Murió de un infarto cuando se aprestaba a dar una conferencia. Adhirió a los gobiernos populistas de la región y en Argentina se sumó a "Carta Abierta".
A los 78 años, falleció ayer 13 de abril en Sevilla, de un infarto, el teórico político argentino Ernesto Laclau, de gran influencia en la ciencia política y en la sociología contemporáneas.
Laclau murió ayer de un infarto en la ciudad española, adonde había acudido para brindar una conferencia acompañado de su mujer, Chantal Mouffe, informó su familia.
El pensador desarrolló una teoría original sobre los movimientos populistas, y en los últimos años mantuvo una cercana relación con la presidenta Cristina Kirchner.
Laclau murió cuando se encontraba en la pileta del hotel en el que se alojaba y se encontraba allí invitado por la agregaduría cultural de la embajada argentina en España.
Desde 1969, el autor de “La razón populista” y “Hegemonía y estrategia socialista” residía en Londres y enseñaba Ciencias Políticas en la Universidad de Essex.
Nacido en Buenos Aires en 1935, Laclau se graduó en Historia en la Universidad de Buenos Aires en los años sesenta, y desde entonces conjugó sus actividades académicas con la difusión del ideario de la izquierda nacional.
Dirigió las revistas "Izquierda Nacional" y "Lucha Obrera", ligada a una corriente del partido socialista que se identificaba con la naciente revolución cubana y los movimientos para la liberación del llamado Tercer Mundo.
Cuando la dictadura de Juan Carlos Onganía comenzaba a declinar tras el "Cordobazo", Laclau decidió radicarse en Londres para continuar en Europa con sus actividades académicas.
Comenzó a finales de la conflictiva década de los '60 a perfilar una concepción teórica que consistía en revisar la idea del determinismo histórico y el antagonismo de clases como los motores de la historia, tal como lo había postulado el propio Karl Marx en el Siglo XIX.
Afianzado en el ámbito académico británico, Laclau ofreció conferencias y clases magistrales en universidades de otras latitudes, como Estados Unidos, México, Australia, Sudáfrica y en varios países de Europa.
En 1978 publicó en México, bajo el auspicio de la Editorial Siglo XXI, su primer trabajo: “Política e Ideológica de la Teoría Marxista, Capitalismo, Fascismo y Populismo”, en el que ensayaba los lineamientos de lo que más tarde se conocería como “el posmarxismo”, una línea de análisis que propugnaba una “democracia radicalizada”.
Junto a su compañera, filósofa y también politóloga nacida en Bélgica, plasma en 1985 “Hegemonia y estrategia socialista”, un libro en el que define la noción de “pluralismo agonal”, en el cual la idea de una sociedad plena y sin antagonismos es imposible.
En esta obra, reeditada en 2004, Laclau elabora un recorrido por la concepción de la hegemonía que pasa por el desmenuzamiento de figuras como V. I. Lenín, León Trotsky, Rosa de Luxemburgo y, finalmente, Antonio Gramsci.
Critica así conceptos fundamentales en el marxismo, como lo son la neutralidad de las fuerzas productivas y la creciente homogeneidad y pauperización en la que caía la clase obrera a medida que se desarrollaba el capitalismo.
“La clase obrera se fragmenta entre distintos agentes sociales, como parte de un proceso en el que existen distintas posiciones en el interior mismo de los agentes sociales, los cuales carecen, por tanto, de una identidad racional última", explica en su tesis.
Asimismo, desarrolla en esta obra un concepto de hegemonía, que consiste en la conquista de lo que él define como “significantes flotantes o vacíos”, que son llenados por los antagonismos que pugnan entre sí en el seno de una sociedad.
En este contexto, la democracia radicalizada y pluralista es, para Laclau, “la herramienta con la que se puede llevar a cabo un proyecto revolucionario”.
A principios de la década del 2000, y en pleno auge de los procesos políticos progresistas y de izquierda que tenían auge en América latina, el politólogo escribe “La razón populista” y “Debates y combates”.
En estas obras el académico hace una clara defensa del populismo como movimiento político en tanto permite el acceso de las mayorías postergadas de la región al centro de la escena política.
En consecuencia, se mostró identificado con el gobierno de Hugo Chávez, en Venezuela, el proceso iniciado por Evo Morales en Bolivia y el período que en 2003 inició Néstor Kirchner en Argentina.
Defendió la gestión del kirchnerismo en distintos foros e instancias académicas, y esta postura lo llevó a sumarse a la agrupación Carta Abierta, el nucleamiento de intelectuales que respaldaba el proyecto político que actualmente gobierna Argentina.
“El kirchnerismo llevó a cabo transformaciones en la sociedad que difícilmente puedan ser revertidas por una administración que tenga un signo político diferente”, sostuvo en una entrevista que le concedió a la agencia Télam en febrero pasado.