Durante el segundo semestre de 2024, la industria argentina -que al igual que el resto de la economía venía sufriendo los efectos de los desequilibrios macroeconómicos acumulados en los últimos años- comenzó a mostrar signos de recuperación. No obstante, los distintos sectores industriales presentaron comportamientos dispares, reflejando no solo el proceso de corrección de precios relativos que tuvo lugar, sino también la complejidad y diversidad de éstos.
Según el análisis económico de PwC, en el transcurso de la primera mitad del año, la actividad general se vio considerablemente afectada por las políticas adoptadas por la nueva administración, tendientes a corregir los significativos desequilibrios macroeconómicos que se venían acumulando a lo largo de los últimos años y que ponían a la economía argentina frente a un riesgo cierto de enfrentar un proceso hiperinflacionario.
La industria manufacturera, que a pesar de los estímulos generados durante el proceso electoral ya venía descendiendo progresivamente, luego de registrar un pico en abril de 2023, no fue ajena a la contracción. El índice de producción industrial manufacturero (IPI) publicado por el INDEC, en su versión sin estacionalidad, mostró reducciones mensuales en cuatro de los seis meses que abarca el periodo enero-junio 2024.
De esta manera, el índice general acumuló una caída de 16,2% para mediados del año. La eliminación de los estímulos artificiales al consumo de la segunda mitad de 2023 implicó que la contracción acumulada a junio de 2024 fuera la mayor de la serie -que presenta datos desde 2016-; y superase incluso a aquella caída de 14,5% al sexto mes de 2020, cuando las restricciones impuestas frente a la pandemia afectaron fuertemente los niveles de actividad.
Sin embargo, en la medida en que las políticas fiscales, monetarias y cambiarias implementadas por la nueva administración fueron estabilizando las variables macroeconómicas y reduciendo la inflación, la caída en el poder de compra de la población comenzó no solo a detenerse sino a recuperarse y ello se reflejó en los resultados de la industria en el segundo semestre de 2024.
De este modo, en los cinco meses del periodo julio-noviembre1 el IPI desestacionalizado experimentó incrementos mensuales, lo que permitió que la caída interanual acumulada al penúltimo mes del año se redujera hasta 10,7%, desde aquel de -16,2% que registrara en junio.
Este patrón también se ve reflejado en la evolución de la utilización de la capacidad instalada. La misma cayó en diciembre de 2023 y se mantuvo en niveles mínimos hasta julio de 2024, momento en que empezó a repuntar. Al analizar el desempeño por sectores, se observa una menor caída acumulada a noviembre en comparación a los cierres de trimestres previos en la mayoría de los rubros, aunque el comportamiento varía según la coyuntura específica de cada rama de actividad industrial.
El sector de refinación del petróleo, coque y combustible nuclear fue el único en mostrar un incremento acumulado al penúltimo mes del año, con una variación positiva de 1,6%. Este sector se vio favorecido por el buen desempeño productivo de Vaca Muerta. En este sentido, la producción de hidrocarburos alcanzó valores no registrados desde hace más de 15 años, con 256.268.454 barriles de petróleo y 50.726.747 m³ de gas. Vaca Muerta representó el 54,9% del total de petróleo producido en 2024, mientras que en el gas la participación fue de 50,1%.
Estos resultados permitieron al país acumular el superávit energético más elevado de los últimos 18 años, por US$5.668 millones. Es importante destacar que estos logros no solo se obtuvieron por el proceso de ordenamiento macroeconómico antes mencionado, sino que en parte también fueron impulsados por medidas a nivel sectorial, como por ejemplo la reglamentación del capítulo de Energía de la Ley Bases.
De acuerdo con la Secretaría de Energía, dichas medidas permitieron alinear los precios a valores internacionales, garantizar la libertad para exportar hidrocarburos y mejorar la seguridad jurídica para las empresas, promoviendo la transparencia y la competencia. En cuanto al sector de alimentos y bebidas, si bien presentó una disminución interanual acumulada de 1,5% a noviembre, se observa la fuerte reversión de la contracción del 7,8% que se observaba en el acumulado al segundo trimestre del año.
El mejor desempeño se debe principalmente al incremento de la molienda de oleaginosas, que acumuló un aumento de 45,3% al penúltimo mes del año, luego de una caída de 24,2% en 2023 debido a la sequía que tuvo lugar en dicho año. La mayoría del resto de las actividades dentro del sector experimentaron contracciones interanuales acumuladas a noviembre, aunque todas mostraron mejoras respecto del acumulado a junio.
La mayor de estas caídas tuvo lugar en gaseosas, aguas, sodas, cervezas, jugos para diluir, sidras y bebidas espirituosas, con una reducción acumulada a noviembre de 13,2%, influenciada por la caída de la demanda interna. Por su parte, la caída de la construcción en 2024 jugó un papel relevante en los resultados de diversos sectores industriales.
El ajuste de la obra pública nacional, con una reducción real de gastos de capital del 77,2% en comparación a 2023, y el aumento de los costos en dólares afectaron negativamente a la actividad. La misma, medida a través del Indicador sintético de la actividad de la construcción -ISAC-, acumuló una contracción interanual de 28,5% a noviembre de 2024.
Este contexto afectó a industrias relacionadas, como productos minerales no metálicos (caída de 25,1%), industrias metálicas básicas (18,8%), productos de caucho y plástico (18,1%), productos de metal (14,2%) y madera, papel, edición e impresión (13,3%).
El alcance de la construcción en estas actividades responde a la gran variedad de insumos y bienes que demandan, como productos siderúrgicos, cemento, vidrios, muebles, caños, productos de grifería y ferretería industrial, entre otros. A pesar de este panorama desafiante, la reactivación de los créditos hipotecarios en 2024 podrías representar una oportunidad para el sector.
Según datos de la ADEFA, la producción total de automóviles en 2024 experimentó una contracción de 17,1% en comparación al año previo, alcanzando las 506.571 unidades. A pesar de esta reducción, la eliminación del Impuesto País y el Decreto de no pago de retenciones sobre las exportaciones incrementales, junto con nuevas inversiones y mejoras de productividad de plantas, permitieron cerrar el año con resultados superiores a los previstos.
Como se observa en el grafico 4, los niveles de producción mensuales muestran una fuerte caída en el primero y segundo trimestre del año; pero ya en el tercero la brecha se comienza a cerrar y en el último trimestre, dos de los tres meses del mismo, presentan valores positivos en la comparación interanual. Sin duda alguna, el año 2024 se caracterizó por los desafíos e incertidumbres de la implementación de un programa de estabilización.
Las políticas implementadas por el gobierno, con el objetivo de corregir desequilibrios macroeconómicos, tuvieron un impacto contractivo en la actividad del primer semestre, y por lo tanto también en la industria. Sin embargo, durante el segundo semestre del año se comienza a revertir la tendencia, gracias al desempeño de ciertos sectores industriales -energía y molienda de oleaginosas- y la recuperación del poder de compra a partir de la fuerte caída en los niveles de inflación. Se espera que, en 2025, en un entorno de mayor estabilidad y reducción de impuestos, el desempeño de la industria se vea potenciado.