Cuando la variante ómicron del Covid-19 hizo aparición el pasado mes de octubre, y a medida que se iba propagando con rapidez por todo el mundo, el temor por que se produjese una nueva caída de la demanda del petróleo se convirtió en la opinión más repetida por parte de los analistas.
El déficit de producción de crudo se achacaba, en su mayor parte, a la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios externos (el cártel OPEP+) de mantener la oferta limitada para evitar un desplome de los precios.
Sin embargo, la situación ha ido evolucionando de forma muy diferente a lo que muchos previeron entonces: ómicron ha sido una variante menos letal que las anteriores, y la demanda de petróleo ha aguantado mucho mejor de lo que se podía esperar en aquel momento.
Tanto, que el constante incremento de la oferta por parte del cártel de productores no está siendo suficiente para equilibrar el déficit que todavía existe, y esto, junto a una crisis energética que continúa existiendo hoy, y que ha disparado los precios del gas natural ha permitido que la cotización del barril de petróleo no frene su ascenso en los últimos meses.
Ayer el Brent llegó a tocar los 89 dólares, un nivel que no se veía desde hace 7 años, en 2014. La recuperación del barril europeo ya supera el 359% desde los mínimos de la pandemia, en abril de 2020, y suma casi un 29% desde el nivel más bajo que se vio en diciembre.
A pesar de ello, parece que las subidas no van a frenarse próximamente, según pronostican muchos analistas en los últimos días, y no sólo ellos: la Agencia Internacional de la Energía (IEA) acaba de reconocer que la situación fundamental del mercado del petróleo es más estrecha de lo que habían previsto.
Según reconoce ahora la agencia, la demanda de crudo está cerca de volver a recuperar los niveles previos a la pandemia, y avisan de que, cada vez más, se está produciendo un distanciamiento entre el equilibrio oferta-demanda del barril, y la evolución de los inventarios globales, algo que, según explican desde Bloomberg, es una señal de que la producción está siendo mayor, o el consumo menos fuerte, de lo que los mercados descuentan.
Parece que ahora el mundo depende de los productores que tengan capacidad de ampliar la producción para evitar que el petróleo continúe subiendo. En este sentido, países como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Arabia Saudí o Iraq son los señalados, y está en sus manos intentar equilibrar la balanza entre la oferta y la demanda. Si no, todo apunta a que el barril se dirige a los 100 dólares, como ya pronostican algunos analistas, como es el caso de Goldman Sachs.
Cada vez menos capacidad
La capacidad de producción que tiene la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sin utilizar en este momento es de 5,2 millones de barriles.
Esta se está reduciendo rápidamente, debido al acuerdo de aumentar paulatinamente la oferta, y casi se ha reducido hasta la mitad, desde los más de 9 millones de barriles que tenían de capacidad libre este grupo de productores a principios de 2021. Además, cada vez cae más rápido: en agosto era de 7 millones de barriles.