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HISTORIAS
Canadá: Cuando el paraíso laboral no es para todos
01/04/2019

Canadá se queda sin trabajadores

MINING PRESS/El País

JAIME PORRAS FERREYRA

El desempleo está en el 5,6%, su nivel más bajo desde 1976. Y en el último año se han creado 219.000 puestos de trabajo, un 1,2% más que en los 12 meses anteriores. El optimismo en torno al empleo es, en fin, creciente. Sin embargo, esta buena noticia tiene su envés: el país norteamericano no da abasto para cubrir la demanda de trabajadores en algunos sectores de su economía.

La escasez de mano de obra afecta a varios sectores de la economía, que registra su tasa de paro más baja en 42 años

 
Dos trabajadores de la construcción, en una central hidroeléctrica de Quebec.
Trabajadores en una central hidroeléctrica de Quebec. L. HAGBERG AFP

Magali Dion tiene serios problemas para contratar nuevos empleados para Cerpajo, la explotación agrícola que regenta en Saint-Liboire (Quebec, este de Canadá). “Tenemos dificultades para contar con personal. Hace falta gente en muchos centros de la zona”, relata a EL PAÍS desde su explotación, centrada en la producción de maíz, soja y hortalizas. “Necesitamos encontrar cinco trabajadores más para operar con normalidad”, se lamenta. Su situación no es ni mucho menos única: mientras medio mundo se afana en reducir su tasa de paro, en Canadá las cosas lucen bien distintas.

Las informaciones sobre vacantes en obras de construcción en la Columbia Británica (oeste) o en plantas de transformación de alimentos en New Brunswick (este) se han convertido en una constante. También las dificultades para encontrar chóferes que se pongan al volante de los camiones de carga en Manitoba (centro), operarios para instalaciones eléctricas en Saskatchewan (centro) y jornaleros que se hagan cargo de los cultivos de Quebec: Canadá necesita más trabajadores para alimentar una economía en plena forma, que acumula ya ocho años seguidos de crecimiento y que debería cerrar el ejercicio en curso con un alza superior al 2%.

Los problemas para encontrar trabajadores que cubran las vacantes se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza, muy especialmente, para los pequeños y medianos empresarios. La semana pasada, un informe de la Federación de Negocios Independientes de Canadá (CFIB, por sus siglas en inglés) puso cifras a una escasez de fuerza laboral que no ha dejado de crecer. En los últimos cuatro meses, unos 430.000 empleos en pequeñas y medianas empresas no se han podido ocupar por falta de candidatos. En un año, las vacantes sin cubrir han aumentado del 2,9% al 3,3%, según los datos del CFIB, que reúne a más de 110.000 empresarios.

“La tasa supera las marcas registradas antes de la crisis financiera de 2008”, indica Simon Gaudreault, director de investigación nacional de la federación. El estudio confirma, además, los nombres de los sectores más afectados por la falta de mano de obra: servicios profesionales, construcción, agricultura —bien lo sabe Magali Dion— e hidrocarburos.

"Necesitamos soldadores y mecánicos", cuenta Laurence Tardif, directora de recursos humanos de KTG, una empresa que fabrica instalaciones de acero para diversas industrias. La firma, con sede en Mont-Laurier (Quebec), no para de difundir sus vacantes en bolsas de trabajo y centros de enseñanza.

También participó —junto con decenas de compañías— en el evento de captación de trabajadores en Francia organizado por el Gobierno de Quebec en mayo pasado. Sin suerte. "Las personas deben contar con la formación necesaria", precisa Tardif. "La mano de obra es una problemática muy grande", concuerda Cindy Virasack, directora de Recursos Humanos del fabricante quebequés de componentes metálicos Métalus.

 

 

Casi cuatro de cada 10 pymes canadienses tienen problemas para contratar los trabajadores que requieren, según un reciente informe del Banco de Desarrollo de Negocios de Canadá. “La gente se está jubilando y no somos capaces de remplazar sus habilidades”, afirma Jocelyn Bamford, vicepresidenta de Automatic Coating, una firma de Ontario especializada en recubrimientos para tuberías, al diario The Globe and Mail. El sueldo medio por hora en los nichos de empleos con vacantes ronda los 21 dólares canadienses (15,7 dólares estadounidenses, casi 14 euros), según las cifras oficiales. Valores, en ambos casos, notablemente superiores a los salarios mínimos en las principales provincias del país.

Crecimiento económico y pirámide demográfica

El despunte económico y el envejecimiento de la población están detrás de esta creciente escasez de mano de obra. ¿Qué hacer ante este panorama? Las soluciones propuestas por los especialistas en mercado de trabajo pasan por mejorar los incentivos salariales y, sobre todo, por abrir un poco más la mano a la inmigración. En noviembre de 2017, el Gobierno de Justin Trudeau anunció un plan de tres años para aumentar la llegada de trabajadores extranjeros: según sus planes, este año Canadá debería recibir algo más de 300.000 personas, en 2019 serán 330.000 y en 2020, 340.000. Unas cifras nada despreciables para un país de menos de 40 millones de habitantes, pero cuya progresión está lejos de lo que le gustaría al consejo consultivo en materia de crecimiento económico: llegar a 450.000 inmigrantes en 2021.

En paralelo, se mantienen diversos programas para la atracción de trabajadores temporales. En 2017, el país norteamericano emitió 286.000 visas de este tipo, y la tendencia va a más. “Estamos considerando la posibilidad de contratar mano de obra temporal. Varias granjas de la región ya lo hacen, pero el problema está en las cuotas y en las fechas de validez de las visas”, afirma Magali Dion, la propietaria de la explotación agrícola de Saint-Liboire.

La escasa flexibilidad, añaden tanto las cámaras industriales y comerciales como los analistas del mercado de trabajo canadiense, es el gran pero: el aumento de las cuotas migratorias, dicen, es una buena señal, pero debe acompañarse de otras políticas, como atraer a más inmigrantes fuera de los grandes centros urbanos para fomentar el desarrollo del campo. También inciden en la necesidad de cambiar los criterios de selección de los perfiles de trabajadores extranjeros. "Debe hacerse sobre la base de la empleabilidad y no en función del nivel de formación académica", apunta Stéphane Forget, presidente de la federación de cámaras de comercio de Quebec, en un comunicado. Esto obedece a un problema común: miles de inmigrantes no encuentran empleo con rapidez al llegar a Canadá o deben desempeñar funciones distintas de su profesión original.

Quebec es una de las provincias que más está sufriendo la escasez de mano de obra. De las 430.000 vacantes en todo Canadá, casi 118.000 están allí. "Vivimos una fase de penuria en la mano de obra. Las fábricas no llegan a cumplir con sus metas. Es muy claro que la solución no pasa por disminuir las cuotas de inmigración", cierra, en un comunicado, Véronique Proulx, consejera delegada de Manufactureros y Exportadores de la región francoparlante.

Las dificultades de inmigrantes para insertarse en el mercado

EL PAÍS

La homologación de diplomas, la falta de experiencia local y la discriminación dificultan la incorporación de inmigrantes cualificados al mercado de trabajo del país norteamericano.

La colombiana Carolina Campos aterrizó en Montreal (Quebec, este de Canadá) en 2013. Tenía 32 años y llegaba con visa de residente permanente, bajo la categoría de trabajadora cualificada. Abogada especializada en derecho público y con años de experiencia en su país, Campos ha tenido muchos más problemas de los esperados para hacerse un hueco en la esfera laboral canadiense: nada más llegar se dio cuenta de que tendría que volver a la universidad si quería ejercer nuevamente su profesión. “No vine engañada a Canadá, pero sí con varias lagunas sobre la realidad del mercado laboral. Las cosas no son tan claras en las sesiones de información en Colombia. Te describen el panorama de forma muy optimista, pero deberían ser más precisos”, se queja.

Una feria de reclutamiento laboral en Toronto.

Una feria de reclutamiento laboral en Toronto. AARON HARRIS REUTERS
 

Al ver que la puerta de la abogacía se le abriría con dificultad, se vio forzada —como otros tantos— a reorientar su profesión. Trabajó como camarera y vendedora de artículos deportivos mientras estudiaba para obtener un certificado en cooperación internacional. Se postuló para varios empleos cualificados, pero no obtuvo respuesta. Hizo prácticas ocho meses en Honduras gracias a un organismo canadiense y a su regreso a Montreal obtuvo un contrato de poco más de medio año. Se postuló a otros trabajos, de mayor responsabilidad. Sin suerte. "Ha sido decepcionante", reconoce. Tanto como para haber decidido volver a los estudios como mal menor. "Estoy cursando un máster en ciencia política con el que espero ampliar mis posibilidades para encontrar un empleo acorde a mis competencias profesionales".

El caso de Carolina Campos no es ni mucho menos aislado. Canadá es un país reconocido mundialmente por su sistema de selección de inmigrantes y requiere cada vez más de miles de trabajadores cualificados. No obstante, varios factores hacen que buena parte de los profesionales extranjeros tengan problemas para mostrar su potencial en el país norteamericano: según datos oficiales, casi la mitad de los inmigrantes de entre 25 y 54 años cuentan con diploma universitario, un porcentaje muy superior al de los canadienses de nacimiento: menos de uno de cada tres. Por el contrario, los inmigrantes con estudios superiores ganan, de media, un 30% menos que los oriundos de Canadá.

El caso de Campos refleja la dificultad para la homologación de los títulos de letrados extranjeros, pero no se limita a ese gremio: médicos, ingenieros químicos, arquitectos, entre otros, viven historias similares. Igual que en el campo sanitario: de aquí a 2022 habrá que cubrir alrededor de 60.000 puestos de enfermería, pero quienes ya trabajaban como tales en sus países de origen tienen serios problemas para homologar sus certificaciones y conseguir el anhelado contrato de trabajo en el país norteamericano.

Un obrero en la planta de la transnacional aeronáutica Bombardier, en Quebec.

Un obrero en la planta de la transnacional aeronáutica Bombardier, en Quebec. CHRISTINNE MUSCHIREUTERS

La tasa de desempleo canadiense cerró el año pasado en el 5,8%, cifra que subía hasta el 6,1% entre la población inmigrante y el 9,4% entre quienes llevan menos de cinco años residiendo en el país norteamericano. El buen estado de la economía y algunas políticas gubernamentales han reducido estas cifras en el último lustro, pero en un país en el que hay dificultades para encontrar profesionales en un número no menor de sectores, el camino por recorrer es aún vasto.

En 2015, la Conference Board of Canada —un grupo de especialistas centrado en el análisis de cuestiones económicas— calculaba que, si los empleadores y las órdenes profesionales hicieran un mejor trabajo para reconocer las competencias de los inmigrantes, estas personas recibirían unos ingresos anuales totales superiores en entre 10.100 y 12.700 millones de dólares canadienses (6.690 y 8.410 millones de euros, respectivamente). Así aumentaría no solo su poder adquisitivo, sino la productividad y la recaudación fiscal canadienses. Diversas organizaciones profesionales matizan, sin embargo, que cumplen con su principal mandato: asegurarse de que cada candidato cuente con las enseñanzas y las competencias requeridas.

El círculo vicioso que sufren los migrantes cualificados en Canadá a la hora de buscar trabajo suele ser el siguiente: se les pide experiencia canadiense, pero pocas empresas e instituciones les permiten adquirirla. “En una entrevista de trabajo comencé a describir las responsabilidades que tuve en Colombia. Ni siquiera me dejaron terminar”, cuenta Campos.

Kelly Thomson y Joanne Jones, profesoras de la Universidad de York, realizaron un estudio sobre contables de otros países que deseaban ejercer la misma profesión en la provincia de Ontario (este). “Al entrevistar a empleadores constatamos que esto tiene poco que ver con cuestiones técnicas: más bien responde a las relaciones a desarrollar con tus colegas, a cómo te insertarás en el ambiente de la oficina. Algunos empleadores comprenden los beneficios de contratar a una persona con otro tipo de bagaje. Por desgracia, otros más muestran renuencia”, comenta Thomson. Ahí llega el segundo escollo: la limitada red de contactos en el país de acogida. "Uno de nuestros programas consiste en asignar un tutor para que el inmigrante pueda construir poco a poco una red. Es una gran herramienta para encontrar oportunidades laborales", afirma vía telefónica Debroy Chan, director de inclusión en el Consejo de Empleo para Inmigrantes de Toronto. Los inmigrantes profesionales son fundamentales para que Canadá compita a escala global.

Ante la imposibilidad de desarrollar una carrera profesional acorde a sus expectativas, muchos inmigrantes deciden dar un giro, aceptando trabajos por debajo de sus capacidades o que, directamente, nada tiene que ver con su formación previa: hay el doble de inmigrantes sobrecualificados que nacidos en Canadá. El mexicano Martín Portocarrero llegó a Montreal en 2014 para cursar un máster en Relaciones Internacionales. "Me ha ido bien, a diferencia de muchos inmigrantes que conozco", dice. Gracias a la visa de trabajo que otorga Canadá a quienes concluyen estudios superiores, obtuvo un contrato en un organismo tras realizar prácticas en el mismo. "Trabajo en el departamento de comunicación. El problema es que no es un empleo que me permita poner en práctica todos mis conocimientos y experiencias. Fui durante varios años consultor en políticas públicas en México y hay proyectos en los que podría trabajar sin problema".

La discriminación también tiene mucho que ver en las dificultades de los inmigrantes para insertarse con éxito en el mercado de trabajo canadiense. Un estudio mostró en 2012 que las personas con nombres de origen africano tenían una probabilidad un 38% menor de ser convocadas a una entrevista de trabajo en comparación en Montreal que sus iguales francocanadienses. En el caso de los nombres árabes, este porcentaje era del 33% y en el de los hispanos, de casi el 31%. "Todos contaban con experiencia laboral en Quebec y diplomas de la provincia. La discriminación es una variable a tomar en cuenta", comenta Paul Eid, profesor en la Universidad de Quebec a cargo del estudio, que recuerda que las trabas para los migrantes blancos son mucho menores. En 2017, un ejercicio similar realizado por la Universidad Ryerson subrayaba que las personas con nombres asiáticos tenían un 30% menos probabilidades de obtener una entrevista.

 

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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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