NATALIA VIRI

En la carrera por la transición energética, una alternativa está entrando en el radar de cada vez más empresas en Brasil: el biogás. Producido a partir de basura y desechos agrícolas, el combustible renovable no es exclusivo de Brasil, pero la pujanza de la agricultura nacional coloca al país en una posición privilegiada.

Además de utilizarse para producir electricidad, el biogás se puede convertir en biometano, una molécula equivalente a la del gas natural.

Y es aquí donde se encuentran el mayor número de aplicaciones: desde un sustituto del diésel (o del propio GNC) para alimentar camiones y autobuses hasta la fabricación de fertilizantes, pasando por automotrices y fabricantes de cerámica, el biometano puede descarbonizar una serie de industrias.

Pero, ¿y la oferta? Hoy es muy pequeño, alrededor de 400.000 metros cúbicos por día, según datos de la Asociación Brasileña de Biogás (ABIOGÁS). A modo de comparación, sólo una planta de amoniaco de Yara Fertilizantes consume 700.000 m3 de gas natural al día.

Este escenario está cambiando rápidamente. La ABIOGÁS ya trazó 41 proyectos de plantas con finalización prevista para 2027. En conjunto, deberán consumir R$ 7.400 millones en inversiones y aumentar la producción para 2,9 millones de m3 diarios.

Con el aumento de los anuncios de nuevas unidades, la expectativa es que la producción alcance los 32 millones de m3 por día para 2030, según las proyecciones de la asociación.

Las mayores apuestas están en los residuos de la industria sucroalcoholera -en lo que se conoció en el interior de São Paulo como el "Pre-Sal Caipira"- y en los rellenos sanitarios, que pueden transformar el metano de la descomposición de la basura en energía. fuente

Raízen está terminando la construcción de su primera planta de biometano -producido a partir de vinaza y torta de filtración, dos residuos de la molienda- junto a una de sus plantas de azúcar y alcohol en Piracicaba.

Se firmó un contrato de suministro a largo plazo con Yara Fertilizantes, que recibirá 20.000 m3 por día para reponer parte del gas utilizado en su unidad de Cubatão (São Paulo).

Es un proyecto piloto para el fabricante de fertilizantes, y equivale a alrededor del 3% del consumo diario de esa planta. Pero los planes son escalar la producción.

Volkswagen también recibirá biometano de Raízen para reemplazar el gas en el proceso de pintura de carrocerías en las unidades de Taubaté y São Bernardo do Campo.

La industria cerámica, que utiliza gas natural para calentar sus hornos, también busca descarbonizar su producción.

La Asociación Nacional de Fabricantes de Cerámica (ANFACER) firmó un convenio con la industria sucroalcoholera para comenzar a recibir biometano entre fines de 2024 y principios de 2025.

En un principio serán 50.000 m3, en proyecto piloto, repartidos entre los industriales del complejo de Santa Gertrudes, en el interior de São Paulo, en una región con fuerte perfil cañero. La asociación aún está estudiando quién cumplirá el contrato.

La idea es dar una señal firme a las usinas, incentivando inversiones, dice el vicepresidente de Anfacer, Benjamín Ferreira Neto.

Para 2030, el objetivo es tener 1 millón de m3/día de suministro vía biometano. Hoy, sólo la industria cerámica de São Paulo, principal centro de producción, consume 2,3 millones de m3/día de gas natural.

ReiterLog apostó más de R$ 100 millones para reforzar su flota con 127 camiones que funcionan con GNC o biometano, en lugar de diésel, con la mirada puesta en los clientes que quieren reducir la huella de carbono del transporte de mercancías.

El número es expresivo: según Anfavea, de 2017 a 2022, solo se registraron 505 camiones a GNC en Brasil, y la mayor parte del volumen provino de 2021.

La ambición de Reiter, que cuenta con 1.800 vehículos, es tener toda la flota abastecida con fuentes renovables para 2035. La compañía ofrece un servicio denominado "logística verde", en el que construye soluciones con rutas con menor huella de carbono y vehículos eléctricos.

En la mayoría de ellos se sustituye el diésel por GNC, lo que garantiza una reducción del 15% en la huella de carbono. Pero en algunos lugares, como la región de Seropédica, en Río de Janeiro, ya es posible funcionar con biometano, con una reducción del 90% en la intensidad de CO2.

¿Es el precio? A pequeña escala, el biometano sigue siendo más caro que el gas natural. En el caso de los camiones, los que funcionan con GNC son más caros y más nuevos que la flota diésel que recorre el país, lo que todavía encarece la operación. "Pero el componente ambiental es relevante", dice Vanessa Pilz, directora comercial y ESG de ReiterLog.

Alessandro Gardemann, fundador de GEO, pionero en biogás, recuerda otra ventaja. "El biometano no está sujeto a las fluctuaciones de precios en el mercado internacional y en el dólar, como el gas natural, lo que le da una previsibilidad de costos mucho mayor".