BENEDICT MANDER
Una cantidad cada vez mayor de empresas extranjeras recorta las inversiones en Argentina, o directamente se va del país, porque le temen a las medidas cada vez más intervencionistas que ha tomado el gobierno izquierdista para estabilizar la castigada economía.
Mientras se espera que el ministro de Economía Martín Guzmán presente el martes un presupuesto con proyecciones optimistas, la gigante cadena de tiendas chilena Falabella se convirtió en la última de una serie de empresas que anunciaron su intención de retirarse de Argentina después de que el gobierno decidió reforzar los ya estrictos controles de capitales para proteger las reservas de divisas, que son cada vez menores.
El presidente Alberto Fernández obtuvo una gran victoria cuando el mes pasado logró acordar con los acreedores privados la reestructuración de u$s 65.000 millones de deuda externa. Pero la llegada de la pandemia a sólo tres meses de haber asumido le impidió reconstruir la confianza de los inversores.
"Es una exageración decir que hay algún tipo de éxodo masivo, pero las compañías se enfrentan a una dirección política cada vez más intervencionista que puede empeorar a medida que las condiciones económicas también empeoren", según Kezia McKeague, directora de la consultora McLarty Associates.
Otras empresas que hace poco se fueron de Argentina son el fabricante de autopartes estadounidense Axalta, la alemana BASF, la francesa Saint-Gobain Sekurit, y la compañía farmacéutica de Francia Pierre Fabre. La aerolínea más grande de la región, LatAm, decidió retirarse del país en julio.
La crisis del coronavirus golpea la economía argentina, donde todavía rige una de las cuarentenas más estrictas y prolongadas del mundo. Sin embargo, los inversores y analistas insisten en que el creciente intervencionismo del Estado es el motivo principal por el que las empresas deciden abandonar Argentina, algo que no están haciendo en otros lugares de la región
Tras el intento fallido del gobierno a principios de este año de expropiar el mayor exportador de granos de la Argentina, parece poco probable que haya más nacionalizaciones a gran escala.
Pero a los "enormes desafíos" que plantean los controles de capital cada vez más draconianos se suman las restricciones a las importaciones y el congelamiento de precios que están haciendo que las empresas de algunos sectores, como las de consumo masivo, sean cada vez más insostenibles, agregó McKeague.
"Con todo lo que está pasando ahora, olvídense de que una empresa extranjera haga alguna inversión", dijo un ejecutivo de una multinacional que opera en el país.
Alejandro Díaz, CEO de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina, afirmó que los controles sobre la moneda, las importaciones y los precios "están profundizando las preocupaciones y plantean dudas sobre el desarrollo de los planes de negocio".
Algunos están poniendo cara de valientes, como Flybondi, la primera aerolínea de bajo costo de Argentina, pese a que del sector ya se fueron Qatar, Emiratos, Noruega y Air New Zealand en los últimos meses.
"Si, como se nos dijo, el gobierno crea un entorno regulador sólido y justo, seguiremos invirtiendo en Argentina", señaló Peter Yu, socio gerente de Cartesian Capital Group, accionista mayoritario de Flybondi.
Aunque se prevé una contracción de la economía de 12,1% este año según la ley de presupuesto enviada al congreso, también se proyecta un repunte de 5,5% en 2021. Pero los economistas sostienen que la predicción de inflación de 29% para el próximo año es demasiado optimista tras la masiva emisión de dinero de los últimos meses.
Los economistas temen que el reciente endurecimiento de los controles de capital únicamente postergue una eventual devaluación. "Sólo están ganando tiempo, no resuelve el verdadero problema", señaló el economista Luis Secco.