Las medidas frente a la invasión de Rusia en Ucrania serán el foco central de la cumbre del G7 en Alemania. El encuentro abrió sus puertas con más sanciones a Rusia: la prohibición de importar oro ruso (ver Lea También). Además anunciaron la puesta en marcha un gran programa de inversiones de US$ 600.000 millones para países en desarrollo, pensado para responder a las grandes obras financiadas por China, anunció el presidente estadounidense, Joe Biden.
El objetivo central del plan es poder despegarse de China, que invirtió masivamente en muchos países para construir infrastructuras a través del programa llamado de las "Nuevas rutas de la seda", o para garantizar un acceso a algunas materias primas.
China es acusada de realizar proyectos a través de préstamos poco ventajosos, o francamente peligrosos, que agravarán los problemas de endeudamiento de los países más vulnerables.
La ofensiva china "existe desde hace años y se tradujo por muchas inversiones en especie y e inversiones múltiples", dijo el domingo un alto responsable de la Casa Blanca, "pero no es tarde", aseguró respecto a la iniciativa del G7.
En el primer día de cumbre, Biden elogió la unidad mantenida entre las potencias frente a Rusia y dijo que el G7 "trabajará" en los problemas que acompañan a la guerra. Scholz aseguró en el mismo sentido que el "buen mensaje" era que "todos logramos estar unidos", y que eso era algo que el presidente ruso, Vladimir Putin, "nunca esperó".
El G7 "desempeña fundamentalmente un papel de orientación e impulsión política y se basa en valores compartidos: promoción de la democracia, respeto de los derechos humanos, economía de mercado libre e inclusiva, respeto del derecho internacional", apuntan desde la web de la diplomacia francesa.
Por su parte, la Unión Europea sí habla de una influencia real del G7. "Tiene capacidad para determinar la agenda internacional, pues las decisiones adoptadas por estas grandes potencias económicas ejercen un impacto real. La dirección política establecida por estos líderes con respecto a un asunto político desencadena un efecto dominó en muchas otras organizaciones e instituciones internacionales".
En esta cumbre del G7 participarán también varios mandatarios de países que no forman parte del grupo, quienes fueron invitados especialmente por el anfitrión Scholz, entre ellos el presidente argentino y titular pro-témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Alberto Fernández. La lista de mandatarios que recibieron invitaciones para asistir a esta edición del foro se completa con los presidentes de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; Senegal, Macky Sall; Indonesia, Joko Widodo; y el primer ministro de la India, Narendra Modi.
Los países que conforman el G7 son: Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá. Entre 1975, año en que se creó, y el 2000, los países del G7 pasaron de representar el 70 % a representar el 55 % del PIB mundial. Concentran alrededor del 10 % de la población mundial y el 65 % del comercio internacional.
A partir de 2022, los países del G7 representan el 10 % de la población mundial, el 31 % del PIB mundial y el 21 % de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, según el sitio web de la Cumbre. China e India, los dos países más poblados con una de las cifras de PIB más grandes del mundo, no forman parte de la agrupación.
En todos los países del G7, el gasto anual del sector público superó los ingresos en 2021. La mayoría de los países del G7 también tenían un alto nivel de deuda bruta, especialmente Japón (263 % del PIB), Italia (151 %) y EE. UU. (133 %).
Los países del G7 son actores importantes en el comercio mundial. Estados Unidos y Alemania en particular son las principales naciones exportadoras. Ambos vendieron bienes por valor de más de un billón de dólares estadounidenses en el extranjero en 2021.
EL FRENTE DE CRISIS QUE DEBERÁ TENER EN CUENTA EL G7
El especialista Nic Robertson enumeró en CNN los frentes que los países del G7 tendrán que contemplar, más allá de Putin, a la hora de debatir los planes a futuro.
crisis alimentaria
La crisis mundial de alimentos es un ejemplo de ello. Puede atribuirse, en parte, a los problemas mundiales de la cadena de suministro posteriores a la pandemia, pero el robo de trigo ucraniano por parte de Rusia y su bloqueo de la navegación ucraniana en el Mar Negro, que impide que el trigo y otros productos agrícolas de Ucrania lleguen a los mercados internacionales, también es jugando un papel importante.
Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, Ucrania normalmente suministra el 40% de su trigo ; La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dice que Ucrania suministra el 16% de las exportaciones mundiales de maíz y más del 40% del aceite de girasol del mundo.
La ONG internacional Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) dijo recientemente que "el 98 % de las exportaciones de cereales y trigo de Ucrania siguen bajo bloqueo ", y agregó que "los precios de los alimentos en todo el mundo se han disparado un 41 % y se prevé que otros 47 millones de personas experimenten hambre aguda este año."
Tradicionalmente, las exportaciones de trigo y cereales de Ucrania van a algunas de las naciones más necesitadas del mundo: Libia, Líbano, Yemen, Somalia, Kenia, Eritrea y Etiopía.
Para mejorar la situación, el G7 necesitará hacer que Putin retroceda en algunos de sus objetivos de guerra, por ejemplo, poniendo fin al conflicto o restaurando el control de Kyiv sobre todo Donbas, pero hasta ahora no hay indicios de que esté cerca de hacerlo. que.
La crisis energética amenaza los compromisos climáticos
El aumento de los precios del petróleo es otro subproducto de la guerra de Putin, aunque complicado por el hecho de que la producción de petróleo no está a la altura de los aumentos del consumo posteriores a la pandemia. Para solucionar esto, el G7 deberá convencer a los socios de la OPEP+ de Rusia, incluida Arabia Saudita, para que le den la espalda a Putin y aumenten la producción de petróleo.
El viaje del presidente estadounidense Joe Biden a Jeddah , planeado para mediados de julio, y el viaje del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, a Riyadh en marzo sugieren que el G7 puede estar avanzando en esto, pero aún no hay garantías. Arabia Saudita, como Rusia, se beneficia enormemente de los altos precios del petróleo; su ganancia es dolor para los miles de millones que deben pagar la factura de llevar alimentos al mercado.
El anfitrión del G7, Alemania, ahora está en modo de crisis ya que Rusia reduce sus suministros de gas al país, utilizando la energía como arma para influir como se temía: ahora dice que encenderá más plantas de carbón. Eso es un cambio de sentido desde noviembre pasado, cuando Alemania adelantó su fecha límite para eliminar el carbón hasta 2030, ocho años antes de lo planeado. Después de la invasión de Rusia, también aceleró los planes para hacer la transición de su sector energético al 100 % de energías renovables en cinco años.
Johnson, quien dijo el año pasado que el mundo había llegado a un punto sin retorno en la eliminación gradual del carbón, sugirió esta semana que el Reino Unido comience a extraer el combustible fósil nuevamente para la fabricación de acero. El país también retrasará un plan para cerrar más plantas de carbón existentes antes del invierno.
Y para abordar la crisis del petróleo, Biden sugiere una exención fiscal sobre el combustible a medida que se disparan los precios en las gasolineras.
Presiones económicas
En su objetivo de Carbis Bay de "reconstruir mejor", las naciones del G7 nunca entendieron el tartamudeo retorno a la normalidad anterior a la COVID-19. Los vuelos cancelados y el caos de viajes en toda Europa y más allá este verano son solo la punta visible de un problema del tamaño de un iceberg que desafía las soluciones rápidas.
La insistencia de China en continuar aplicando una estrategia de " covid cero " está confundiendo no solo su regreso a la normalidad, sino que también se está extendiendo a través de las cadenas de suministro globales, con bloqueos que mantienen a los trabajadores fuera de las fábricas y, en el peor de los casos, detienen la producción. A pesar de las crecientes tensiones con las naciones del G7, China no muestra signos de alinearse con sus nuevas normas post-Covid.
En las naciones del G7 y más allá, la inflación está aumentando, los bancos centrales están elevando las tasas de préstamo y una desaceleración económica global parece mucho más probable este año que el anterior. El hombre más rico del mundo, Elon Musk , predice que una recesión en Estados Unidos es "inevitable".
Los problemas se están acumulando de una manera que recuerda un poco a la recesión económica mundial de 2008.
En ese entonces, los banqueros centrales se unieron y detuvieron la podredumbre económica, pero las repercusiones geopolíticas se extendieron durante años.
La Primavera Árabe señaló que el dolor económico había superado un umbral. Cuando el empobrecido comerciante callejero tunecino Mohamed Bouazizi se prendió fuego en diciembre de 2010, encendió pasiones en todo el Medio Oriente; los manifestantes tomaron las calles, derrocaron a dos gobiernos y sacudieron a muchos más, antes de que la calma se restableciera parcialmente en la región a finales del año siguiente.
No es imposible que otra crisis económica global pueda desencadenar una ola de disturbios aún más amplia. En los últimos meses, Sri Lanka ha visto cómo la agitación económica se derramaba en las calles. El aumento de los precios también ha provocado disturbios populares en Pakistán y Perú.
