SARA BORONDO

A finales del siglo XIX comenzó una búsqueda de petróleo en todo el mundo. Se le empezó a llamar 'el oro negro' por lo codiciados que eran los pozos que lo contenían.

Esta sustancia se había convertido en esencial para las tecnologías más punteras en ese momento: se usaba como carburante, lo que cambió drásticamente los transportes y no tardó en revolucionar la industria con el plástico, las fibras sintéticas y demás derivados de esta sustancia.

Con el tiempo cambió la política y la economía internacionales: los países con pozos petrolíferos se enriquecieron e incluso se han producido desde entonces algunas guerras por el control de las zonas con esa riqueza en el subsuelo.

Ahora podemos encontrarnos ante una situación parecida que cambie el panorama internacional o, incluso, ponga en peligro la transición hacia unas fuentes energéticas menos contaminantes.

DESDE TELÉFONOS MÓVILES A TURBINAS EÓLICAS
El mundo está intentando reducir su dependencia de las fuentes de energía fósiles y luchar contra el efecto invernadero. Esto supone que necesita nuevas materias primas para la fabricación de unos dispositivos que reduzcan las emisiones de carbono.

Teléfonos, pantallas táctiles, láseres, componentes aeroespaciales, baterías para almacenar energía solar con el fin de usarla por la noche, turbinas eólicas… Buena parte de la tecnología que se está desarrollando para realizar esa transición utiliza como materia prima minerales muy escasos en el planeta: níquel, litio, cobalto… una treintena de elementos químicos que se han denominado minerales críticos, traducción del inglés 'critical minerals'. Si falla aunque sea poco tiempo o incluso se interrumpe el suministro durante años, no se podrían fabricar aparatos indispensables para el cambio.

En inglés 'critical' tiene el significado de fundamental o indispensable, y se ha traducido tal cual al español refiriéndose tanto al hecho de que son imprescindibles para fabricar energía de manera más limpia, como por el nivel de riesgo de que se pueda suspender la cadena de suministro de esos minerales por distintas razones. Entre ellas el hecho de que haya pocas fuentes de esos minerales debido a que las minas pertenecen a un oligopolio o a que procedan de pocos países.

Además, es importante la estabilidad política de los países que exportan. Sería el caso de la República Democrática del Congo, que posee más de la mitad de las reservas mundiales de cobalto (un mineral usado para aleaciones empleadas en la producción de aviones y en las baterías de los coches eléctricos) y ha sufrido varios conflictos bélicos desde que se independizó de Bélgica a mediados del siglo XX.

Hay una cuestión más que preocupa en lo relativo a los minerales críticos y es que un consumo cada vez mayor precisa de aumentar la explotación de estos recursos, con lo que esto supone de mayor gasto energético, contaminación medioambiental y la violación de los derechos humanos en algunos caso por las condiciones de los mineros.

UN AUMENTO NECESARIO EN LA PRODUCCIÓN
Una muestra de la relevancia de los minerales críticos son los materiales que se necesitan para construir un molino de viento moderno con una turbina de 3 MW: 1.200 toneladas de hormigón, 355 de acero, 4,7 toneladas de cobre, 3 de aluminio y 2 de tierras raras, además de otros materiales como zinc y molibdeno.

Así lo indica el informe del Banco Mundial "Minerales para la acción climática: El uso intensivo de minerales en la transición hacia la energía limpia", donde también se afirma que la producción de minerales como el grafito, el litio o el cobalto podría experimentar un aumento del 500% entre 2020 y 2050.

El listado de los minerales críticos varía en distintas regiones, según su accesibilidad. Mientras que para Estados Unidos y Europa incluye las tierras raras (un grupo de 17 elementos químicos entre los que están el escandio, el itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos), no está en la de China, que es uno de los principales productores mundiales de tierras raras.

No solo las produce, sino que también procesa lo procedente de otras zonas: en 2019 China refinó casi el 90% de las tierras raras de toda la producción mundial, además del 35% del níquel y entre el 50 y el 70% del litio y el cobalto. Entre los países que suministran a la Unión Europea está la propia China a la cabeza de una lista que incluye también a la República Democrática del Congo, Brasil, Sudáfrica, Rusia y Ruanda.

BÚSQUEDA DE NUEVAS FUENTES
Estos riesgos han llevado a que los gobiernos y las instituciones supranacionales investiguen la manera de aumentar y diversificar la producción de estos recursos, evitándose así la posibilidad de que la transición hacia energías menos contaminantes se vea frenada por la escasez de las materias primas.

La Agencia de Energía Internacional (IEA), integrada por 30 países (entre ellos España) ha establecido seis recomendaciones: invertir en diversificar el suministro de minerales, invertir en I+D para utilizar los materiales con más eficacia y encontrar materiales sustitutorios, aumentar el reciclaje y realizarlo de manera más eficiente, mejorar la resistencia de las cadenas de suministro para poder responder ante posibles interrupciones del suministro, incentivar la producción y fortalecer la cooperación internacional entre productores y consumidores.

Algunos países se han puesto a buscar nuevas fuentes de minerales críticos. Por ejemplo, en Noruega un informe elaborado por distintos servicios geológicos de Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega y Groenlandia muestra que pueden encontrarse buena parte de estos minerales en el lecho rocoso nórdico.

Una vez esclarecido dónde puede haber más yacimientos, surgen otros dos problemas: se calcula que se tardan 16 años en conseguir la extracción de los recursos y este proceso es perjudicial para el medio ambiente.

Por eso hay voces de expertos que urgen a encontrar cuanto antes nuevas fuentes, sobre todo después de que la invasión rusa de Ucrania haya afectado al suministro mundial de trigo, madera, papel, aluminio o paladio, además de escandio y titanio, minerales estratégicos incluidos en la lista de la Unión Europa.