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Internacionales
HOY TERMINA EN ITALIA EL REFERÉNDUM SOBRE ENERGÍA NUCLEAR
12/06/2011

Los italianos salieron a votar en masa y complican a Berlusconi

Clarín

En la primera jornada electoral sobre 4 referendos votó un 41%. Hoy sigue el comicio y se estima que se alcanzará el 50% de participación necesario para que tengan validez. Se avecina así otra derrota para el premier, que promovía la abstención.

Las mejores esperanzas de la oposición movilizada contra el primer ministro Silvio Berlusconi fueron superadas ayer con la afluencia masiva del 41% de los más de 47 millones de italianos de la península convocados a votar por cuatro referendos populares que incluyen la abolición de los proyectos berlusconianos de volver a las centrales nucleares. Está ya al alcance de la mano conseguir el quorum del 50% más un voto. En Italia el sufragio se extiende a dos jornadas y hoy es muy probable que más del 10% de los ciudadanos vote entre las 7 de la mañana y las 3 de la tarde.

Berlusconi se ha refugiado en una de sus lujosas residencias, en la isla de Cerdeña, y no ha hecho ningún comentario. Si triunfan los abolicionistas con cuatro “sí” para derogar las leyes, el líder conservador sufrirá una muy grave derrota política, que se suma al desastre electoral de hace quince días de la centroderecha gobernante. En las elecciones municipales parciales, Berlusconi perdió todas las grandes ciudades que estaban en disputa, entre ellos su bastión de Milán.

Ayer, entre las 8 y las 22 (cinco horas menos en Argentina), los votantes recibieron cuatro papeletas de distintos colores. La de color gris contenía la pregunta atómica: ¿Quiere derogar las normas que consienten la producción en el territorio nacional de energía eléctrica nuclear? Otras dos papeletas demandaban por la derogación de la privatización de la gestión de “la hermana agua”, como la llama el mundo católico, que quiere que el agua siga siendo pública como “un bien de todos”.

El cuarto referendum apunta directamente a Berlusconi. Propone la abolición de las normas de la llamada “Ley del legítimo impedimento”, votada por el Parlamento a la medida del premier para que pueda evitar la obligación de comparecer ante la Justicia, alegando obligaciones institucionales.

Hace 24 años, en 1986, con Europa y el mundo impactados por la catástrofe de la central nuclear ucraniana de Chernobyl, los italianos votaron “sí” en el referendo convocado para abolir la electricidad creada con el átomo. Ahora la prohibición quedaría renovada.

Berlusconi era un entusiasta partidario de la energía nuclear, pero sus iniciativas fueron descalabradas por el reciente desastre en la central japonesa de Fukushima. El premier trató de emparchar la crisis cambiando la ley, pero sin cancelar sus planes nucleares y manteniendo los compromisos firmados con Francia.

La Corte de Casación y la Corte Constitucional, los dos más altos tribunales italianos, dieron razón a los referendarios, que sostenían que el pueblo debía poder pronunciarse claramente contra las centrales nucleares. En Europa, Alemania lidera a las naciones arrepentidas y anunció que en diez años apagará todas sus centrales atómicas.

Berlusconi se encuentra en el peor momento de su larga era política iniciada hace 17 años.

Ahora se esperan duros choques internos en la centroderecha. Los datos de asistencia a las urnas de ayer muestran una activa participación de las regiones del norte italiano, donde se encuentran los bastiones tradicionales del PDL de Berlusconi y de su aliado de la Liga Norte, Umberto Bossi, que lucen desautorizados por su propio electorado.

En las regiones centrales italianas, con fuerte tradición de izquierda, en ciudades como Florencia, Livorno, Bolonia y Siena se supero ya ayer el quorum del 50%. En Roma se llegó al 46%. Fue como siempre en el sur donde estuvo la mayor ausencia en las urnas, lo que es también una tradición.

Berlusconi y Bossi quieren enfrentar el panorama oscuro que vive el gobierno con un programa de rebajas fiscales para recuperar popularidad. Pero el ministro de Economía, Giulio Tremonti, que registra un consenso creciente a nivel popular, se niega a aflojar las riendas de la austeridad para evitar un choque con la Unión Europea y los mercados financieros. Italia está enterrada en una deuda pública del 120% y solo este año debe pagar 188 mil euros de intereses.

“Estamos viviendo una gran hora para la democracia”, exultó anoche el ex fiscal anticorrupción Antonio Di Pietro, líder de uno de los partidos de centroizquierda y promotor de los referendos.

El jueves la justicia deberá decidir la confusión con el voto de los italianos en el exterior, que son 3,2 millones que se agregan a los otros 47 millones de la península. Los italianos de afuera sufragaron antes y el voto por el referendum nuclear está cuestionado porque respondía a la primera pregunta de abrogación, antes que Berlusconi cambiara las normas.

ITALIA DECIDE EN LAS URNAS SI SIGUE LIBRE DE LA ENERGÍA NUCLEAR

Clarín

Será en uno de los cuatro referendos en votación hoy y mañana. El país dejó la vía atómica en 1986. Berlusconi quiere reintroducirla, pero la mayoría se opone. También se vota la privatización del agua y un paraguas legal para el premier. Consulta popular

Italia vive con mucha ansiedad la vigilia de los dos días de votación –hoy y mañana– para aprobar o rechazar cuatro referendos populares, entre ellos, el destinado a hundir la posibilidad del uso industrial de la energía atómica . La gran batalla es por el quórum: si se presenta a las urnas el 50% más uno de los 47 millones de italianos convocados en la península, es segura la victoria de los “sí” para abolir el uso de las centrales nucleares para suministrar electricidad, los dos referendos por la privatización y comercialización del agua, y el “sí” que derogará las normas que permiten al primer ministro Silvio Berlusconi eludir las aulas judiciales alegando sus compromisos institucionales. El llamado “legítimo impedimento”.

Pero es la discusión nuclear la que más atrae la atención en el resto de Europa porque, si se aprueba el rechazo a la energía atómica, Italia robustecerá al grupo de países –liderado por la Alemania de la canciller Ángela Merkel– que ha dado marcha atrás en el uso de esa fuente de energía.

En 1986, bajo el shock mundial que causó la catastrófica explosión atómica en la central ucraniana de Chernobyl, los italianos abolieron en un referendo la ley que autorizaba el uso de la energía nuclear. Veinticuatro años después, el problema se replantea porque Berlusconi es un firme partidario del uso de la electricidad de origen atómico como energía alternativa a las fuentes tradicionales. Italia debe importar la energía que consume, en especial el petróleo del nordeste africano, hoy conmovido por protestas populares que han puesto en jaque a los gobiernos autocráticos con los cuales Roma ha firmado convenios energéticos. Este hecho genera alarmas en el establishment italiano, que debe encontrar fuentes alternativas con urgencia. Toda la cuestión añade dramatismo al debate por la energía atómica encarnado en el referendo de hoy y mañana.

Pero además están en juego como nunca los equilibrios políticos . A los 47 millones de ciudadanos del área metropolitana, se agregan otros 3,2 millones de italianos en el exterior, que viven una situación de gran incertidumbre en torno a la validez de su voto en la cuestión nuclear. El gobierno auspicia la abstención para hacer naufragar las consultas que se transformaron en referendos porque grupos opositores consiguieron más de 500 mil firmas en cada caso, como establece la ley.

“Yo no voy a votar”, anunció Berlusconi.

El premier se arrepintió después de la frase que pronunció porque en caso de derrota los fúlmines serán más graves. Berlusconi dejó trascender su convicción de que los resultados no lo afectarán personalmente ni debilitarán a su gobierno de centroderecha.

La verdad está exactamente del otro lado. Los sondeos que no pueden ser hechos públicos, indicarían que la movilización opositora está al borde de conseguir la mitad más uno de los votos.

En ese caso, la derrota será desastrosa para Berlusconi. Tres semanas después de haber perdido las elecciones municipales parciales con resultados de nocaut que le dieron a la centroizquierda las ciudades más importantes, como Milán, Nápoles, Turín, Bolonia, Cagliari y Trieste, cuatro “sí” abolicionistas transmitirían un mensaje de repudio hacia il Cavaliere .

Los italianos en el exterior han votado hace días los cuatro referendos. Como el gobierno, convencido de que perdería la consulta sobre el uso de las centrales nucleares después de la catástrofe en Fukushima cambió la ley, hubo otra sentencia de la Corte de Casación y la Corte Constitucional confirmando el referendo porque las nuevas normas de Berlusconi suspendían pero no abolían las centrales nucleares. El problema es que los italianos en el exterior –en particular en Argentina (el país donde más se vota)– respondieron a la pregunta para abolir o no las centrales formulada en el proyecto de ley que fue retirado. La Corte de Casación debe ahora zanjar la gran confusión.

¿Energía nuclear? ¡No, gracias!

Clarín
Por Ulrich Beck SOCIOLOGO DE LA UNIVERSIDAD DE MUNICH

Fui uno de los miembros de la comisión de expertos convocada por la canciller alemana, Angela Merkel, tras la catástrofe acontecida en Fukushima, Japón. El presente ensayo enuncia algunas de las recomendaciones del panel que se convirtieron en la base para las medidas de Merkel. Dichas alternativas serán adoptadas hacia 2021. Alemania podría mostrar que abandonar el uso de la energía atómica es la oportunidad de crear una economía de avanzada. No se trata del miedo alemán. ¡Es la economía, estúpido! Ustedes, los alemanes, están solos en esta cuestión, dice el ambientalista norteamericano Stewart Brand en referencia a los planes para abandonar la energía atómica. Y agrega: Alemania está actuando en forma irresponsable. Por motivos económicos y ante la amenaza que implican los gases de efecto invernadero, no podemos renunciar a la energía nuclear.

Yo tenía dudas, pero Fukushima me convenció de la importancia de la energía atómica , dice George Monbiot, subiendo la apuesta. Hasta el momento no hay víctimas fatales y eso es a pesar de que los reactores nucleares de Japón se vieron sometidos a la prueba más tremenda que pudiera pensarse, es decir, a uno de los peores terremotos y al subsiguiente tsunami. Es por eso que amo la energía atómica.

Sería erróneo suponer que Alemania, con su reconversión energética, se esté despidiendo del concepto europeo de modernidad y retorne a las oscuras raíces de la historia alemana del pensamiento. Aquí no es aquella proverbial irracionalidad alemana la que está tomando el poder, sino la fe en la capacidad de aprendizaje y en la creatividad de la era moderna en el manejo de los peligros que ella mismo ha provocado.

Los defensores de la energía atómica fundan su opinión en un concepto de riesgo que es inmune a la experiencia y confunde en forma irreflexiva la era de la industrialización temprana con la era atómica. Esta racionalidad del riesgo parte de la base de que puede producirse el peor de los casos y tenemos que tomar las precauciones necesarias. Si, por ejemplo, se quema el techo, vienen los bomberos, el seguro paga, etc. Aplicado a los riesgos de la energía atómica, eso significaría que incluso si sucede lo peor, nuestro uranio sólo emite radiación unas pocas horas y no miles de años; y no es necesario evacuar a la población de una metrópoli cercana. Naturalmente, esto es absurdo.
Quien después de Chernobil y Fukushima continúa afirmando que las centrales atómicas son seguras, ignora que la conclusión opuesta es empíricamente exacta; una cosa es segura: el siguiente accidente máximo que puede ocurrir en una central nuclear. Quien afirma que en el caso de las grandes plantas generadoras de energía es imposible que haya un riesgo cero (lo que es correcto) y quien concluye que si bien los riesgos de la utilización limpia del carbón, de la biomasa, de la energía hidráulica, del viento y del sol como así también de la energía atómica son distintos pero equiparables, se engaña pasando por alto el hecho de que sabemos perfectamente qué sucede cuando se funde un núcleo atómico. Sabemos cuánto tiempo perdura la radioactividad, qué efectos tienen el cesio y el yodo en el ser humano y en el medio ambiente y cuántas generaciones tendrán que padecer si se da el peor de los casos. Y sabemos que estas dimensiones de consecuencias ilimitadas a nivel temporal, espacial y social no se aplican a las energías alternativas, regenerativas. Quien, por el contrario, como Monbiot, convierte al número de víctimas fatales en la escala del riesgo, suprime esa realidad.

¿Y la cuestión del seguro? Curiosamente, la energía atómica fue, en el imperio de la economía de mercado libre, es decir, justamente en los Estados Unidos, la primera industria socialista de Estado. En todo caso en lo que se refiere a los costos de los errores. Los beneficios migran a bolsillos privados, se socializan los riesgos, es decir, se los traslada a las generaciones futuras y a los contribuyentes. Pero si se obligara por ley a las compañías de energía atómica a contratar un seguro contra riesgos atómicos, entonces se terminaría el cuento de que la electricidad de origen nuclear es barata.

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