En los últimos días han circulado en medios y redes de la Argentina una serie de artículos y réplicas que arrancaron cuestionando la gestión del secretario de Minería Alberto Hensel, siguieron defendiéndolo, y terminaron dando pistas sobre un plan de raíz peronista para crear una empresa minera estatal, pero sin YPF.
Comenzando por el final, sería saludable que en un sector en el que todos se conocen, los borradores de documentos de trascendencia estructural lleguen al público con algún firmante, que alguien se haga cargo.
A la vez, resulta imprescindible no confundir las pujas internas del partido en el gobierno con las necesidades de una industria, que hoy precisa en medio de la pandemia mundial y la profunda crisis argentina, certidumbres para decidir futuras inversiones y desarrollos. Más aún teniendo en cuenta el contexto del caso Vicentin y otras ambivalencias que le llegan al mundo empresario desde la política.
Y si no es mucho pedir, que quienes deseen publicar posiciones y embestidas, se hagan cargo de firmarlas con su partida de bautismo y no con pseudónimos desconcertantes, menos aún usurpar la identidad de un conocido organizador de eventos de la minería argentina, como acaba de ocurrir.
Como viene ocurriendo en otros sectores, como los hidrocarburos y el agro, las cámaras y empresas vienen recibiendo de "equipos técnicos del Partido Justicialista" inquietantes documentos de autoría no confensa e inspirados en la premisa de un mayor rol del Estado en todo sentido. En minería, desde antes del 10 de diciembre, ya circulaban teoremas ad-hoc desde el llamado "Grupo Matheu" que pugnaba por ocupar la Secretaría de Minería.
Una fuente calificada del borrador que ayer trascendió a través de la pluma del amigo y colega Claudio Gutiérrez, en Prensa Geo Minera (ver en este diario) no supo responder a un par de preguntas elementales planteadas por Mining Press a última hora del día: ¿Con qué capital se constituirá la soñada minera estatal no-YPF? ¿Qué áreas de exploración aportará a cualquier negocio mixto? ¿Cuál sería el aporte, además de recaudatorio, al desarrollo de la minería en la Argentina? ¿Qué pasará con las empresas provinciales, mucha de las cuales ya atrapan una interesante renta minera?
Salvo expresiones en el Interior, la minería privada no se ha expedido publicamente con la contundencia que lo hace en conversaciones off the record con la prensa acerca del rechazo a la idea de convivir con un nuevo socio estatal en el futuro.
Todo este ruido sucede mientras diversas provincias procuran imantar el apetito inversor a sus proyectos. Sin ir más lejos, San Juan acaba de tener un webinar con dueños de proyectos metalíferos para convencerlos de que después de la pandemia los esperan con los brazos abiertos. Mensajes que tienen como destinatarios a conocidos escépticos como el canadiense Rob McEwen.
Desde principios de siglo, esta publicación ha pregonado la necesidad de profesionalizar más la vida institucional de un sector vital para el país, que ha progresado a pesar de sus antagonistas en la sociedad, las vacilaciones de la política y la abrumadora crisis argentina. Para ello, resultará importante que deje de concebirse como un ameno club de amigos que se entretiene en rencillas de café minimizando sus costos, algo que confunde al mundo exterior.
Hay que ser y parecer. Viva la Minería