DANIEL BOSQUE*

A no preocuparse. Reconstruir el monumento ícono de Francia será sencillo. Como hizo Rusia con decenas de templos, incluida su máxima catedral, la del Cristo Salvador, destruidos por Josef Stalin en los recordados “años sin Dios”. El espíritu del lugar crujirá doliente pero las selfies quedarán a salvo.

Pero una inocultable llamarada consume al mundo hiper conectado, con la misma voracidad de París. Hoy dice la radio que mejor hubieran dejado al neogótico de Notre Dame sin las reformas que encendieron la chispa.

En millares de obras en el mundo, presuntuosos expertos y peritos suelen asegurar que nada malo va a pasar, mientras ocultan que las contratistas escamotean cantidad y calidad de recursos humanos, fraguan informes técnicos, estafan en insumos y procesos. La premisa, en cualquier latitud, es ganar licitaciones con precios mínimos. Y si cabe, generar excedentes para los peajes de la política o la corrupción empresaria.

Nada nuevo bajo el sol. History Channel vive recordando centenares de seculares chapuzas, desde los cañones de la Armada Invencible al naufragio del Titanic, hasta las recientes bofetadas de Brumadinho. el puente de Benetton en Génova o los Boeing del software mortal.

Paradojas del cyber: justo cuando era viral el gurú José Luis Cordeiro que nos avisa que dentro de poco nomás viviremos más de un siglo como si nada. Que conoceremos, como en un Eva Test,  de qué vamos a morir y cómo evitarlo Que la inteligencia artificial, en un par de décadas, dominará el mundo. El ser humano, según tal optimismo, se encamina a dominar las claves primigenias del tiempo y del espacio, aún el sideral.

Pero ocurre que hoy, siglo XXI, cualquiera bebe a diario el cóctel explosivo de tecnócratas incompetentes, gerentes e ingenieros soberbios, planteles técnicos mal entrenados y funcionarios venales. Desde las pantallas saltan a nuestro sofá desastres ambientales, penurias de multitudes, patrimonios que sucumben por la acción humana.  Mientras la opinión pública valida cada oprobio, con su corta memoria porque el show de los smartphones debe continuar.

Hubiera tranquilizado determinar que fueron musulmanes o anti sistema los que incineraron la joya testigo de la historia de Europa. Pero desconsuela saber que quienes nos dominan y aspiran a aventurarse al insondable Universo son unos locos sin carnet. Robótica, nanotecnología e internet de las cosas conviven con la impericia deliberada. Porque el mal de la época es diseñar y ejecutar realizaciones inéditas con la lógica big projects by low cost.

Sous le ciel de Paris, el tarot del incendio en La Torre pregunta si erigimos castillos en el aire, como cantaba Alberto Cortez. O si estamos construyendo futuro sobre tierra firme. Tache lo que no corresponda.

* Director de EnerNews y Mining Press