Armando Torres

¡Feliz Día para todos! Conocí en mi niñez y adolescencia al doctor Enrique Febbraro, odontólogo e inventor del Día del Amigo que se festeja hoy 20 de julio. También a su esposa, Lidia, una mujer bellísima. Eran muy amigos de mis padres y solían visitarse e ir a comer juntos.

Cuento aquí la génesis desconocida del Día del Amigo: Febbraro tenía por entonces una enorme vocación de figuración y reconocimiento público.

Esa pretensión era desmedida y hasta enfermiza. Valga decir, como ejemplo, que era socio de un Club de Leones en el que llegó a ser presidente. Creo, no lo sé a ciencia cierta, que en el Club de Leones los presidentes cumplen un único mandato y ya no pueden volver a ocupar el cargo. Una medida sana.

Pues bien, cuando Febbraro dejó la presidencia de ese Club de Leones, si mal no recuerdo en Lomas de Zamora, renunció a la entidad y se asoció a un Rotary Club, con el mismo objetivo de llegar a presidente. Cosa que logró.

Para quienes no conocen nada de esos dos clubes sociales y benéficos, digamos que sus socios mantienen una eterna y civilizada rivalidad. Eres de uno o del otro; nunca de los dos. La identificación con alguno de ellos es muy fuerte. Como ser de River o ser de Boca. Pasarse de uno a otro es casi una herejía pero Febbraro lo hizo.

Y el dentista, inquieto, próximo entonces a cumplir 60 años encontró en el magno hecho de la llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de 1969, el capítulo que pensó que lo proyectaría de manera universal. Créase o no, promover la declaración de esa fecha como “Día Universal del Amigo” fue una jugada con la que apuntó a obtener el Premio Nobel de la Paz.

Febbraro armó una lista de dignatarios de todo el mundo, abrió una casilla de correo y empezó a dirigir misivas interesando a presidentes, primeros ministros, reyes, príncipes y toda persona notable a la que pudiera acceder en el mundo mediante el correo postal de entonces.

Febbraro recibió decenas de respuestas y logró movilizar periodistas argentinos que empezaron a divulgar la idea, que poco a poco se fue extendiendo localmente, consolidándose entre nosotros, a lo largo de los años: el 20 de julio como el Día del Amigo, Por cierto que el motor que le dio vida a esta jornada partió de una personalidad y una idea impregnados de suma egolatría. Pero eso, con el tiempo, ha dejado de ser importante. Muchos hombres públicos lograron a lo largo de la historia imponer sus propósitos movilizados por fines de reconocimiento personal.

¿Cuántos de ellos que figuran en los libros de historia hubieran ido a bailar por un sueño si Tinelli y la TV hubieran existido en los siglos pasados? ¿Cómo hubiera explotado y se hubiese “capilarizado” la invención de Febbraro si en lugar de escribir cada esquela con su Parker 61 y llevado montones de sobres estampillados hasta el buzón de la esquina, hubiera tenido a mano una compu para hacer un instantáneo envío de emails a un conjunto de cientos de dignatarios mundiales?

Lo cierto es que detrás de esos impulsos en busca del bronce lo que ha quedado de esos próceres es su obra. Y la obra de Febbraro se aquilata en un día por año en el que, más allá de los beneficios que obtienen los comercios de gastronomía, millones de argentinos encontramos un motivo de unión y nos entregamos a un saludo fraternal y amistoso.

Reconozco que conociendo estas bambalinas la iniciativa de Febbraro me incomodaba, y era renuente a sumarme a los saludos. Pero ahora veo que la invención ha superado al creador: el Día del Amigo en la Argentina ya es de todos y sólo me queda decirles ¡Feliz día, amigos!

Aquella jugada de Telefónica a comienzos de los '90

DANIEL BOSQUE

Al impecable relato mi amigo y gran periodista Armando "Melena" Torres le agregaría la parte que me tocó vivir como responsable de Comunicaciones de Telefónica de Argentina, apenas privatizada, en 1991, hoy hace 20 años.

Había ido hasta Los Antiguos, en Santa Cruz, para darle una distinción a operarios que se habían esforzado cuando el volcán Hudson, en un largo y ameno viaje en camioneta desde Comodoro Rivadavia, con un veterano ex Entel, llamado Jesús Gil, que llevaba las cosas de medios en esa región del país.

Al despedirnos, tras el periplo patagónico, me dijo "Te voy a llamar para el día del amigo, el 20 de julio. Ventajas de los telefónicos, que podíamos llamarnos gratis interurbanamente en una época sin whatsapp, msn ni skype.

A mi regreso a Buenos Aires lo comenté a los españoles ávidos de vender más pulsos en llamadas. Inmediatamente nació una campaña gráfica, por radio y TV para llamar a los amigos por unos pocos centavos a cualquier parte del país. Al otro día, Telecom hizo lo propio.

Todo lo que vino después ya se conoce. En estos 30 años Argentina fue una gran catarata de ofertas y promociones, sobre todo en bares, restaurantes y negocios varios. Y de saludos y recuerdos, que hoy son virales y que según Google se han extendido a Uruguay, Brasil, España y Chile. ¡Feliz Día del Amigo!