El ex presidente trasandino reveló el conflicto en su libro de memorias
Guardó la revelación durante casi dos décadas. Pero el ex presidente chileno Ricardo Lagos confesó en la segunda parte de su libro de memorias un desconocido episodio que ocurrió durante su mandato en el Palacio de La Moneda que implicó una amenaza de guerra al entonces primer mandatario argentino, Néstor Kirchner, en medio de la crisis por la provisión de gas natural que se produjo entre 2004 y 2009.
Lagos, quien actualmente tiene 82 años y fue presidente del país trasandino entre 2000 y 2006, expuso esta historia en la segunda parte de sus memorias tituladas “Mi vida. Gobernar para la democracia”. Allí relata que llamó al presidente argentino por los cortes de suministro y los constantes incumplimientos de los contratos para la importación de gas que se habían suscripto entre ambos países en años anteriores.
“Su respuesta fue que me quedara tranquilo, que lo arreglaría al día siguiente. Sin embargo, no había que ser ningún genio para darse cuenta de que un asunto de este naturaleza no podría resolverse en un día”, consigna en su libro Lagos, fundador del Partido por la Democracia con el que accedió a la presidencia de su país, según una nota publicada en el diario La Segunda, de Santiago de Chile.
Lagos añade que no tuvo otra alternativa que realizar una dura amenaza a su par argentino ante la complicada situación que se le planteaba. Le dijo que podía reemplazar el uso industrial del combustible pero no el que se usaba para el uso domiciliario.
“Le dije que el día en que las casas no tuvieran gas, me vería obligado a declararle la guerra a su país, porque esa carencia provocaría una revolución aquí”, afirma en su libro de 768 páginas publicado por la editorial Debate. “Me daba cuenta de lo que significaba mi amenaza, pero no tenía otra herramienta para exigir que se cumpliera el contrato”, consigna a continuación.
El conflicto al que alude Lagos se originó el 25 de marzo de 2004 cuando el Secretario de Energía de Kirchner, Daniel Cameron, mediante la resolución 265, decidió limitar las exportaciones a los países vecinos a los que abastecía y con los que había firmado contratos: Chile, Uruguay y Brasil. Kirchner había intimado a las petroleras nacionales para que recurrieran a “todos los instrumentos que estén a su alcance para que asuman la responsabilidad de invertir y asegurar la demanda interna”.
Esa disputa tuvo repercusiones inmediatas en Chile y también en Bolivia, que por su histórico enfrentamiento por la salida al mar se negaba a venderles gas a los chilenos. Argentina hacía una triangulación. Compraba a Bolivia, aunque no le alcanzaba para satisfacer su consumo debido a la crisis energética que atravesaba, y le vendía una buena parte a Chile a través de los cuatro gasoductos que conectaban a ambos países.
Lagos debió acudir a barcos gasificadores hasta que el Gobierno argentino finalmente cumplió con el envío de las cantidades mínimas que el contrato permitía, por lo que el asunto no pasó a mayores. Chile sostenía que se había roto el Protocolo de Integración Gasífera que se había firmado en 1995.
Los conflictos por este tema entre Argentina y Chile igualmente no se detuvieron en el mandato de Lagos. Su sucesora en la presidencia chilena, la dirigente socialista Michelle Bachelet, a fines del mes de julio de 2006 tuvo que enviarle una carta personal a Kirchner para quejarse por el aumento en el precio del suministro de gas argentino, que subió un 25 por ciento.
En ese momento, la mitad de lo que importaba el vecino país estaba destinado a abastecer a las centrales térmicas y el alza en el precio complicó mucho los primeros meses de gobierno de Bachelet. El embajador chileno en Buenos Aires, Luis Maira, le entregó al entonces Jefe de Gabinete de Kirchner, Alberto Fernández, la misiva en la que expresaba su “decepción y desconcierto” en la negociación por el fluido que pasó de costar de 4 dólares a 4,80 el millón de metros cúbicos.
El abogado y economista Lagos, que se había transformado en vocero de la presidenta chilena, dijo que solo “el tiempo” recompondría la confianza con la Argentina. Fue otro capítulo más de las tensiones que durante años vivieron ambos países. Otras veces las diferencias salieron a la luz por cuestiones limítrofes como en el caso del Canal de Beagle y el de Laguna del Desierto. En esta ocasión el disparador resultó la provisión de gas. Una historia que se conoce casi dos décadas después de que ocurrió.