ALEJANDRO HORVAT
Era 1997. Frida Armas Pfirter trabajaba en la Corte Suprema de Justicia y daba clases de derecho internacional. Un día sonó su teléfono y le ofrecieron un empleo. Se había creado la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), con la misión de marcar el límite de la plataforma marina argentina. "Yo no sé cómo se marca el límite de la plataforma", les dijo Armas Pfirter. "Nosotros tampoco", le contestaron.
Todo comenzó con dos oficinas en el viejo edifico de la Cancillería argentina, sobre la calle Reconquista, donde Armas Pfirter tenía dos sillas y un escritorio. Allí se puso en marcha una política de Estado que duró 23 años.
Más de una docena de campañas en el océano Atlántico e innumerables horas de trabajo documental y científico lograron que la Argentina agregue de manera oficial 377.000 kilómetros cuadrados a su plataforma marina. También crearon un nuevo mapa bicontinental y dejaron abierta una pregunta cuya respuesta podría representar un punto de inflexión para el país, tal como le sucedió a Brasil en 2007 ¿Será este vasto territorio subacuático una versión ampliada de Vaca Muerta?
Desde ese único escritorio, Armas Pfirter, que fue nombrada como la coordinadora general de Copla, empezó a reunir la información disponible. Analizaron los datos recopilados por la Armada en expediciones anteriores, solicitaron a la secretaría de Energía la información recopilada por las empresas petroleras acerca del lecho marino entre las 150 y 350 millas mar adentro y consultaron a hombres y mujeres de la ciencia para saber con qué tipos de buques debían trabajar en futuras campañas.
En 1998, ya con un presupuesto financiado por la Cancillería, a Armas Pfirter le dieron la capacidad de contratar recursos. "Empecé por una cartógrafa y terminamos siendo 52 personas en 2009, cuando presentamos toda la información a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar)".
De las campañas en alta mar participaron geofísicos, cartógrafos, oceanógrafos, geólogos, geodestas, expertos en información geográfica y expertos en derecho internacional. Como dice Armas Pfirter, debían hacer una "ecografía del mar".
Lucila Dalmau es oceanógrafa y forma parte de Copla desde 1998. En ese entonces tenía 29 años y recién había terminado sus estudios universitarios. Ella participó en una de las expediciones por el Atlántico.
Algunas de esas campañas se hicieron con el Puerto Deseado, el buque oceanográfico del Conicet, al que le instalaron una sonda que llegaba a los 5000 metros de profundidad. Pero, en ocasiones, tuvieron que contratar servicios de empresas multinacionales que contaban con la tecnología para escanear el fondo marino.
"Nuestra primera gran campaña fue con un buque contratado a una empresa. Fue de diciembre de 2001 hasta febrero de 2002. Ese barco tenía equipos de sísmica marina, que te permiten hacer un estudio que penetra el fondo y así es posible analizar el espesor sedimentario. De ese modo ves hasta dónde llega la plataforma marina", explica Dalmau.
Para "penetrar el fondo" disponían de unos cañones de aire que generaban una onda acústica que rebotaba en el fondo y luego era recogida y analizada por una línea de hidrófonos de seis kilómetros de largo.
Hasta 2009 realizaron un trabajo exhaustivo. Ese año presentaron todo el trabajo a la Convemar. Les entregaron 13 tomos como cuerpo principal, otros 13 solo con datos y 24 tomos de bibliografía, más una gigantesca base de datos. La Convemar recién empezó a analizar toda esa información en 2012 y el trabajó duró hasta 2016. Ese año, la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de las Naciones Unidas aceptó la presentación que hizo la Argentina sobre el límite exterior de la plataforma continental. Es decir, se marcó el nuevo límite más allá de las 200 millas marinas de la zona económica exclusiva.
En agosto de este año, el Congreso argentino sancionó la ley 27.557 de Espacios Marítimos, en donde se indica que los límites de la plataforma argentina debían ser marcados según los puntos consignados por el trabajo hecho por Copla.
"Con los nuevos límites, la plataforma continental es el doble de grande que la Argentina continental. Agregamos 377.000 kilómetros cuadrados y tenemos derecho sobre todo el lecho marino y sus recursos naturales, como también tenemos derecho sobre la pesca sedentaria, es decir, sobre las especies que se encuentran en el suelo, como la centolla. Pero no tenemos derecho sobre la columna de agua, como si lo tenemos hasta las 200 millas", señala Daniel Filmus, el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería argentina
El nuevo mapa de la Argentina incorpora a la Antártida, mientras que antes ese territorio helado solo aparecía en un recuadro. Este mapa bicontinental fue creado en 2004 por el equipo de Copla. "Buscábamos una forma de representación geográfica que pudiera mostrar todo junto, y así se llegó a esta representación bicontinental. En 2010 se sancionó la Ley 26.651 que establece como obligatorio usar este mapa y nosotros este año le agregamos todos los espacios marinos y los límites de la plataforma", señala Armas Pfirter.
Si bien, como se ve en el mapa, el nuevo límite de la plataforma marina va incluso más allá que las Islas Malvinas, todas las áreas territoriales en disputa, como también sucede con las Georgias del Sur y Sandwich del Sur, están marcadas con una línea punteada. Esto se debe a que la Comisión de Límites de la Plataforma Continental no se pronuncia sobre esas áreas. Algo similar sucede con la Antártida, en donde la Argentina reclama su soberanía sobre una porción de ese territorio pero existe un Tratado Antártico que congela los reclamos.
Estos 377.000 kilómetros cuadrados, que en algunos casos se extienden más allá que las 350 millas desde la costa, no solo cambiaron el mapa argentino. Que el nuevo límite de la plataforma haya sido convalidado por la comisión de las Naciones Unidas, les da a las empresas la seguridad jurídica que necesitan para comenzar a explotar la pesca sedentaria y explorar en busca de minerales, gas y petróleo.
"Ya hay licitaciones de la secretaria de Energía para iniciar tareas de exploración. Ese territorio tiene un potencial económico enorme. El caso brasilero es un ejemplo de eso. Brasil se convirtió en una potencial petrolera de la región por los yacimientos que encontraron en el Atlántico", agrega Filmus.
"Mientras más sedimentos haya, más posibilidades tenés de encontrar hidrocarburos, y en la parte norte de la plataforma hay una gran capa de sedimentos", asegura Dalmau.
"Hay posibilidades de gas y petróleo, pero también hay nódulos polimetálicos que son clave en la industria de las baterías de litio y otros minerales. A eso se le agrega la pesca de vieiras y de centollas que se encuentran sobre el suelo", señala Mario Volpe, vicedirector del Instituto de Política Soberana de la Universidad de La Plata, en donde hace años estudian el potencial económico de esa zona. "Ese territorio, de ser aprovechado, podría traer ganancias que representarían entre 4 y 40 puntos del producto bruto interno de la Argentina", concluye Volpe.