La cita se desarrollará en la sede corporativa de la petrolera en Buenos Aires, con la asistencia de los accionistas, incluido Repsol, que estará representado por sus abogados y que suma un 12 por ciento de las acciones en la YPF estatizada, lo que le podría dar derecho a contar con un miembro en el directorio.
La asamblea, que se desarrollará a puerta cerrada, fue convocada por la Comisión de Valores, el regulador de los mercados en Argentina, cuyo titular, Alejandro Vanoli, presidirá la reunión, de cuyo desarrollo dará cuenta la Escribanía General de la Nación.
En el orden del día figura la remoción de la totalidad de los directores y síndicos titulares y suplentes de YPF y la designación de sus reemplazantes.
Como nuevo accionista mayoritario, el Estado impondrá como presidente del directorio a Miguel Galuccio, un ingeniero en petróleo experto en la búsqueda y explotación de hidrocarburos no convencionales y nombrado gerente general de YPF por la presidenta argentina, Cristina Fernández.
Los estatutos de YPF prevén que la asamblea esté facultada para designar entre 11 y 21 directores titulares, pero el gobernador de la provincia petrolera de Neuquén, Jorge Sapag, confirmó la pasada semana que el nuevo directorio tendrá 17 sillas.
Con la expropiación del 51 por ciento de YPF a Repsol, una medida anunciada por Fernández el pasado 16 de abril y convalidada por el Parlamento el pasado 3 de mayo, Repsol conservó un 6,43 por ciento de la mayor productora de hidrocarburos de Argentina.
El grupo español sumó además este jueves una participación adicional del 6 por ciento correspondiente a las acciones que el grupo argentino Petersen compró y puso como garantía al hacerse con un total del 25,46 por ciento de YPF mediante préstamos cuyo pago ha incumplido.
Así, Petersen, controlada por la familia Eskenazi, ha disminuido su participación en YPF al 19,46 por ciento, aunque podría también perder estas acciones pues también está en mora con un consorcio de bancos acreedores, integrado por Itaú, Credit Suisse, BNP Paribas, Santander y Citibank.
La participación estatal asciende al 51,02 por ciento, repartida entre el Estado nacional (26,03 por ciento) y las diez provincias petroleras argentinas (24,99 por ciento).
Otro 17,09 por ciento de YPF se cotiza en las bolsas de Buenos Aires y Nueva York.
Repsol inició el 15 de mayo los trámites para llevar a un arbitraje en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) la nacionalización de YPF con la remisión de una carta a Cristina Fernández, en la que declara la existencia de una controversia en la expropiación.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, que ha reclamado 10.000 millones de dólares en compensación por las acciones expropiadas, dijo este martes que no ha recibido respuesta a esa misiva.
Brufau anticipó que la controversia en el Ciadi, tribunal que depende del Banco Mundial, podría prolongarse tres o cuatros años, plazo en el que confió poder encontrar una solución al conflicto a partir de un eventual cambio de Gobierno en Argentina, que celebrará sus próximas elecciones presidenciales en 2015.
El Gobierno argentino, que ha esgrimido una supuesta falta de inversiones en YPF para impulsar la expropiación, anunció que el Tribunal de Tasación argentino se encargará de fijar el valor de la petrolera, pero adelantó que no pagará la cifra reclamada por Repsol.
La compañía registró en 2011 una ganancia neta de 5.296 millones de pesos (1.179,5 millones de dólares), un 8,5 por ciento menos que en 2010.
BRUFAU. Titular de Repsol
La “confiscación organizada [por el Gobierno argentino] para apropiarse de algo que no era suyo [YPF]”, según definición del presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha obligado a la petrolera española a reaccionar y a informar a los recelosos mercados de sus planes para un futuro sin la filial. YPF, que representaba un 25% de los ingresos, un 21% del beneficio neto y un 33% de la inversión de Repsol, y ha obligado a la compañía a revisar sus planes. El nuevo Plan Estratégico para el periodo 2012-2016 prevé unas inversiones de 19.100 millones de euros, con la actividad centrada en la exploración. A esta área, exploración y producción (upstream), que ha proporcionado grandes alegrías a la compañía en los últimos años, se destinará un 77% de la inversión prevista en los próximos cinco ejercicios. El dinero para inversiones es un 24% inferior al previsto en el anterior Plan 2010-2014 (excluidas las inversiones en la participada Gas Natural).
El nuevo plan prevé un precio medio del crudo de en torno a 100 dólares por barril y no contempla ningún ingreso por YPF, cuestión que se dirimirá en los tribunales en una batalla que puede durar años. Pero para poner en marcha la operación de “el día después” de YPF, una compañía como Repsol precisa del apoyo de los mercados y de los árbitros que marcan sus acciones, las agencias de calificación. No basta con anunciar que la petrolera tiene capacidad para autofinanciar sus planes (los 19.100 millones) mediante el recurso a su propia caja. Los tiempos, y mucho menos los mercados, no están para hacer ejercicios de fe. Y la dirección de Repsol, que estrena etapa y marca, ha tenido que mostrar dónde va a apretar para hacer que los planes no sean papel mojado. Las claves: dividendo, deuda y desinversiones.
Para Repsol, según explicó su presidente, Antonio Brufau esta semana, es fundamental mantener la calificación crediticia y alejarse —aunque esto no lo dijo— de la tipificación como “bono basura”. Así pues, los accionistas de la compañía tendrán una “retribución competitiva”, pero menor de la que venían recibiendo —1,16 euros en 2011, con crecimiento anual del 10%—. Repsol dedicará al pago a los accionistas entre el 40% y el 55% de los beneficios, en lugar del 64% actual.
El ajuste en los dividendos irá acompañado de una drástica reducción de deuda. Se trata de mostrar a los mercados que la compañía no se plantea otro camino que el de la más estricta ortodoxia financiera. Con una deuda de 11.300 millones (inferior, por poner un ejemplo, a la de Gas Natural), en la que se incluye deuda subordinada (3.000 millones) y los préstamos (irrecuperables) concedidos al Grupo Petersen (socio en la expropiada YPF), la petrolera considera posible —como ejercicio teórico— reducirla prácticamente a cero en cinco años.
No sería ni un milagro, ni la cuenta de la lechera. A Brufau —auditor durante dos décadas, resaltó ante la prensa—, los números, con permiso de los mercados, le cuadran. Para empezar, de la deuda de Repsol hay que eliminar 2.000 millones correspondientes a YPF que han pasado a ser responsabilidad del Gobierno de Cristina Kirchner. Más: los 3.000 millones en preferentes se transformarán en capital y habrá ventas de activos no estratégicos (por identificar) y de autocartera (Repsol mantiene un 5% del paquete del 10% adquirido a Sacyr Vallehermoso). Por esas ventas, que en ningún caso afectarán a la participación en Gas Natural (30%) o en Sinopec Brasil (60%) la petrolera espera recaudar entre 4.000 y 5.000 millones de euros.
El ejercicio teórico de la deuda, destinado a los mercados, tiene un aspecto todavía por aclarar: cómo anotará Repsol en su balance el riesgo de Argentina por la expropiación de YPF. Son 5.600 millones que no se pueden considerar perdidos, pero cuya realidad contable —como se plasman en las cuentas— tendrá que ser determinada por los auditores (Deloitte) este próximo mes de junio.
Números al margen, Repsol —sin YPF— tiene claro qué trabajo hacer: encontrar materia prima, petróleo. Por eso, tres cuartas partes de la inversión de los próximos cinco años se destinará a explorar y producir. El objetivo último, compensar la pérdida de los pozos argentinos, con un crecimiento de la producción del 7% de media anual. Así, hasta alcanzar en 2016 los 500.000 barriles de petróleo equivalente. Si los planes se cumplen, la tasa de reemplazo de reservas superará en el periodo el 120%. Es una garantía no solo de negocio, sino de supervivencia.
Para financiar la actividad central de búsqueda y explotación (2.900 millones de inversión media anual), Repsol cuenta con la caja que generará la actividad de refino y marketing (downstream), en la que espera mejorar los márgenes de refino hasta en tres dólares por barril. El downstream pasará de ser, según los estrategas de Repsol, de un negocio consumidor de caja —por las grandes inversiones realizadas— a uno generador de liquidez. ¿Cuánto? Una media anual de 1.200 millones de euros en el periodo 2012-2016. El negocio de gas natural licuado (GNL) contribuirá con casi 400 millones/año procedentes de la comercialización de los 12 bcm (miles de millones de metros cúbicos) previstos cada año.
El foco inversor, según explica la compañía, está puesto en 10 proyectos clave para el crecimiento situados en Brasil (Sapinhoa-Guará), Estados Unidos (zona central), Rusia (Arog), España (Lubina-Montanazo), Venezuela (Carabobo y Cardón IV), Perú (Kinteroni), Bolivia (Margarita-Huacaya) y Argelia (Reggane). Cuba queda definitivamente fuera de los planes.
El austero escenario dibujado para la compañía por la dirección fue recibido con frialdad en Bolsa, con fuertes caídas (7,17%) el mismo día de la presentación del Plan Estratégico. La prensa anglosajona (Financial Times), con alguna dosis de ironía, advertía, una vez conocidos los datos, que tanta austeridad, control, disciplina y suficiencia podía desviar incluso el interés de los inversores.
Pero a grandes males, pequeños (aunque continuos) remedios. Lo dijo Brufau: “En época de crisis, lo importante, más que el metro, lo es el milímetro”. Parte de ese pequeño avance hacia el futuro es el cambio de la marca y el estreno de sede en Madrid. El nuevo logotipo cambia ligeramente respecto al anterior. Formas más redondas, con sensación de profundidad y franja central blanca en lugar de negra. Fuera lutos y a mal tiempo, buena (o nueva cara). De la marca, por supuesto, ha desaparecido YPF. Es otro plan, es otro tiempo.
Repsol ha recuperado los derechos políticos de un 6% de YPF, aseguró ayer su presidente, Antonio Brufau, en la junta general celebrada ayer. Se trata de las acciones que, como acreedor de su socio argentino en YPF, tenía pignoradas y, aunque aún no ha vencido la deuda pendiente, Repsol recupera ese derecho al haberse declarado Eskenazi insolvente ante el resto de acreedores bancarios. Con ese paquete y el que no le ha sido expropiado en la nacionalización de la que era su filial argentina, Repsol mantiene el 12% de YPF.
La asamblea ordinaria, en la que Brufau presentó el plan estratégico 2012-2016 que dio a conocer el martes y en la que se aprobaron las cuentas de 2011, estuvo marcada por el expolio de YPF. Entre los accionistas que intervinieron, no faltaron exabruptos contra la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y el país andino, al que un inversor calificó de "gamberro, tercermundista y bananero".
La decena de intervinientes lamentaron la confiscación de un 51% de YPF y pidieron a su presidente todos los esfuerzos para reclamar sus derechos y que se apueste por países "solventes" y con "credibilidad". Brufau pidió "respeto" para la mandataria argentina y confió en una solución negociada.
En su discurso, Brufau mostró su confianza "en las reformas emprendidas por el Gobierno", especialmente, las referidas al mercado laboral y financiero. Pero en la junta tampoco faltaron críticas "a la gestión en YPF", sobre todo, "a los entresijos" de la venta del 25% de la petrolera argentina al pequeño empresario Eskenazi, propietario del grupo Petersen, que solo aportó 100 millones de dólares por la compra del 25,46% de YPF, que supuso 3.300 millones.
Estas críticas procedieron de dos accionistas que Brufau identificó como representantes de Luis del Rivero y Salvador Font, exconsejeros de Repsol por Sacyr. Los intervinientes dijeron haber presentado una reclamación en la CNMV sobre la ejecución de la opción de compra de un 10% de YPF por parte de Petersen, que supuso "unas pérdidas de 134 millones de dólares a Repsol".
Tras criticar la venta a Eskenazi por ser "una operación totalmente apalancada, que incluía el pago de un dividendo desmesurado, en detrimento de las inversiones", en la citada opción -señalaron- "el ejercicio se calculó de tal manera que Repsol perdió 92 millones de dólares respecto a lo acordado y otros 42 millones por el cobro de menores intereses". Según Brufau, tanto "el señor Font, como Del Rivero conocían estos acuerdos como consejeros" y que habían tenido tiempo de reclamar esta información mientras estuvieron en el consejo. Y ofreció entregársela.
También se criticó la decisión de nombrar un director general de negocios (COO), Nemesio Fernández-Cuesta, y no un consejero delegado.
La junta aprueba el 'scrip dividend'
La junta de Repsol aprobó ayer el nuevo sistema de reparto flexible de dividendo (scrip dividend) y el organigrama corporativo, que fue dado a conocer el martes, en el que figuran una dirección general de negocios (COO), que ocupará Nemesio Fernández-Cuesta, y la de estrategia y control, con Pedro Fernández Frial al frente.
El dividendo flexible supone el cobro opcional de acciones o efectivo, lo que implica ampliar el capital. Tras cobrar 0,5775 euros por acción, la retribución con cargo a 2011 será un 10% superior a la de 2010. No obstante, el plan estratégico a 2016 incluye un importante ajuste de la política de dividendo: el pay out se reduce a entre el 40% y el 55%.
Otra de las medidas importantes aprobadas es el levantamiento de los blindajes, o el límite de los derechos de voto situado hasta ahora en el 10%, en aplicación de la normativa que entró en vigor hace un año. Y fueron reelegidos consejeros Isidro Fainé y Juan María Nin y la nueva imagen corporativa, de la que se descuelga el apellido YPF.
El Gobierno concluye su intervención de YPF con duras críticas contra Repsol
El Economista
Gobierno argentino anunció hoy el fin de la intervención estatal de YPF y acusó al grupo español Repsol de tener planes de "vaciamiento" para la compañía y "depredar" el medio ambiente, en vísperas de la junta de accionistas de la petrolera convocada en Buenos Aires para el próximo lunes.
Las acusaciones contra Repsol fueron lanzadas por el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el viceministro de Economía, Axel Kicillof, al presentar un informe elaborado por los interventores del Estado sobre la situación de YPF (YPFD.ARG) cuya intervención y expropiación a Repsol fue anunciada el pasado 16 de abril.
"YPF era una compañía en liquidación", dijo Kicillof. "Era una vaca lechera a la que iban a ordeñar hasta la muerte", insistió uno de los nuevos hombres fuertes del Gobierno de Cristina Fernández.
"No han explorado, no han invertido en superficie, han dejado caer las reservas, han dejado caer la producción y han hecho mucha plata", afirmó en relación con la gestión de Repsol en la petrolera argentina.
Sostuvo que las nuevas autoridades han "visto planes confidenciales para el futuro y esto iba a hacer todavía más daño, iba a configurar una figura que he llamado vaciamiento (...) con uso irracional de los recursos".
"Todo eso hemos encontrado cuando abrimos los archivos secretos de la compañía", agregó Kicillof, para quien la estrategia de Repsol se concentró en utilizar los beneficios de YPF para su expansión internacional.
"Repsol se internacionaliza sobre las costillas de YPF", dijo, tras "canibalizar" a la petrolera y "depredar nuestro medio ambiente", insistió.
"Repsol dejó de explorar, no sé a qué se dedicaba esa empresa, no era una petrolera, era otra cosa. Era un negocio financiero de ganancias fáciles para llevárselas al exterior", continuó el viceministro, que adelantó que en breve se anunciará un plan de negocio para los próximos cien días y luego un plan quinquenal.
A pesar de las duras acusaciones lanzadas contra Repsol, el viceministro argentino admitió que el grupo español "deja una YPF de una potencialidad enorme, aun con toda la destrucción que sembraron".
Kicillof se refirió también al yacimiento de petróleo no convencional de Vaca Muerta, que para algunos analistas y empresarios del sector está en la raíz de la expropiación, para denunciar que Repsol "sale a hacer plata" con su descubrimiento.
"Encontramos el cronograma de 142 reuniones con petroleras internacionales, 142 reuniones para vender nuestros recursos o la empresa entera. Yo creo que la empresa entera, que estaban yéndose", afirmó.
Pese a las críticas a Repsol por sus contactos con empresas del sector, el ministro De Vido reconoció que también el Gobierno argentino se ha reunido con multinacionales para establecer posibles alianzas.
"Compañías como Apache y Total, que hoy producen 'shale oil' (hidrocarburos no convencionales) en Argentina y tienen interés en asociarse con nosotros", dijo el titular de Planificación, que apostó por una estrategia de "sumar inversiones para crecer".
La carga contra Repsol incluyó incluso a la sede de la compañía, ubicada en una torre del exclusivo barrio porteño de Puerto Madero, donde reside el vicepresidente argentino, Amado Boudou, y varios altos cargos del Gobierno.
Las críticas alcanzaron también al presidente de Repsol, Antonio Brufau, quien esta semana confió en que podrá negociar una compensación por la expropiación de YPF con un próximo gobierno en Argentina.
Para De Vido, son unas declaraciones "vergonzosas", constituyen una "falta de respeto" y "seguramente" serán respondidas "muy vivamente" en la asamblea de accionistas del próximo lunes.
Repsol controlaba el 57 % del capital de la petrolera argentina y tras la expropiación mantuvo un 6 %.
Ahora pasa a controlar el 12 % de YPF tras asumir los derechos políticos de otro 6 % que correspondía a la garantía de los préstamos con los que el grupo Petersen entró en la firma.