El aumento de precios de insumos alimenticios importados, y su consiguiente efecto sobre la canasta de consumo, fue la antesala de la crisis que se podría materializar en los próximos meses: una escasez de alimentos básicos que pondría en riesgo de sufrir hambre a millones de personas de escasos recursos en todo el mundo, incluido el Perú, donde el 25.9% de la población vive bajo la línea de pobreza, y más de la tercera parte es vulnerable, es decir, podría convertirse en pobre o retornar a esa situación.

Perú se verá afectado de dos maneras. La primera, por la reducida oferta de urea (principal insumo de los fertilizantes), cuyo principal productor es Rusia, y la segunda, por el desabastecimiento de granos (trigo, maíz y hasta cebada) y de aceite vegetal, de los que Rusia y Ucrania son grandes exportadores.

La menor disponibilidad de urea incidirá en la reducción de áreas sembradas en el país de cultivos esenciales para el consumidor peruano como arroz y papa, mientras que en el caso de la escasez de granos y aceite, el Perú se sumará a las economías importadoras más perjudicadas.

Agricultores locales llevaban semanas tratando de hacerle entender la gravedad del asunto al ahora defenestrado titular del Midagri, Óscar Zea, cuya fecha de asunción al cargo (8 de febrero) casi coincidió con el inicio de los problemas –la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero, y las sanciones aplicadas contra el régimen de Vladimir Putin por esa agresión–.

Pero siguiendo el patrón de conducta de la gran mayoría de funcionarios nombrados por el actual Gobierno, Zea esperó más de dos meses para reaccionar. Veremos qué hace su sucesor.

Hace dos semanas, anunció que se destinarían S/ 740 millones a la importación de fertilizantes, pero la semana pasada, el decreto de urgencia que oficializó la compra solo incluyó S/ 348 millones (el año pasado, el Perú importó US$ 505 millones en fertilizantes).

Según Conveagro, además del monto insuficiente, la medida ha sido tardía, pues la importación de esos compuestos podría tardar entre tres y cinco meses debido a su escasez. Hay que recordar que la campaña agrícola se inicia en agosto.

Con respecto a la importación de alimentos básicos y sus insumos, están exonerados del IGV hasta el 31 de julio. Y ahora la Comisión de Economía del Congreso también quiere exonerarlos de aranceles. Pero ese tipo de medidas es oneroso.

Lo más eficiente, en especial si la crisis es prolongada, sería focalizar la ayuda. Quizás porque el impacto político es menor, a nadie en el Gobierno o el Legislativo se le ha ocurrido.