Los presidentes Cristina Fernández y Fernando Lugo participaron anoche de un acto en Posadas por el llenado del embalse de la represa de Yacyretá, que comenzó a construirse hace 37 años y por fin llegó a su cota máxima de 83 metros sobre el nivel el mar, aunque aún falta un tramo: las autoridades de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) admitieron que las obras complementarias o de mitigación del impacto del enorme espejo de agua concluirán recién dentro de un año.
Los presidentes llegaron a Posadas en el avión Tango 01 a las 20.30 y desarrollaron una apretada agenda. En el Centro del Conocimiento se realizó un acto protocolar con intercambio de condecoraciones con su par guaraní y luego abordaron los helicópteros que los trasladaron hasta el enorme palco montado en la avenida Costanera de Posadas. Tras los discursos, estaba prevista la actuación de Fito Páez.
La presidenta –volvió al riguroso negro en su vestimenta– llegó acompañada del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido; el canciller Héctor Timerman; el vicepresidente del Senado, José Pampuro, y también dieron el presente los gobernadores Gildo Isfrán, de Formosa; y el correntino Ricardo Colombi, quien fue invitado a último momento.
La fecha de inauguración de la obra –calificada en su momento por Carlos Menem como el “monumento a la corrupción” – no fue elegida al azar. Coincidió con el natalicio del fallecido Néstor Kirchner, quien a poco de asumir se había comprometido a finalizarla durante su gestión.
Durante el acto que se realizó en la Costanera, la Presidenta mantuvo un contacto por videoconferencia con el gobernador de Chaco, para habilitar un acueducto que Jorge Capitanich propuso bautizar con el nombre de Néstor.
Cristina consideró un hecho “histórico” la inauguración de Yacyretá y agregó que en septiembre próximo se pondrá en marcha la central atómica Atucha 2, “que estaba paralizada desde 1994”.
La Presidenta sostuvo en su discurso por cadena nacional que “Yacyretá estuvo parada muchos años porque país que no produce y no tiene industrias no necesita energía. Y hoy su energía es símbolo de la potencia industrial de la Argentina”.
Tras admitir los problemas sociales acarreados por el embalse, consideró que la represa fue en su momento “símbolo del fracaso de los argentinos y paraguayos y hoy genera energía para 5,6 millones de personas”. Y recordó a Néstor Kirchner al señalar que “es un día especial y siento que vengo a cumplir un mandato histórico muy fuerte, que vengo a cumplir una promesa de él ”, en referencia al fallecido ex presidente.
Por su parte, el gobernador de Misiones, Maurice Closs, pidió a Cristina que se autorice la suba del precio de la yerba mate en góndola para que los productores puedan percibir 1,20 pesos por kilo de hoja verde. Y solicitó que se construyan nuevos puentes con Paraguay.
Marcha del obispo Piña
No todo fue festejo: más de un millar de personas encabezadas por el obispo emérito de Puerto Iguazú, Joaquín Piña, marcharon por las calles de Posadas y realizaron un acto frente a la Casa de Gobierno para exigir que no se realicen más centrales hidroeléctricas en la región.
Se pronunciaron así en contra de las anunciadas represas de Garabí y Panambí -sobre el río Uruguay-, y Corpus -sobre el Paraná-, que el Gobierno tiene en carpeta.
Piña -en 2006 frenó el intento de perpetuidad en el poder de Carlos Rovira- recordó que “seguimos pagando una energía cara y tuvimos miles de familias que fueron desarraigadas”.
Al final Colombi fue invitado
Al final, el gobernador de Corrientes Ricardo Colombi (UCR) estuvo en el acto. Había considerado “una falta de respeto” que no lo invitaran, pero el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, informó que sí fue convocado “a través del radiograma N° 60 del día de ayer 24 de febrero”.
Desde Corrientes se aseguró que el cable fue enviado por la noche y llegó ayer a las 8 de la mañana, después de la queja.
Una morosa represa de 14.000 millones de dólares
Clarín
ClarínA casi 28 años del inicio de las obras, Argentina y Paraguay dieron ayer por terminadas las obras del complejo hidroeléctrico de Yacyretá, el proyecto que alguna vez fue calificado como el “monumento a la corrupción” y del que aún no se sabe exactamente cual será su costo final .
Cuando en 1973 se firmó el tratado para encarar la construcción de la represa sobre el río Paraná, se había estimado una inversión total de US$ 3.000 millones.
Recién una década después y tras varias idas y vueltas, se pusieron en marcha las obras, cuyo costo ya había trepado a US$ 6.000 millones por las reprogramaciones y los intereses de los créditos que se tomaron a mediados de la década del 70 y permanecieron varios años sin usarse.
En el inicio de la década del 90 la obra fue rediseñada y los números de entonces ya marcaban un costo de US$ 7.000 millones.
La habilitación parcial de la usina se concretó en 1994, cuando entró en servicio la primera de las 20 turbinas, con una cota de 76 metros sobre el nivel del mar.
Dos años más tarde, el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo impulsó un esquema de privatización para ceder la operación de la central por 20 años a cambio de la terminación de la obra. La iniciativa no prosperó y el ritmo de las trabajos se redujo al mínimo. En 1997, una inspección del Banco Mundial dijo que ya se habían gastado unos US$ 8.500 millones.
Cuando estalló la crisis económica de 2001-2002, la usina tenía instaladas todas las turbinas, pero con una capacidad de generación limitada al 60% por la no elevación de la cota al diseño original. Mientras tanto, la inversión en el proyecto ya rozaba los US$ 11.000 millones.
Tras la llegada del kirchnerismo a la Casa Rosada, se acordó un nuevo plan de trabajo para elevar gradualmente la cota hasta 83 metros y completar las obras que estaban pendientes en Argentina y Paraguay. Inicialmente se había prometido la terminación de la central para mediados de 2008. Pero nuevamente las demoras volvieron a estirar los plazos.
Según el Gobierno entre 2004 y 2011 se invirtieron casi US$ 3.000 millones más que han llevado, hasta ahora, el costo total de la obra a unos US$ 14.000 millones .
Con su embalse a cota 83, la central podrá generar a pleno y aportar 3.100 MW al sistema energético nacional que equivalen casi al 20% del total de la demanda del país.
Más allá del hecho significativo que representa haber alcanzado su máxima operatividad, Yacyretá aún tiene dos cuestiones clave por resolver: la construcción de la central complementaria de Aña Cuá en uno de los brazos de la represa y el cierre del arbitraje pendiente con el grupo constructor Eriday que reclama compensaciones y mayores costos por US$ 1.500 millones.