Expertos de la UNQ y UBA analizaron el potencial de Vaca Muerta
SEBASTIÁN D. PENELLI
“La situación energética del país de la última década se caracteriza por la insuficiente oferta interna de gas, la cual se ha suplido con importaciones de GNL, que impactan en la balanza externa del país y, por ende, en la demanda de divisas”, advirtió Diego Roger, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes. Y continuó: “La casi completa dolarización del sistema energético nacional traslada la volatilidad del tipo de cambio a toda la economía a la vez que sumerge al sector energético en la puja política asociada a la captura de rentas que, para realizarse, deben acceder a dólares”.
Para Aníbal Mellano, director del Instituto del Gas y del Petróleo de la UBA, el sistema energético agrava los problemas estructurales del país de demanda de divisas extranjeras por una “doble vía”, ya que también se debe padecer el “cuasi abandono” de los yacimientos convencionales por los no convencionales, lo que provoca una “demanda constante” de inversiones costosas para mantener la oferta nacional de gas y petróleo. “Son costos que se pretenden trasladar, a libro cerrado, a la población”, alertó.
En ese marco, los especialistas Roger y Mellano analizaron el potencial de Vaca Muerta para generar dólares genuinos para el país. “Si bien Vaca Muerta ha aparecido en el imaginario como la gran promesa que nos salvaría de la restricción externa, primero con la exportación de GNL y luego con la exportación de petróleo -vista la predecible caída de los precios del gas por exceso de oferta mundial-, nos encontramos con la necesidad de barajar y dar de nuevo”, señaló Roger.
Según comentó Mellano, el actual panorama mundial muestra a las claras que dichas expectativas resultan, cómo mínimo, desmesuradas, y en el peor de los casos, meras ilusiones. “Basta analizar las bancarrotas en Estados Unidos que vienen aumentando hasta impactar recientemente en compañías importantes como Chesapeake, pese a los formidables fondos estatales (militares) y de pequeños ahorristas que se manejan en Wall Street”, expresó.
La discusión entonces se centra en qué política energética se adopta, ya que como dijo Roger, el sector energético bien utilizado es un formidable tractor para el desarrollo industrial tecnológico en particular, y el universo pyme en general.
En esa línea, Mellano resaltó el efecto multiplicador de la industria. “Si miramos la necesidad de la reactivación del mercado interno en corto plazo, el impulso al crecimiento y al desarrollo, teniendo en cuenta las restricciones externas, se debe tener en cuenta que la renta de los hidrocarburos significa un 3% del PBI. Toda su cadena de provisiones nacionales de bienes y servicios tiene, por lo tanto, un impacto apreciable en toda la economía, en los planos regionales y en el nacional”, destacó el ingeniero consultor en Facilities de Oil&Gas.
Según Roger, si la política energética se basará en eliminar la necesidad de importar energía desde una perspectiva de transición energética, es posible “desplegar un amplio abanico de soluciones basadas en pesos que, partiendo del sector hidrocarburos, y pasando por bioenergías, construcciones eficientes energéticamente, energía eólica, solar térmica, hidroeléctrica y nuclear, construyan un sendero de pesificación de la energía, multiplicación del empleo pyme y tecnológico industrial, desarrollo territorial, mejora del acceso a la energía, baja de subsidios y descarbonización y diversificación del sector”.
Para Mellano una política como esa cuenta con una “muy buena base” de capacidades nacionales en el entramado pyme y de ciencia y tecnología, pero requiere de “innovaciones” en la política pública energética.
Así, los expertos plantean: ¿cuáles son los dilemas para la política industrial energética nacional? ¿Cuánto pueden aportar las pymes a este desarrollo?
Roger recordó que la última década energética gravitó en torno de la promesa de una Vaca Muerta que nos torne en exportadores energéticos, pero remarcó que en realidad nos muestra que aún no se ha resuelto el autoabastecimiento. “Si bien ambas alternativas no son contradictorias, lo segundo lastra de manera notable el despegue del país.
Con un contexto internacional que ha cambiado rápidamente en lo que hace a lo energético, Argentina debe buscar la forma de resolver el dilema entre la desdolarización del sector energético y su desarrollo decidido. Para lo cual, es fundamental ampliar el campo de debate del sector energético”, sentenció.
Mellano recalcó que la política energética es la política más universal y transversal de desarrollo económico, industrial, tecnológico, territorial y social y aseguró que para concretarlo es preciso “levantar la cabeza” de la coyuntura y plantear la pregunta en términos de desarrollo.
“No se trata de pensar qué sector nos puede salvar, sino de qué política industrial tecnológica energética precisamos para convertirnos en un país más justo y desarrollado. Especialmente cuando contamos con recursos humanos -profesionales y científicos- altamente capacitados y una industria de calidad mundial. Sobre eso estamos discutiendo en el sector pyme, y en ello sin duda se cifra una salida transformadora de la crisis de la pandemia”, concluyó.