Cómo hará el Tesoro para encontrar un equilibrio entre sus necesidades de gasto y sus posibilidades de financiación
JOSÉ MARÍA SEGURA*
La urgencia por establecer medidas de protección ante la llegada del Covid-19 modificó, en la mayoría de los países del mundo, las prioridades de política económica y social. Ahora bien, el espacio fiscal con el que cada economía enfrenta estos desafíos es muy diverso. En el caso de Argentina, es muy limitado. De hecho, la pandemia encontró a la economía local, una vez más, intentando resolver su escenario fiscal y de deuda para los próximos años. En este sentido, la manera en que se resuelvan estos escenarios puede generar trayectorias de mediano y largo plazo muy diversas para la economía local.
El pasado 22 de mayo venció el plazo para realizar el pago de US$ 503 millones correspondiente al vencimiento de intereses de bonos globales, cuya fecha inicial había sido en abril. Pero el gobierno anunció que continuarán negociando con los acreedores hasta el próximo 2 de junio, con la intención de alcanzar un acuerdo. El hecho de que se alcance o no un acuerdo en la renegociación con los bonistas no es indiferente para el devenir del futuro de la economía argentina, particularmente en el actual escenario de Covid-19.
Como se describe en detalle en el Tracking de esta Edición, el resultado fiscal se verá fuertemente impactado por el incremento en los gastos, como consecuencia de las medidas para compensar los ingresos de buena parte de la población y auxiliar a las empresas, como así también por la disminución en los ingresos fiscales, que se ven afectados por la caída de la actividad. La financiación de este engrosamiento significativo en el déficit fiscal primario genera grandes interrogantes.
Por esto, el resultado de la renegociación de la deuda es clave porque bifurca caminos. Es posible conjeturar sobre algunos. Si analizamos dos variables: acuerdo con los acreedores y plan económico podemos establecer cuatro escenarios.
En el escenario en que el gobierno logre acordar con los acreedores una renegociación de la deuda, se esperaría que no haya que realizar pagos significativos en el transcurso de los próximos años y, al mismo tiempo, se abriría cierta posibilidad de acceder al mercado voluntario de deuda a tasas razonables para financiar la expansión fiscal de corto plazo. Ahora bien, la trayectoria de la economía a mediano y largo plazo no dependerá ya del resultado de una negociación con el exterior, sino en función de las respuestas de política económica que se tomen. Si adicionalmente se establece un programa macroeconómico integral, con una trayectoria al equilibrio fiscal y con cambios estructurales que permitan una recuperación sostenida de la confianza y la inversión y un mayor dinamismo del comercio exterior (sujeto a los eventos de la pandemia), sería posible delinear un escenario de relativamente rápida recuperación y posterior crecimiento.
Por el contrario, un escenario de acuerdo con los acreedores que permita cierto acceso al mercado de crédito, mermando la necesidad de emisión, pero que no se conjugue con un plan sostenible que lleve a un sendero sostenido de mayor inversión, podría favorecer un cierto equilibrio de las variables macro y la recuperación, pero en el mejor de los casos llevaría a un crecimiento económico muy por debajo del potencial y con ciclos de volatilidad que, como en el pasado, podrían verse incrementados por los procesos electorales.
En cambio, si el gobierno no logra acordar con los acreedores externos, por definición no habría pagos de deuda al exterior (al menos no en el corto plazo) pero, al mismo tiempo, tampoco habría posibilidad (incluyendo al sector privado) de acceso al mercado voluntario de deuda. Aquí, las posibilidades de mediano plazo también se bifurcan: desarrollar un programa económico acotado, defensivo, de administración de los flujos, o avanzar sin programa ni ajustes. El contexto internacional, a diferencia de lo acontecido en la primera década del milenio, hace que este primer escenario –una especie de modelo de “vivir con lo nuestro” extremo–, pueda resultar en un grado de esfuerzo y exigencia que ponga en tela de juicio el sostenimiento social. En el segundo escenario, la única fuente de financiamiento de un déficit que crece es la emisión monetaria, aumentando la presión sobre la brecha cambiaria y el nivel de precios, lo que, a mediano plazo, alimenta la carrera de devaluación y aumento de precios, con consecuencias ya conocidas en la historia local.
El movimiento del precio de los bonos argentinos de los últimos días permite inferir que las negociaciones continúan y que no se descarta que se pueda llegar a un acuerdo. De confirmarse las señales del mercado, restaría, entonces ver cuáles serán las opciones de política que se adopten a partir de allí.
*Economista Jefe de PwC Argentina
LEONARDO VIGLIONE*
La incertidumbre generada a partir de la pandemia por el covid-19 a nivel global atraviesa todas y cada una de las industrias, genera dificultades en la gestión de los negocios y pone a prueba todos los paradigmas existentes donde la minería no queda exenta.
Es bien sabido que la tecnología se está convirtiendo en un diferenciador crítico; la automatización y digitalización hasta el momento venían adquiriendo un gran impulso ya que los beneficios de tener un liderazgo digital son significativos y diferenciadores. La situación actual genera una oportunidad para acelerar y dar un salto adicional en lo referente a la automatización y robotización de muchos procesos (como ser utilización de medios de transporte autónomos, operación remota de maquinaria pesada, uso de blockchain para trackear los materiales desde el momento de la extracción hasta el punto de venta, las aplicaciones comerciales de drones para reemplazar a los humanos en trabajos peligrosos, entre tantas otras).
Como dice el viejo adagio, que con cada crisis se presenta una oportunidad, el creciente uso de la tecnología haría que se minimicen los cortes en la cadena productiva y se mantengan los volúmenes de producción. Situaciones excepcionales, como la que estamos viviendo, obligan a las organizaciones a replantearse escenarios de riesgo operacional que seguramente no habían sido evaluados en el pasado o fueron considerados de una baja probabilidad de ocurrencia.
La cuarentena establecida por los gobiernos a fin de resguardar a la población de los efectos de la pandemia posiblemente conllevará caídas en la producción, bajas en el precio de las materias primas y minerales en el corto plazo por la saturación de la capacidad de almacenamiento. Esto, en el mediano y largo plazo, se traducirá en déficit de oferta ante la suspensión de los ciclos continuos de producción y el consumo de los stocks de seguridad.
Si hablamos de hechos que posiblemente no eran evaluados hace poco tiempo atrás, podemos mencionar, por ejemplo, el caso de India que constituye el primer mercado de oro para joyería del mundo. Como muchos otros países, puso en cuarentena a toda su población lo que posiblemente traerá aparejado que la demanda para este tipo de oro, que es muy alta, sufrirá una disminución bajo este contexto. Así como también otros minerales como el cobre o el hierro, sufrirán variaciones debido a las caídas de demanda en sus mercados.
Estas cuestiones, claramente harán replantear las bases fundacionales de los negocios tal como los hemos conocido hasta el momento. Industrias como la minera cambiarán seguramente de manera que hace algún tiempo atrás creíamos impensada, pero los fundamentos de eficiencia, rentabilidad, adecuado uso de los recursos, sostenibilidad, licencia social y relaciones con las comunidades, se mantendrán y es en lo que la industria seguirá trabajando para su evolución futura.
*Socio líder en minería de PwC
Antecedentes diciembre 2019:
Leonardo Viglione*
La carga tributaria aplicable para la actividad minera en Argentina suele ser motivo de debate bajo la premisa, a nuestro entender errónea, de que se trataría de un sector con bajos niveles de imposición. Sin embargo, tal suposición no se condice con la situación que se verifica en los hechos a través de una comparación con los fundamentos aplicables a la tributación de esta actividad en otras naciones de la región, como por ejemplo con Chile y Perú.
La selección de Chile y Perú no es casual por tratarse de naciones vecinas con las cuales Argentina compite por la localización de inversiones mineras. La actividad minera cuenta con amplio desarrollo y larga tradición en Chile siendo central para su economía. Esto se ha visto replicado en los últimos años en Perú, lo que ha llevado a ese país a ser receptor de importantes inversiones mineras en los años más recientes.
Un análisis detallado y pormenorizado de los diferentes tributos que conforman los sistemas tributarios de estos 3 países excede el objetivo de esta breve colaboración por lo que habremos de centrarnos en puntualizar las características esenciales de los respectivos sistemas tributarios que a nuestro entender conllevan a una mayor tributación efectiva en Argentina para empresas con márgenes razonables de rentabilidad.
Breve reseña del esquema tributario en Chile y Perú
Si bien ambos países han realizado diversas reformas a sus sistemas tributarios (y de hecho las continúan haciendo), cabe resaltar que un atributo diferenciador a los efectos de nuestro análisis es que tanto Chile como Perú en general han tendido a gravar las utilidades en función de la fluctuación del precio de los metales, aprovechando los ciclos de precios altos y sin castigarlos en ciclos de precios bajos. A esos efectos, tanto Chile como Perú generaron impuestos específicos.
En Perú se modificó la base imponible de las regalías en 2011. Se pasó de gravar las ventas brutas a gravar progresivamente las utilidades. Además, se incorporó un gravamen adicional progresivo sobre las utilidades, con un beneficio a las empresas que contaban con Contrato de Estabilidad Fiscal.
De esta manera, Perú modificó su curva de carga tributaria efectiva, pasando de un esquema regresivo a uno progresivo sobre las utilidades, generando de esta manera un escenario de mayor atracción de inversiones y en consecuencia una mayor recaudación al lograr ampliar la cantidad de proyectos.
Uno de los principales éxitos de este sistema fue que el mismo surgió de un consenso entre el sector público y el sector privado, que luego de varios meses de deliberación, llegaron a un entendimiento en función del posicionamiento de Perú como país para la atracción de nuevas inversiones productivas y de largo plazo.
Chile aplicó un impuesto específico a partir de 2005 y desde 2010 se incrementó la presión fiscal sobre las grandes empresas. El esquema se basó en tasas marginales y progresivas en función de la utilidad operativa.
Como resultado, Chile pasó de una curva de presión tributaria plana a una progresiva, con una tributación creciente sobre la utilidad operacional.
La situación de la tributación para el sector minero en Argentina
Si bien Argentina cuenta con un Régimen de Inversiones Mineras[1] que ofrece diversos incentivos fiscales para esta actividad que requiere inversiones de riesgo y a muy largo plazo (como por ejemplo y entre otros, doble deducción de los gastos de exploración, un régimen de amortización acelerada de bienes de uso, no aplicación de derechos de importación, etc.), lamentablemente no ha logrado sostener en forma efectiva a lo largo del tiempo a la “Estabilidad Fiscal” – instituto básico del régimen promocional – cuyo objetivo central es generar previsibilidad a través del mantenimiento de la normativa aplicable en forma sostenida a lo largo del tiempo.
En apenas un cuarto de siglo de vigencia del Régimen de Promoción Minera la Argentina ha modificado la carga tributaria aplicable a los proyectos mineros en varias oportunidades – con idas y vueltas diversas – tomando decisiones que con sus vaivenes afectan la seguridad y previsibilidad de la inversión, pues no es necesariamente una baja tributación la que garantiza el flujo de inversiones en el sector, sino la existencia de normas claras de aplicación sostenida a lo largo del tiempo.
A efectos de este análisis es importante señalar que la imposición adicional que se ha aplicado sostenidamente al sector ante las diversas crisis de recursos del Estado – en general mediante los derechos de exportación – acentúan la regresividad de la curva tributaria en contraposición con la tendencia regional que ha logrado, con sistemas impositivos más progresivos, mejores resultados en materia de inversión destinada a la actividad.
La regresividad de la carga tributaria efectiva se explica por imponer gravámenes directamente relacionados con las ventas castigando la recaudación final al afectar también las utilidades finales de las empresas.
La consecuencia de la regresividad en la carga tributaria nacional y de una recaudación centralizada no coparticipable impulsó por su parte a las provincias a tomar decisiones para lograr una mayor recaudación local de manera poco uniforme y también con efectos regresivos dada la necesidad de inmediatez en dicha recaudación.
En ese sentido, la alícuota generalmente utilizada en las jurisdicciones provinciales para la determinación de las regalías mineras (tasa fija del 3% sobre el valor “boca mina” en línea con los lineamientos de la Ley de Inversiones Mineras) produce como efecto indeseado un agravamiento de la tributación regresiva que incrementa la tasa efectiva de tributación aplicable para los proyectos mineros con menores márgenes de utilidad.
Por otra parte, la imposición adicional establecida por ciertas provincias a través de aportes a fideicomisos y/o fondos fiduciarios, generalmente fijados como porcentajes fijos sobre la venta bruta de los emprendimientos mineros, si bien establecidos con el fin último – y entendible – por parte de las provincias de lograr una mayor participación en la renta minera, también generan un efecto distorsivo no deseado de disminución de la competitividad comparativa de la tributación en nuestro país al contribuir al incremento de la regresividad del sistema.
Comparación Carga Tributaria Minera
A modo ilustrativo adjuntamos a continuación un sencillo cuadro comparativo de la carga tributaria para la actividad en Argentina, Chile y Perú
Tasa efectiva (utilidad antes del impuesto, en % de ventas)
El cuadro comparativo se confecciona sobre la base de las siguientes premisas:
Argentina:
Chile:
Perú:
Adicionalmente y en forma homogénea para los 3 países:
– Se considera que la totalidad de las utilidades se distribuyen como dividendos a los accionistas
– No se incluyen tributos aplicables a la Seguridad Social
– No se calculan beneficios de reducción de base imponible en el impuesto a las ganancias que pudieran aplicar según sus respectivas legislaciones.
De la comparación realizada y tal como surge del gráfico se observa la regresividad de nuestro sistema impositivo que incrementa significativamente la carga tributaria comparada de Argentina respecto de Chile y Perú para proyectos con menor margen de rentabilidad, la que recién resulta homogénea cuando los proyectos tienen márgenes de utilidad sobre ventas no inferiores al 70% (que en la práctica no se verifican en ninguna explotación en actividad).
Resulta evidente que existen múltiples factores que influyen en la competitividad relativa de la actividad minera (como por ejemplo los costos logísticos, salariales y de seguridad social, de energía, etc.) pero la carga tributaria es un aspecto muy sensible a estos efectos y como puede apreciarse, algunas características de nuestro sistema tributario generan ciertas distorsiones por su regresividad con relación a otros esquemas de tributación que incrementan la imposición (incluso con tasas muy elevadas) a medida que aumentan las utilidades del emprendimiento minero.
Actualmente nos encontramos frente a un período de transición que muy posiblemente habrá de incluir nuevas modificaciones a nuestro sistema tributario a corto plazo. Sería deseable que las necesidades puntuales de recaudación planteadas por situaciones de crisis (lamentablemente recurrentes) sean adecuadamente sopesadas con los efectos nocivos que los esquemas tributarios regresivos plantean para la competitividad de nuestra economía, particularmente en un sector estratégico como el minero, en atención al enorme potencial inexplotado de la Argentina en este campo y la importancia que tiene esta actividad como fuente de generación genuina de inversión y divisas para su desarrollo futuro.
*Socio de Assurance y líder de Minería de PwC Argentina y Fernando López Menéndez – Director de Tax & Legal de PwC Argentina