De acuerdo a un estudio del Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) del gobierno del Reino Unido (ver documento anexo), el hidrógeno es un gas de efecto invernadero dos veces más poderoso de lo que se pensaba anteriormente.
Las implicancias atmosféricas del mayor uso de hidrógeno, indican que el H2 es un gas de efecto invernadero indirecto, que reacciona con otros gases de efecto invernadero en la atmósfera para aumentar su potencial de calentamiento global (GWP).
Tal como lo indica el informe de 75 páginas, “los cambios inducidos por el hidrógeno en el metano y el ozono en la troposfera (la capa más baja de la atmósfera) se han considerado anteriormente, también hemos considerado, por primera vez, los cambios previamente ignorados en la estratosfera -es decir, en la segunda capa más baja- de la atmósfera el vapor de agua y el ozono estratosférico en nuestros cálculos del GWP del hidrógeno”, según los autores, científicos del Centro Nacional de Ciencias Atmosféricas y las universidades de Cambridge y Reading.
En este sentido, estiman que “el GWP(100) del hidrógeno, o durante un período de 100 años, es de 11 ± 5; un valor más del 100% mayor que los cálculos publicados anteriormente”, por lo tanto, el hidrógeno es un gas de efecto invernadero dos veces más potente.
En otras palabras, el estudio dice que la cifra de GWP está entre seis y 16, siendo 11 el promedio, mientras que el GWP de CO2 es uno. En la misma línea, un estudio anterior de 2001, que se ha citado con frecuencia desde entonces, situó el GWP del hidrógeno en 5.8.
Y quizás lo más importante para la carrera hacia el cero neto, agrega: “Para un horizonte temporal de 20 años, obtenemos un GWP(20) para H2 de 33, con un rango de incertidumbre de 20 a 44”.
El estudio, que fue encargado por BEIS, añade que “la mayor parte de la incertidumbre en el GWP surge de las dudas existentes respecto al balance natural de hidrógeno atmosférico, donde la magnitud del sumidero de hidrógeno en el suelo es el factor más incierto. Por lo que se requiere trabajo futuro para resolver estas incertidumbres atmosféricas”.
Todo esto significa que las fugas de las tuberías y equipos de hidrógeno deben reducirse al mínimo, ya que “cualquier fuga de H2 resultará en un calentamiento global indirecto, compensando las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero realizadas como resultado de un cambio de combustible fósil a H2”, señala la investigación.
El hidrógeno es una molécula mucho más pequeña que el metano, por lo que se filtraría mucho más fácilmente de las tuberías de gas natural existentes si se usaran para transportar H2, particularmente alrededor de las juntas y si están hechas de hierro, en lugar de polietileno o cobre.
“La fuga de hidrógeno a la atmósfera durante la producción, el almacenamiento, la distribución y el uso compensará parcialmente algunos de los beneficios de una economía basada en el hidrógeno”, explica excluyentemente el estudio.
“La minimización de las fugas debe ser una prioridad si se adopta el hidrógeno como fuente de energía principal”. El informe no tiene en cuenta el GWP de producir hidrógeno, solo el impacto del H2 liberado a la atmósfera.
Un segundo informe, también publicado recientemente por BEIS, establece la fuga de hidrógeno esperada de la producción, transporte, almacenamiento y usos finales de H2.
El informe, llamado Fugitive Hydrogen Emissions in a Future Hydrogen Economy o Emisiones fugitivas de hidrógeno en una economía futura del hidrógeno, establece que con un 99% de confianza, la producción de H2 por electrólisis daría como resultado que el 9.2% del hidrógeno producido llegara a la atmósfera a través de la “ventilación y purga”, pero esto se reduciría a 0.52% “con recombinación completa de hidrógeno de purga y ventilación cruzada”.
El estudio, encargado por BEIS y escrito por Frazer-Nash Consultancy, dice que el peor infractor de fugas de H2 sería el transporte de hidrógeno líquido en camiones cisterna, con el 13.2% de su carga fugando al aire, seguido por el almacenamiento de gas comprimido en la superficie (6,52%), pilas de combustible (2,64%) y estaciones de servicio (0,89%). El resto de la producción, el transporte, el almacenamiento y los usos del hidrógeno verían fugas inferiores al 0,53%.