RACHEL KYTE

El 2022 fue difícil para el creciente número de personas que viven en inseguridad alimentaria y pobreza energética en todo el mundo, y el comienzo de 2023 parece sombrío. La guerra de Rusia contra Ucrania, uno de los proveedores de materia prima de fertilizantes y cereales más grandes del mundo, restringió los suministros mundiales de alimentos y energía, lo que a su vez ayudó a estimular la inflación.

La sequía, exacerbada en algunos lugares por grupos en guerra que bloqueaban la ayuda alimentaria, empujó a partes del Cuerno de África hacia la hambruna. Los desastres meteorológicos extremos han dejado rastros de destrucción con costos crecientes en casi todos los continentes. Más países se encontraron en situación de sobreendeudamiento.

Pero debajo de la superficie de malas noticias casi semanales, se están produciendo cambios significativos que tienen el potencial de crear un mundo más sostenible, uno en el que la humanidad pueda abordar el cambio climático, la extinción de especies y la inseguridad alimentaria y energética.

He estado involucrado en el desarrollo sostenible internacional durante la mayor parte de mi carrera y ahora enseño diplomacia climática. Así es como dos sistemas clave que impulsan la economía mundial, la energía y las finanzas, están comenzando a cambiar hacia la sostenibilidad y qué esperar en 2023.

IMPULSANDO EL CRECIMIENTO DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES
La guerra del presidente ruso, Vladimir Putin, contra Ucrania ha repercutido en toda Europa y se ha extendido a otros países que han dependido durante mucho tiempo del gas natural de la región. Pero mientras los países productores de petróleo y los cabilderos del gas abogan por más perforaciones, las inversiones globales en energía reflejan una transición acelerada hacia una energía más limpia.

Llámelo el efecto Putin: la guerra de Rusia está acelerando el alejamiento global de los combustibles fósiles.

En diciembre, la Agencia Internacional de la Energía publicó dos importantes informes que apuntan al futuro de las energías renovables.

En primer lugar, la AIE revisó al alza su proyección de crecimiento de las energías renovables en un 30%. Ahora espera que el mundo instale tanta energía solar y eólica en los próximos cinco años como la que instaló en los últimos 50 años.

El segundo informe mostró que el uso de la energía se está volviendo más eficiente a nivel mundial, con un aumento de la eficiencia de aproximadamente un 2% por año. Como señaló el analista de energía Kingsmill Bond del grupo de investigación de energía RMI, los dos informes juntos sugieren que la demanda de combustibles fósiles puede haber alcanzado su punto máximo. 

Si bien algunos países de bajos ingresos han estado ansiosos por acuerdos para aprovechar sus recursos de combustibles fósiles, la AIE advierte que la nueva producción de combustibles fósiles corre el riesgo de quedarse estancada o ser antieconómica en los próximos 20 años.

Los principales obstáculos para el crecimiento exponencial de las energías renovables, señala la AIE, son marcos de políticas energéticas, regulaciones y subsidios anticuados escritos en un momento en que los sistemas energéticos, los precios y los servicios públicos estaban orientados hacia los combustibles fósiles.

Busque reformas en 2023, incluidos países que luchan por cómo permitir redes inteligentes y nuevas líneas de transmisión y encontrar formas de recompensar a los consumidores por la eficiencia y la generación de energía limpia.

El 2023 también verá un mayor enfoque en el desarrollo de talento para la construcción de infraestructura de energía limpia. En los EE.UU., la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Infraestructura Bipartidista recientemente aprobadas invertirán cientos de miles de millones de dólares en energía y tecnología limpias. Los compromisos REPowerEU de Europa también impulsarán la inversión. 

Sin embargo, las preocupaciones sobre las reglas de "compre productos estadounidenses" dentro de las nuevas leyes climáticas de EE.UU. y un plan de la UE para lanzar un impuesto de ajuste fronterizo de carbono están generando temores de que el nacionalismo en la política comercial podría dañar la velocidad del crecimiento verde.

ARREGLAR EL FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO INTERNACIONAL
El segundo sistema al que hay que prestar atención para la reforma en 2023 es el de las finanzas internacionales. También es crucial para la forma en que los países de bajos ingresos desarrollan sus sistemas energéticos, desarrollan resiliencia y se recuperan de los desastres climáticos.

Las naciones ricas no han hecho avanzar la transición energética lo suficientemente rápido ni han brindado suficiente apoyo para que los mercados emergentes y los países en desarrollo superen los sistemas de energía de combustibles fósiles ineficientes. La deuda se está disparando en los países de bajos ingresos, y el cambio climático y los desastres como las devastadoras inundaciones en Pakistán acaban con el crecimiento y aumentan los costos.

La Primera Ministra de Barbados, Mia Mottley, ha reunido a instituciones financieras internacionales con grupos de expertos y filántropos para impulsar cambios.

Países como el de Mottley se han sentido frustrados porque el sistema financiero internacional actual, principalmente el Fondo Monetario Internacional y los bancos multilaterales de desarrollo, incluido el Banco Mundial, no se han adaptado a los crecientes desafíos climáticos.

La Iniciativa Bridgetown de Mottley propone un nuevo enfoque. Pide que la vulnerabilidad de los países se mida por el impacto climático y que los fondos estén disponibles sobre esa base, en lugar de los ingresos. También insta a los bancos de desarrollo a que asuman más riesgos para aprovechar la inversión privada en países vulnerables, incluidos los canjes de deuda climática.

La Iniciativa Bridgetown también pide a los países que reinviertan sus derechos especiales de giro del FMI, una reserva disponible para los miembros del FMI, en un fondo propuesto que los países vulnerables podrían usar para aumentar la resiliencia al cambio climático. Un grupo de trabajo establecido por el G-20 señala que el billón de dólares “más fácil” de acceder para una respuesta climática urgente es el que ya está en el sistema.

A principios de 2023, Mottley y el presidente francés Emmanuel Macron, junto con otros, impulsarán un proceso para examinar las posibles medidas para mejorar el sistema actual antes de las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI en abril, y luego en una cumbre de junio convocada por Francia.

Hay que estar atento en 2023 para ver si este es el año en que el G-7 y el G-20 reavivan sus roles de liderazgo económico mundial. Sus miembros son los mayores propietarios de las instituciones financieras internacionales, y también los mayores emisores de dióxido de carbono del planeta. India liderará el G-20 en 2023, seguida de Brasil en 2024. Su liderazgo será fundamental.

EL LIDERAZGO DE LAS NACIONES PEQUEÑAS EN 2023
En 2023, espere ver a las naciones pequeñas impulsar cada vez más la transformación global, lideradas por el V-20, los ministros de finanzas de los países más vulnerables al cambio climático.

Además de la Iniciativa Bridgetown, Barbados ha sugerido una forma de juntar nuevos fondos que funcionan con el modelo de un fondo para daños por derrames de petróleo en la Organización Marítima Internacional. 

El sueño de las islas pequeñas de autoabastecerse con renovables

En el fondo de la OMI, los grandes importadores de petróleo pagan y el fondo paga en caso de derrame. Barbados apoya la creación de un fondo similar para ayudar a los países cuando un evento climático cuesta más del 5% del PIB de un país.

Este modelo es potencialmente una forma de reunir fondos de un impuesto sobre las ganancias inesperadas de las empresas de energía que vieron cómo sus ganancias se disparaban en 2022 mientras miles de millones de personas en todo el mundo sufrían la inflación de los precios de la energía.

Finalmente, el acuerdo innovador sobre biodiversidad alcanzado en diciembre de 2022 ofrece más promesas para 2023. Los países acordaron conservar el 30% de la biodiversidad del mundo y restaurar el 30% de las tierras degradadas del mundo.

 La financiación, un fondo de US$ 30.000 millones para 2030, aún no se ha encontrado, pero el plan aclara la tarea por delante y el lugar de la naturaleza en ella. Y podemos esperar que 2023 sea un año en el que estallen signos de paz en nuestra guerra contra la naturaleza.