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POLÍTICA
Cumbre del PJ por la coparticipación. Blanck: temas pendientes. Naishtat: Un camino de espinas
22/01/2016

Los gobernadores peronistas unifican reclamos contra Macri

La Nación

JESICA BOSSI

En un ensayo para mostrarse juntos y con la intención de marcarle la cancha a Mauricio Macri, los gobernadores del PJ arman una cumbre para potenciar un reclamo que los abroquela: la discusión por el reparto de fondos, sobre todo después de la decisión de la Casa Rosada de aumentar por decreto el porcentaje de coparticipación que recibe la Capital, bastión de Pro.

La cita es convocada por José Luis Gioja, ex gobernador sanjuanino, diputado y cacique que puede amalgamar a las distintas vertientes de un peronismo tajeado por las internas. Será su tierra, según planean, el escenario del encuentro de mañana.

Hasta ahora, los organizadores contaban en el listado preliminar de asistentes al anfitrión Sergio Uñac, el delfín de Gioja en la gobernación; Juan Manuel Urtubey (Salta); Sergio Casas (La Rioja); Domingo Peppo (Chaco), y Juan Manzur (Tucumán), según confiaron a LA NACION, a la espera de más confirmaciones. El dato que más festejaban era la posible participación de Carlos Verna (La Pampa), un mandatario enfrentado al kirchnerismo.

El vínculo con los jefes provinciales había arrancado con buena sintonía desde el almuerzo que compartieron con Macri en Olivos, apenas asumió. Desde entonces, desfilan por despachos de Balcarce 50 y disfrutan de un canal de diálogo que no tuvieron en la era K. Eso parece que no alcanzó para atenuar el malestar que generó la medida del Presidente de convocarlos para discutir la coparticipación y, mientras se enredan en un debate larguísimo, premia a la ciudad de Buenos Aires.

Anteayer, salieron a coro para cuestionar el decreto. Verna trató a Macri de "unitario", Urtubey pidió "correlato" con los otros distritos y Manzur criticó que "al distrito más rico le dan más recursos". No sólo esa reacción generó la resolución: dio al peronismo una razón de oro para reubicarse en una causa común, pese a los tironeos. Hasta los bloques legislativos del Frente para la Victoria mostraron posturas homogéneas.

El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, buscó calmar el enojo: prometió reunirse con ellos de a uno para revisar el tema y encaminar una negociación integral. De hecho, ayer estuvo en San Juan, donde compartió un acto con Uñac.

En el Gobierno insisten en que el incremento del coeficiente de coparticipación de 1,4% a 3,75% no perjudica a otras provincias (ya que se descuenta de fondos de Nación) y que se hizo para financiar el traspaso de la Policía Federal. Según estimaciones oficiales, la administración de Horacio Rodríguez Larreta obtendrá $ 15.900 millones adicionales este año.

La reunión en San Juan también se decodifica en clave partidaria. Con varios mandatarios que recién aterrizan en el poder y una disputa expuesta entre el PJ tradicional y el cristinismo, la "mesa" de gobernadores era más una expresión de deseo que un cuerpo orgánico para análisis reales y definiciones conjuntas.

Esta modalidad, aseguran, puede ordenar el vínculo con el Gobierno y, a la vez, sirve para el reacomodamiento del sello, que debe renovar autoridades antes de mayo. Dos ya dieron señales de querer dar batalla: Urtubey, más anclado en el peronismo clásico, y Jorge Capitanich, intendente de Resistencia, que está cerca de Cristina Kirchner y La Cámpora. En el medio, suenan desde Guillermo Moreno, que con su flamante agrupación La Néstor quiere meterse en las conversaciones, hasta el tucumano Manzur, que no ocultó sus aspiraciones ante históricos barones del conurbano.

Aunque es una idea que no maduró aún, los más componedores exploran la opción de que un dirigente como Gioja, sin ambición presidencial, pueda ser prenda de unidad.

La juntada sanjuanina coincide con otra reunión peronista: los intendentes bonaerenses que intentan sanar heridas después del huracán que dejó la aprobación del presupuesto a María Eugenia Vidal. El acuerdo con la gobernadora macrista generó un quiebre entre la posición del peronismo más territorial y los camporistas. Allí, como en la cumbre cuyana, también prometen un libreto más exigente hacia Cambiemos, aunque sin caer en excesos. Nadie quiere ir en tránsito rápido de las ondas de amor y paz a pintarse la cara para la guerra.

Una pelea que recién comienza

Anulación por decreto

Con un DNU, Mauricio Macri derogó el 13 de diciembre pasado el decreto firmado por Cristina Kirchner antes de irse que disponía el cese de la retención del 15% de los fondos coparticipables que efectuaba el Estado sobre todas las provincias

Benefician a Larreta

Los gobernadores del PJ reaccionaron cuando el martes último el Gobierno elevó de 1,4 a 3,75% el coeficiente de coparticipación para la ciudad de Buenos Aires, que lidera el macrista Horacio Rodríguez Larreta. Los peronistas acusaron a Macri de "unitario" y pidieron un reparto de fondos más equitativo

Aplausos en Davos y temas pendientes

Clarín

JULIO BLANCK

Quizás el presidente Mauricio Macri esté levitando ligeramente después del exitoso día en la cumbre de Davos. Cuidado: ese efecto de levitación puede producir cierto mareo, poco aconsejable para un gobernante cuyas decisiones afectan a millones de personas. Pero es un hecho irrefutable que en una misma jornada Macri recibió saludos, felicitaciones y promesas del vicepresidente de los Estados Unidos, de los primeros ministros de Gran Bretaña, Francia e Israel, de los jefes de algunas de las más grandes compañías del planeta, y hasta tuvo su foto con Máxima, la reina argentina de Holanda. 

Hubo gestos que excedieron el marco “formal y amable” con que se desarrollaron las reuniones, según definieron fuentes de la delegación argentina. El más llamativo fue que Joseph Biden, vicepresidente de Obama, le dio a Macri el número de teléfono de su casa. No quiere decir que Macri lo vaya a llamar, o que Biden lo vaya a atender. Fue un claro gesto político.

También dicen en la delegación argentina que resultó notorio el empeño del británico Cameron en avanzar hacia un nuevo tipo de diálogo e intercambio, sin ignorar las profundas diferencias que separan a ambos países por Malvinas.

O el gesto del canciller de Irán, quien cruzó todo un salón para saludar a su colega argentina Susana Malcorra, que viene de ocupar altos cargos en las Naciones Unidas y demostró moverse con solvencia en el ambiente de Davos. 

Entre los interlocutores del presidente argentino hubo personajes de enorme poder como Eric Schmidt, director ejecutivo de Google, que bien puede considerarse la octava economía mundial. Pero a pesar de gobernar un país que está fuera del radar de los grandes jugadores globales –”acá no somos nadie” se sinceró un integrante de la comitiva– no le faltaron lisonjas a Macri. 
A sólo seis semanas de haber asumido, el Presidente completó así el primer paso de su plan de llevar al país de regreso al mundo, según lo que él concibe como el mundo y que es lo que expresa Davos.

Antes de evaluar los eventuales beneficios en posibles inversiones y acuerdos comerciales que pueda sembrar su paso por esa cumbre, hay que señalar que el viaje de Macri supuso una fuerte carga simbólica. 

Se transmitió la idea de un país abierto a relaciones productivas con la porción del mundo a la que pertenece, por su historia, cultura y materialidad concreta. 

Se fijó el propósito de relegar alianzas políticas y económicas –Venezuela, el antiguo régimen de Irán, de algún modo China y Rusia– que fueron enormemente provechosas para los funcionarios involucrados, pero al menos cuestionables en sus bondades para el país. Y se expuso la impronta de un gobierno que es todo lo opuesto que se pueda ser al populismo y promotor de una economía que pretende volver a ser competitiva. 

“La idea de mostrar que Argentina volvía al mundo funcionó hasta ahora” dice desde el frío y la nieve Sergio Massa, a quien Macri sentó a su lado en las principales reuniones políticas de la jornada. El líder del Frente Renovador, que mencionó la “generosidad” en el trato que le dispensó el Gobierno, tuvo además encuentros con empresarios. Se declaró asombrado por “el interés de grandes compañías y fondos de inversión por saber cómo sigue la Argentina y cómo se puede avanzar en concreto”.

Macri invitó a Massa a compartir su mesa el miércoles por la noche. Con ellos se sentó Juliana Awada, la primera dama. Nadie más. Fue una cena más social que política. Pero aún así se mencionaron asuntos pendientes de resolución en el país y en la provincia de Buenos Aires, escenarios en los que Massa hoy es un aliado indispensable y mañana podrá ser un competidor de alto riesgo para Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal. 

Los aplausos que el mundo le está ofreciendo en Davos no suprimen el escenario de conflicto múltiple que Macri deberá afrontar a su regreso. Davos contribuye a crear un ambiente más favorable a los objetivos y necesidades del Gobierno, genera mejores condiciones para la economía, pero no es la solución en sí misma. Y acá, por ejemplo, está empezando a levantar temperatura el universo sindical. 

Lo más acuciante es el conflicto con los petroleros privados en Chubut, que tienen 4.500 puestos de trabajo amenazados y amagan con cortar gas y petróleo con un paro general. “Todos tienen que ceder un poco”, dice el Gobierno. El gremio dio cinco días de plazo. La semana próxima habrá negociaciones contra reloj. 

A la vez, empezó la pulseada con la paritaria de los bancarios, donde las posturas están muy distantes. Y en dos semanas se abrirá la discusión salarial con los docentes de la Provincia, prueba testigo que suele marcar el clima gremial del año.

Como trasfondo de todo está la preocupación por el aumento de precios, que determinará el escenario para todas las paritarias y será componente decisivo de la paz social o de su ausencia. Hay indicios preocupantes en alimentos y productos de limpieza, que al salir del sistema de Precios Cuidados sufrieron subas del 10% al 60% en lo que va de este mes. Sin contar que en pocos días más, como anticipó el ministro de Energía, habrá anuncios sobre nuevas escalas en tarifas de luz y gas. Muchos bolsillos van a sufrir.

Son cuestiones de extrema sensibilidad popular, que para ser satisfechas necesitan algo más que la denuncia de los desastres que dejó en el Estado –nacional, provincial o municipal– la gestión kirchnerista. No pueden anestesiarse por mucho tiempo con las buenas formas, las promesas floridas o las modificaciones positivas en las formas de convivencia social, que de todo eso hay y en algunos casos, en abundancia.

Para Macri y sus funcionarios espera un horizonte de espinas al menos hasta mitad de año, y eso si consiguen mantener encaminadas las líneas directrices de la economía. Tienen que acertar con las medidas –hasta ahora lo han hecho razonablemente– y deben definir un plan para atacar las raíces del estancamiento económico, que es todavía una tarea pendiente. A la vez, tejer una red política de contención, donde también están atrasados.

La alianza estratégica con Massa pesa en el Congreso nacional y en la Legislatura bonaerense y es una viga maestra de esa construcción necesaria. Pero nada funcionará del todo si el Gobierno actúa de tal modo que termine teniendo enfrente, en bloque, al peronismo oficial. Esto es, la mayoría en el Senado que comanda Miguel Pichetto, la docena de gobernadores que ya no quieren ser llamados ni kirchneristas ni cristinistas y entre los que está muy activo el tucumano José Manzur, los legisladores y dirigentes que miran al salteño Juan Manuel Urtubey y tratan de armar grupo propio en el bloque de diputados nacionales que conduce La Cámpora.

El gobierno de Macri se siente cómodo generando un escenario de antagonismo absoluto con Cristina y sus batallones. Es buen negocio político a corto plazo, pero hacer política para gobernar es otra cosa.

El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, corre de punta a punta para atajar a los gobernadores peronistas. Esta semana llegó a recibir en la Casa Rosada a tres en un mismo día. No todas las reuniones son públicas: también tuvo una cena privada con el cordobés Juan Schiaretti, que nunca fue kirchnerista como los demás. El martes se haría en Córdoba la primera reunión de Gabinete nacional fuera de la Capital. Macri sacó en esa provincia el 71,5% de los votos en el balotaje. Pero casi ninguna de las promesas que les había hecho a los cordobeses en la campaña estaba encaminada. Ese incendio corrió a apagar Frigerio.

Los gobernadores peronistas le piden juego al Gobierno. Dicen que si insisten en darles aire a Cristina y a La Cámpora, ellos no tendrán más remedio que reclamar atención por medios más sonoros. 

De estas cosas, y de la reorganización del peronismo sin el tutelaje de Cristina piensan hablar esos mandatarios provinciales mañana en San Juan invitados por el ex gobernador y ahora diputado José Luis Gioja. Allí estarían Manzur, dicen que también Urtubey, el entrerriano Gustavo Bordet, el sanjuanino Sergio Uñac, el riojano Sergio Casas, el interminable formoseño Gildo Insfrán, la catamarqueña Lucía Corpacci, quizás la fueguina Rosana Bertone si logra acomodar su agenda, y el chaqueño Domingo Peppo. Están tentando al chubutense Mario Das Neves y al pampeano Carlos Verna, ajenos al sistema kirchnerista.

La excusa que los convoca es la decisión de Macri de casi triplicarle los fondos de coparticipación a la Capital para solventar el traspaso de la Policía. Suman eso al fallo de la Corte Suprema que reconoció deudas y reclamos por esos fondos a Santa Fe, Córdoba y San Luis; y a las ayudas tan generosas que la Casa Rosada le está dando a Vidal para afrontar el descalabro presupuestario con que recibió la Provincia.

“Está bien que repartan plata, pero entonces que repartan para todos”, explica con picardía uno de los promotores de la reunión en San Juan.

Al final, a eso se remite casi todo. En Davos o en la Argentina profunda

Un camino de espinas pone a prueba la gestión Macri

Clarin

Silvia Naishtat

Mio cugino Mauricio Macri, escribió Paolo Macri en el Corriere del Mezzogiorno de Nápoles, para definirlo como el presidente migrante. Es decir, un puente entre culturas, con capacidad de adaptación. El artículo se coló en las carpetas con antecedentes que prepararon para los CEO’s que en Davos compitieron por escasos 15 minutos con Mauricio. Pero en Buenos Aires un analista económico prefiere llamarlo presidente pragmático. Y uno de sus colaboradores cercanos completa que tiene muy en cuenta las enseñanzas de su abuelo, el escritor, político y empresario Giorgio Macri quien, en 1947, dejó atrás su vida e inició otra nueva en la Argentina. Giorgio fundó el Frente del Uomo Qualunque (Frente del Hombre Común), de enorme relevancia en la Italia de posguerra. El Presidente suele recordar a su abuelo de manera especial. Y a tono con el hombre común, insiste en las reuniones de Gabinete que su gobierno debe llevar tranquilidad. 
Macri suele sorprender en ese ámbito por su poder de escucha, por dar marcha atrás si lo convencen y por mostrar ejercicio del poder en caso contrario. Lo hizo con el cepo, cuando le aconsejaban esperar por el costo fiscal de dejar de percibir el 35% por el dólar tarjeta y el 20% por el dólar ahorro. Y esta semana con el traspaso de la Policía Federal. A Lucio Castro le encargó definir la quita de subsidios, gradual y focalizada a partir de la información de la SUBE. Apuestan a ahorrar un 1,5% del PBI. En la Casa Rosada están seguros que la economía dará una sorpresa creciendo desde junio. El Presidente lo transmitió en Davos a sus interlocutores y dijo que ahora son los fondos buitre los que no quieren negociar.
“Seremos estrictos”, afirmó Macri en relación a los empresarios. Y es lo que intentan, con resultado dispar en el caso de los formadores de precios, el ministro Francisco Cabrera y el secretario de Comercio Miguel Braun. El mensaje, de cara a un desafío como las paritarias, es que empresarios y sindicatos cedan de manera responsable. El ministro Jorge Triaca ha hecho saber que las declaraciones de Hugo Moyano -pide un ajuste de 30%- implican que aceptará el 25% que propone el Gobierno. Los empresarios no confían y observan esa puja como una prueba de gobernabilidad. Hay otras. Son las que pasan por el Congreso dadas las restricciones institucionales. “El PRO controla la Presidencia pero no el Parlamento, lo que se llama en EE.UU. una situación de gobierno dividido”, señalaron en un grupo industrial líder. 
Curiosamente, quien intentó alejar esos temores fue Franco Macri en Punta del Este. Contó que ha dejado de disfrutar la placidez del anonimato y que nunca tuvo tantas propuestas para invertir en la Argentina. Es cierto, hay plata para infraestructura. Pero el Presidente prometió no tolerar la corrupción. Se lo advirtió a sus tres personas de confianza en el ambiente. Una, su primo hermano Angelo Calcaterra, al frente de Iecsa, que suele ponerlo al tanto de licitaciones dudosas. Otra, su amigo Nicky Caputo y también Leo Maffioli, en la firma familiar Socma-Sideco, importadora de los autos chinos Chery, dueña de Macairjet, entre otras .
Ese conocimiento es lo que hace dudar a Macri de la continuidad de Miguel Galuccio en YPF. Juan José Aranguren evalúa para la posición de CEO a Javier Rielo, quien estuvo siete años al frente de las operaciones de la francesa Total en Argentina y luego fue enviado a París. Ya eligió al presidente de la compañía: Miguel Angel Gutiérrez, del grupo The Rohatyn.
A Hugo Sigman (industria farmacéutica, entre otras ramificaciones), le sorprende el grado de motivación de este equipo de gobierno. ¿Será suficiente para afrontar una coyuntura económica internacional tan difícil? En estos días se recuerda al legendario Adolfo Canitrot que en los 80, con los precios de los granos por el suelo, decía: “Cuando hay un gobierno que no es peronista el mundo se pone de acuerdo en andar mal”. Con China y Brasil que se empecinan en dar pésimas noticias, las posibilidades de crecimiento se acotaron. Lo paradójico, reflexiona Florencia Heredia, socia de Holt abogados, expertos en adquisiciones de compañías, es que la crisis de Brasil genera mayor optimismo con Argentina. Distinta es la visión de Santiago Bilinkis, inversor en tecnología: “La turbulencia en Brasil mantiene a Silicon Valley muy cauto respecto de América latina. Para el financiamiento es clave que Brasil se recupere”.
En el sector textil lo ven parecido. Teddy Karagozian, de TN Platex, señala: “Será difícil vender productos con mayor valor agregado, en un escenario en el que India y China protegen sus industrias promoviendo sin vergüenza sus exportaciones. En Argentina estamos aún muy lejos de un valor de equilibrio con el dólar”, disparó.
Nos queda el campo. ¿Alcanza el efecto combinado de baja de retenciones y devaluación? Gustavo Grobocopatel sostiene que es un paso que permite hacer uso de una dosis mayor de tecnología y aumentar la productividad. “Con este aparente viento en contra, hay que ser galopeador contra el viento como decía Yupanqui”. A Guillermo Carracedo, secretario de la Bolsa de Comercio, inversores productivos de EE.UU. le preguntaron si los argentinos iban a traer su dinero y si eran posibles acuerdos con la oposición y los sindicatos a largo plazo. 
Lejos de Washington hay otra agenda latente. El próximo abril, Cristóbal López desembarcaría en el Casino del Tigre, Trilemium, tras el visto bueno judicial a la compra del 50% que supo pertenecer a Sociedad Comercial del Plata, de la familia Soldati. López sería socio de Boldt. Eso sí, resulta llamativo quiénes lo van a controlar. En Lotería Nacional, Macri designó a Tomás Elizalde, ex ejecutivo de Sociedad Comercial del Plata, la firma que le vende a Cristóbal. En la Lotería bonaerense, María Eugenia Vidal optó por Melitón López, un ex compañero de la facultad dedicado a pases de jugadores. Melitón López dejó como segundo a Jorge “Piedrita” Rodríguez, el cuestionado ex presidente del organismo y hombre de confianza para múltiples emprendimientos de Daniel Scioli. Cualquier decisión dejará huella. 


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