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ESCENARIO
Crisis inédita en el petróleo de Colombia. Ramírez: Virus, oportunidad o amenaza
ENERNEWS/El Tiempo

A mediados de mayo llegó a 700.000 barriles y concluyó el 31 de mayo en 720.000 barriles

29/06/2020

NELSON ARDILA ARIAS

Una crisis sin antecedentes afronta el sector petrolero en el país como consecuencia de la fatal combinación del coronavirus y la caída de los precios del petróleo, reconoció el presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), Francisco José Lloreda.

En los últimos tres meses, por culpa de la pandemia, el consumo de hidrocarburos cayó en un 30 por ciento, mientras que por la caída de los precios del petróleo la producción del crudo se redujo en 170.000 barriles, se cayeron las exportaciones en un 59 por ciento y apenas hay un taladro de exploración operando en el país.

La crisis también dejó 5.000 empleos menos, según la Unión Sindical Obrera (USO), una reducción del 20 por ciento en el recaudo de impuestos en los territorios y vendrá una importante disminución en los giros de regalías, que podría ser del mismo porcentaje para el próximo año, que afectará con mayor rigor a regiones petroleras como Meta y Casanare.

El presidente de la ACP, gremio de la industria de hidrocarburos del sector privado, señala que ambos fenómenos han conducido a la industria del petróleo en el ámbito internacional a la peor crisis registrada en su historia.

Por la caída vertiginosa de la demanda de petróleo y gas, especialmente de crudo, al concluir abril llegó a 30 millones de barriles de consumo menos en el mundo; es decir, más del 30 por ciento. Esto nunca había ocurrido, sostiene Lloreda. En Ecopetrol señalan que en Colombia ha disminuido en mayor proporción el consumo de gas natural vehicular y el sector industrial.

Según la ACP, por el desplome de los precios del petróleo, en Colombia cayó la producción de crudo, que a mediados de mayo llegó a 700.000 barriles y concluyó el 31 de mayo en 720.000 barriles. Es decir, 170.000 barriles menos de lo que alcanzó a producir el país en enero (890.000 barriles).

Lloreda sostiene que las exportaciones totales de Colombia cayeron el 28 por ciento y en petróleo y sus derivados llegó al 59 por ciento.

Para Ecopetrol el panorama no es tan trágico, pero reconocen que en el primer trimestre del 2020 se presentaron condiciones de mercado retadoras como la caída de más de 65 por ciento en el precio del crudo Brent frente al cierre de 2019.

No obstante, en Ecopetrol señalan que la compañía enfrentó ese panorama con una sólida posición operacional y financiera, así como con un portafolio de inversiones competitivo.

Empresas afectadas

 

En el país, cerca del 70 por ciento de la producción es de Ecopetrol y el 30 por ciento es de privadas, o de compañías privadas con la empresa estatal, y eso impacta la industria como un todo, dice Lloreda.

El mayor impacto es en las privadas, que son medianas o pequeñas empresas en las que los costos de operación son más altos que los de Ecopetrol, porque tienen que pagar una tarifa muy alta por transporte del crudo por oleoductos, al contrario de Ecopetrol, que le regresan dineros porque es la principal propietaria del transporte.

El presidente de la ACP señaló que en los últimos tres meses las empresas han tenido que cerrar campos y pozos, y hay compañías que están en serias dificultades, aun cuando espera que ojalá logren salir adelante porque en Colombia los últimos seis años se ha visto un proceso gradual de desinversión.

Ecopetrol

Instalaciones del Campo La Cira Infantas ubicado en el corregimiento El Centro, de Barrancabermeja. Foto:  Suministrado

En el caso de Ecopetrol, la compañía tuvo que cerrar cerca de 300 pozos (no campos completos), lo que redujo la producción en cerca de 24.000 barriles diarios y representa el 3,2 por ciento de toda la producción del Grupo Ecopetrol.

No obstante, gracias a la estrategia de eficiencias y ahorros aplicada por la compañía, en la actualidad más del 90 por ciento de la producción del Grupo Ecopetrol sigue siendo rentable a los actuales niveles de precios.

A su vez, el alcalde de Puerto Gaitán, Jorge Plazas, contó que algunas de las siete operadoras de su municipio, el mayor productor de crudo del país, cerraron algunos campos petroleros.

Allí, el resguardo indígena Alto Unuma adelanta una minga por temas de covid-19 y los posibles incumplimientos de la operadora, en la que cerraron el ingreso a personas particulares a unos pozos de Rubiales, afectando la operación.

Pérdida de trabajos

Meta y Casanare, que producen más del 60 por ciento de los hidrocarburos en el país, se van a ver afectados por la disminución de los giros de regalías en una cifra que podría ser superior al 20 por ciento, con respecto al presente año, según proyecciones de la Agencia Nacional de Hidrocarburos.

La administración de Puerto Gaitán también recibirá menos regalías el próximo año. Este año contempla recibir alrededor de 92.000 millones, que se podrían reducir entre 25 y 30 por ciento para el 2021, según Plazas.

El director de asuntos jurídicos de la USO, Camilo Acero, señaló que aún hay más de mil trabajadores de la industria petrolera sin recuperar los puestos de trabajo de los más de 5.000 que quedaron cesantes en estos últimos meses, de las empresas contratistas de Ecopetrol.

El alcalde Plazas señala que en su municipio, de 1.500 a 1.200 empleos se desactivaron cuando comenzó la pandemia, aun cuando se están empezando a retomar unas obras y va a haber la posibilidad de que personal vaya ingresando.

En Ecopetrol señalan que han hecho todos los esfuerzos para no despedir a ningún trabajador vinculado directamente a la compañía. De los 13.000 trabajadores del Grupo Ecopetrol, cerca de 9.000 trabajan desde sus casas.

Aunque la compañía había suspendido actividades para operar con un mínimo indispensable en las operaciones, paulatinamente la empresa está reactivando su operación de manera gradual de 156 frentes de trabajo en diferentes zonas de Colombia, como construcción de facilidades y perforación y completamiento de pozos.

Campo de producción de petroleo Akacías en el Meta

Campo Akacías, en Meta. Foto:  Cortesía Ecopetrol

En el departamento del Meta, donde se concentra una mayor actividad en la ejecución de proyectos, se han reincorporado 1.371 trabajadores en 74 frentes de trabajo. En el caso de Casanare se han reincorporado 61 trabajadores en tres frentes de trabajo en campo.

En Puerto Gaitán, dice el alcalde, también se han visto afectados hoteles y negocios de ropa, calzado, peluquerías y establecimientos con venta de licor, donde ha dejado una crisis económica muy grande.

Finalmente, el Grupo Ecopetrol señala que ha venido cumpliendo a cabalidad las directrices del Gobierno por la pandemia del covid-19 y se han tomado las medidas para garantizar la continuidad de las actividades indispensables como el suministro de combustibles que requiere el sector de la salud, el transporte de alimentos y la atención de la emergencia en Colombia.

En Barrancabermeja, Santander, la actividad económica depende en gran parte de la refinería de Ecopetrol y los pozos petroleros. La pandemia disminuyó la actividad de explotación de hidrocarburos, que apenas se está retomando.

“En primer lugar, la caída en los precios del petróleo reduce la inversión en el sector por unas perspectivas de beneficios más baja. En segundo lugar, están los sectores conexos y alternativos al energético que también reducen su intensidad por la pandemia. Todo esto incide de forma adversa en los niveles de actividad económica”, indicó Héctor Romero, docente de la Escuela de Economía y Administración de la Universidad Industrial de Santander (UIS).

Estos factores inciden en los empresarios de Barrancabermeja. Arturo Jaraba, administrador de Talleres Unidos Ltda, proveedor de la industria petroquímica y petrolera, manifestó que se generó una desaceleración en las solicitudes y en los trabajos en general del sector. “Vemos reflejado esto en las ventas y la participación de los proyectos. Esto tiene un efecto inmediato”, indicó.

Según Alfonso Eljach, alcalde de Barrancabermeja, se tiene una proyección donde el municipio dejaría de recibir el 30 por ciento del presupuesto, es decir, 200.000 millones de pesos.

Además, el reinicio de la actividad petrolera en la zona del Magdalena Medio se ha visto truncado por bloqueos de la comunidad, que pide mayores garantías para volver a trabajar tras el fallecimiento de un trabajador de Ecopetrol por covid-19.

“No es un momento fácil, esos precios del petróleo no se nos estaban pasando por la cabeza y en este momento hay una recuperación del precio, pero el efecto en la mano de obra y el sector empresarial no va al mismo ritmo. Todo cae en un momento, pero subir toma tiempo”, indica el alcalde Elijach.

Para el docente de la Escuela de Economía y Administración de la UIS Héctor Romero, el desempleo y la informalidad aumentarán a tal punto que “se convierte en un círculo vicioso que hace más relevante el desarrollo de políticas públicas focalizadas en estas zonas geográficas”.



Covid-19: oportunidad o amenaza para la industria petrolera

Portafolio

ÁLVARO RAMÍREZ*

Próximamente se cumplirán 50 años del embargo petrolero y de la nacionalización y toma de control sobre la producción y venta del petróleo por parte de los gobiernos exportadores. (Irak 1972, Libia 1973, Kuwait 1975, Saudi 1976, Venezuela 1976). Se venía de una participación creciente, mediante impuestos a los beneficios de las empresas, el llamado Government Take (50-50, 60%, 70%, 96%) hasta llegar a la nacionalización y conversión de las empresas, en operadoras.

De esa época al presente, se ha vivido altas y bajas en el precio de los hidrocarburos en los llamados ciclos petroleros, asociados a la geopolítica, desastres naturales, variación en la oferta por nuevas tecnologías y hasta desregulaciones dando paso a nuevas áreas de exploración. Se ha vivido bonanzas con riquezas súbitas que no se sabía cómo invertir, proyectos cada vez más costosos orientados por la necesidad de producir cada vez más, guerras e invasiones en pos de reservas de otros, quiebras, activos sobrantes, conspiraciones, hasta “precios negativos” como vimos el mes anterior.

Las lecciones aprendidas y la oportunidad de capitalizarlas nos han traído a lo que tenemos hoy: Ningún país puede unilateralmente tratar de fijar precios de venta del crudo, sin sacrificar sus finanzas. Los pueblos de los países productores, grandes o no, con contadas excepciones, dependen cada vez más del ingreso petrolero. Los países consumidores o de pocas reservas probadas, han fortalecido su capacidad de maniobra mediante mayor exploración/producción, administración de inventarios, acuerdos de colaboración, medidas de racionalización del consumo de energía, apoyo a la inversión mediante nuevas concesiones y creación de organismos reguladores externos a las empresas nacionales.

Desde hace 5 años, a partir de la última caída por sobreoferta, el aumento progresivo de la demanda energética, especialmente por los países emergentes y la adopción por todos los actores de precios aparentemente razonables, hacían parecer superada esta crisis de precios bajos. Hasta llegar a 2020, con su nuevo 'desastre natural': la covid-19.

La pandemia no solo afecta directamente la demanda de energía a nivel mundial, sino que, en paralelo, aumenta en los países y sus sociedades, la necesidad del dinero asociado a la industria petrolera. ¿Puede ser esta, nuestra oportunidad?

Colombia tiene una producción petrolera que, aunque dista de hacerlo un país petrolero, ha tenido, y tiene hoy, alto impacto en las cuentas nacionales. Un dólar adicional de ingresos asociados al balance precio/costo, en las proyecciones presupuestales, significa alrededor de 350.000 MM$. En los años 70 se pensaba que la suficiencia petrolera colombiana no llegaba al año 2000. Innegable el papel de las empresas petroleras, tanto privadas como estatal, en la posición económica general del país que hoy tenemos: PIB Percapita 6.381U$ en 2019, vs PIB Percapita 4.375U$ en 2005.

La pandemia, ha exigido al Gobierno a utilizar toda su capacidad de maniobra para la disposición de recursos, que ayuden a preservar los empleos y evitar la crisis social, en un ambiente donde la producción de bienes y servicios se ha frenado drásticamente, el desempleo subió a 19.8% con alrededor de 5MM de empleos perdidos y se registra un descenso en el mes de abril del 52% en el monto de las exportaciones totales.

Hoy la situación es difícil, pero pensando a futuro, la factura en la que estamos incurriendo hace indispensable que seamos igual o más recursivos e innovadores, para mantener y aun incrementar, la capacidad de nuestra industria de hidrocarburos como motor de la economía. Necesitamos una industria, sostenible.

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores pareciera que el margen de maniobra es limitado, si se entiende también que los subsidios, protecciones, tratamientos tributarios especiales, son acciones que, en lugar de fortalecer la sostenibilidad de un sector, lo debilitan ante el mercado internacional. Se impone, por tanto, la necesidad de trabajar para fortalecer la sostenibilidad de la industria. Esta sostenibilidad viene muy asociada a la optimación de los costos totales, mediante la adopción de soluciones sistemáticas y estables a problemas y oportunidades a lo largo de toda la cadena y con la participación de todos sus actores.

Objetivo: Hacer el barril colombiano, no solo competitivo dentro de los precios de referencia, sino atractivo para la inversión, y fuente generadora de recursos para financiar la diversificación de la economía y la transición energética, sin desmedro del aprovechamiento de oportunidades en otros sectores económicos.

Cuando se menciona el barril colombiano, no solo se habla de los costos de exploración, levantamiento, tratamiento, o transporte. Se trata del costo total desde la búsqueda hasta la entrega del producto. La oportunidad se presenta en el trabajo colaborativo de todos los actores: Aprovechamiento de las sinergias potenciales para aumentar la eficiencia y optimar costos totales de la cadena.

Tradicionalmente las empresas petroleras han acudido al expediente de encarar problemas comunes con soluciones individuales, que le permite a cada una la aplicación de sus recursos, no solo financieros, sino de tiempo y prioridades, en el marco de sus resultados corporativos. Esta cultura de soluciones individuales a problemas comunes deja en el tintero oportunidades.

Ejemplo de problemas comunes u oportunidades se presentan: La capacidad de oferta local de bienes y servicios en las áreas de operaciones donde tienen presencia las operadoras, con el posible desarrollo conjunto de proveedores. También la logística para la obtención de servicios como talleres y especialidades es un área que permite agregación de demanda y a su vez representa una oportunidad para los prestadores del servicio. El intercambio de buenas prácticas en los procesos administrativos asociados a registro, contratación, interventoría, administración de contratos. La posibilidad de utilización de bienes capital en forma concertada. Transporte, tratamiento de producto, movilización de personal, capacitación, también presentan retos similares para las diferentes operadoras y como tal, podrían ser objeto de análisis y posible generación de soluciones comunes e integradas.

¿Como logarlo? Factor clave es el desarrollo de la voluntad, por parte de todos los actores, públicos y privados. Es importante el potencial desarrollo de incentivos incrementales, la convocatoria y el respaldo y simplificación de trámites, que pudiera aportar la participación de los órganos estatales relacionados con la regulación, recaudación y control. Las asociaciones gremiales tienen también un papel importante a jugar, por su conocimiento de las características de cada negocio, su poder de convocatoria y capacidad para integrar equipos de trabajo. Las instituciones de investigación y formación, así como las asociaciones profesionales pueden hacer un gran aporte con su capacidad de generación de soluciones técnicas, específicas y sistemáticas. Las asociaciones de autoridades regionales, el mundo político, los medios, como formadores de opinión, líderes y canalizadores de inquietudes, también son factor clave de éxito.

El reto no es fácil, considerando entre otras cosas, los tipos de crudo, la geografía, la infraestructura y la historia reciente. Sin embargo, toda la sociedad como directa interesada, puede y debe estar involucrada en este esfuerzo, que puede significar la diferencia entre una industria sostenible y de gran contribución a la economía colombiana, y otra que se convierta en carga para todos por su dependencia de los vaivenes de precios y las ayudas.

En los 70, hace 50 años, los países importadores netos iniciaron esfuerzos para disminuir el impacto de su dependencia, con acciones como políticas de racionalización del consumo, el manejo de inventarios y el impulso a la transición energética. Las sociedades dependientes hoy en día de la industria, por los ingresos asociados a la producción y venta, estamos en deuda: Convertir el problema en oportunidad y hacerla más eficiente para lograr su sostenibilidad y aporte, como lo hizo el pueblo británico en los años 90 para salvar el mar del norte, dejando instalada una cultura de esfuerzo colaborativo que se moviliza efectivamente para afrontar los retos de cada ciclo de precios.

En Colombia, cristalizar esta convocatoria sería una apropiada celebración en este mes de junio, de los 80 años del Ministerio de Minas y Energía y los 17 del decreto de creación de la ANH.

*Consultor Senior de Multiedro Consulting


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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