Los minerales esenciales como el cobre, el titanio, el galio y la alúmina son cruciales para aplicaciones más allá de las baterías de vehículos eléctricos, como la transmisión de energía, los semiconductores y la industria aeroespacial
TOM ALBANESE
El mundo se está volviendo cada vez más eléctrico y conectado, en transición hacia un futuro alimentado por baterías y dispositivos electrónicos que requerirá un suministro cada vez mayor de minerales y materiales críticos. Desde el Ford F-150 Lightning hasta el avión de combate F-35, estos minerales y materiales ya impulsan nuestras tecnologías más avanzadas y casi todas las facetas de nuestra vida cotidiana.
En la carrera por la transición de una economía basada en fósiles a una economía basada en minerales, la Administración Biden se ha centrado en los semiconductores y los materiales para baterías.
La aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación, la Ley de Infraestructura y la Ley CHIPS está proporcionando una afluencia sin precedentes de financiación gubernamental para estimular la fabricación nacional. Esto es especialmente cierto en el caso de los minerales y materiales de doble uso necesarios para la transición a la energía verde y las aplicaciones de defensa.
Sin embargo, hay mucho más en juego que el litio, el cobalto y el níquel de los que oímos hablar en las baterías de los vehículos eléctricos.
Estados Unidos necesita más cobre para la transmisión y almacenamiento de energía, más titanio para aplicaciones aeroespaciales y de defensa, y más galio para producir semiconductores críticos.
No sorprende que Estados Unidos sea un importador neto de cobre, Rusia sea un productor líder de titanio y China produzca el 98% del galio primario mundial. Estos son sólo algunos de los materiales que son esenciales para la electrificación de economías que han sido objeto de coerción en las cadenas de suministro.
Basta mirar la alúmina, el insumo clave para fabricar aluminio.
El aluminio ha sido durante mucho tiempo fundamental para la seguridad nacional y económica de Estados Unidos, desde la infraestructura eléctrica hasta los sectores aeroespacial, automotriz y de defensa. Este metal desempeñará un papel crucial en la descarbonización de los sectores de energía, transporte y construcción. Satisfacer la demanda permitirá a Estados Unidos cumplir con sus compromisos ambientales en un cronograma acelerado.
Antes de utilizar el aluminio como cable eléctrico, puerta de automóvil o panel solar, debe transformarse mediante un complicado proceso de producción. El primer paso es extraer bauxita, que se encuentra en abundantes reservas en África, Australia y Brasil, para satisfacer la demanda mundial durante otros 100 años.
Lo siguiente es triturar, calentar y refinar esa bauxita para convertirla en alúmina, que luego se funde, lo que requiere un flujo de energía casi constante, para producir aluminio. A partir de ahí, esa pieza de metal virgen se procesa de diferentes maneras para fabricar una amplia gama de productos, desde aviones hasta camiones, pasando por latas de bebidas y el papel de aluminio del cajón de la cocina.
Pero no hay aluminio sin alúmina. Dado que sólo queda una refinería nacional de alúmina, Estados Unidos corre el riesgo de sufrir una falla en un solo punto de este material crítico.
Al examinar las políticas de reindustrialización, es crucial evaluar las cadenas de suministro en su totalidad. Las narrativas que rodean la producción de aluminio (tanto en los círculos industriales como políticos) tienden a centrarse en el proceso de fundición. Sin embargo, los materiales intermedios, como la alúmina, merecen tanta atención como los productos finales en las conversaciones sobre la resiliencia de la cadena de suministro.
En la próxima década, saber de dónde provienen estos minerales y cómo se producen tendrá profundas consecuencias para la seguridad nacional y la competitividad económica de Estados Unidos. Depender de actores hostiles y poco confiables plantea el imperativo estratégico de evitar nuevas dependencias de los materiales críticos necesarios para impulsar la transición verde.
Existe una tremenda oportunidad de relocalizar y establecer aliados, especialmente de Canadá, para que Estados Unidos y sus aliados no dependan de naciones que no comparten nuestros intereses.
Es imperativo que una intervención gubernamental eficaz pueda garantizar la producción económica y la extracción de minerales y materiales críticos para garantizar la resiliencia de la cadena de suministro y lograr mayores beneficios económicos y de seguridad nacional.
Los formuladores de políticas deberían aprovechar el poder adquisitivo del gobierno a través de requisitos de adquisiciones para estimular el crecimiento del mercado de bienes manufacturados avanzados producidos utilizando las últimas tecnologías e innovaciones.
Estimular los niveles necesarios de inversión de capital a través del apoyo gubernamental asegurará una industria pesada estadounidense globalmente competitiva.