dejan de sorprender con su calidad. Son de la Universidad de La Plata: María Teresa Dova, Fernando Monticelli, Xavier Anduaga y Martín Tripiana. De la UBA: Ricardo Piegaia, María Laura González Silva, Gastón Romeo y Francisco González Pinto.


De derecha a izquierda: Gastón Romeo, Xabier Anduaga, María Dova, Ricardo Piegaia, Laura G. Silva y Martín Tripiana

El otro argentino que se encarga de divulgar el proyecto es Alejandro Gangui, que explica como funciona esta máquina para que la entienda "el hombre común": "Esta máquina puede recrear la condiciones más primordiales y más energéticas que, se piensa, hubo en el Universo embrionario. El LCH, en particular, permite recrear el Universo cuando tenía apenas una millonésima de millonésima de segundo". Además, hecha luz sobre uno de los posibles descubrimientos que puede causar esta gran máquina, y que resolvería muchos misterios de la ciencia: El bosón de Higgs.

"El LCH hará colisionar (chocar) --con energías nunca imaginadas-- haces de partículas relativamente pesadas (protones, como los que se encuentran en los átomos que forman nuestros cuerpos) y, a partir de esos choques, producirá una lluvia de nuevas partículas de energía extremadamente alta. Entre ellas quizás se encuentren algunas cuya existencia aún no ha sido comprobada como, por ejemplo, la tan buscada 'partícula o bosón de Higgs. Esta partícula permitiría explicar el mecanismo del origen de la masa de las partículas". Sin embargo, advierte preocupado que "encender la máquina, juntar toneladas de datos y analizarlos es sólo el comienzo. Pero algo es seguro: si la partícula de Higgs no se deja ver, habrá que volver a los pizarrones e inventar algo mejor", advierte Alejandro Gangui.