El Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2025 ha puesto de manifiesto una dualidad preocupante en el panorama de la inversión global. Mientras se traza una hoja de ruta clara para impulsar la economía digital, el informe lanza una seria advertencia sobre el alarmante deterioro de la inversión en sectores clave alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El informe destaca el rol crucial de las instituciones financieras de desarrollo, los bancos multilaterales de desarrollo, los fondos soberanos de inversión y los mecanismos de financiación combinada para expandir la inversión en la economía digital. Estas prioridades se alinean con las reformas impulsadas de cara a la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que busca, entre otras cosas, triplicar la capacidad de préstamo multilateral y reducir el riesgo de la inversión privada para cerrar brechas de infraestructura.
Además, el informe se hace eco de los compromisos globales asumidos en el Pacto Digital Mundial y el Pacto para el Futuro, adoptados en 2024. Para acelerar la implementación, se propone un Conjunto de Herramientas de Políticas para la Inversión en la Economía Digital, diseñado para empoderar a gobiernos, inversores y socios de desarrollo con el conocimiento y la orientación necesarios para navegar este panorama en constante evolución.
La Cara Amarga: Inversión en ODS en Caída Libre
A pesar de los avances en la agenda digital, la situación de la inversión en los ODS es crítica. En 2024, la inversión en energía y suministro de gas sufrió una caída del 28%, mientras que la financiación de proyectos en energías renovables disminuyó un 16%. Esta tendencia es especialmente preocupante, ya que ocurre en un momento en que el mundo más necesita redoblar esfuerzos para alcanzar estos objetivos cruciales.
El informe revela que el valor de la inversión relacionada con los ODS en los países en desarrollo se redujo en más de una cuarta parte en 2024. Los países menos adelantados (PMA) son los más afectados, con una reducción drástica de casi el 90% en la inversión relacionada con los ODS, lo que evidencia el impacto desproporcionado de la recesión global en estas naciones.
Incluso en el sector de las energías renovables, que sigue siendo el más relevante para los ODS en los países en desarrollo, la inversión cayó aproximadamente una cuarta parte. Esta disminución se atribuye a las crecientes dificultades de financiación para proyectos solares y eólicos a gran escala, especialmente en países de bajos ingresos, donde los inversores perciben mayores niveles de riesgo financiero. Proyectos como las iniciativas Scaling Solar en Madagascar y Zambia, y el programa GET FiT en Uganda, han sufrido retrasos o reducciones de tamaño debido al aumento de los costos de capital y la volatilidad monetaria.
Aunque el interés de los inversores en energías limpias persiste, las operaciones se concentran cada vez más en países en desarrollo con economías más avanzadas. Sin embargo, se observa un cierto impulso en soluciones de energía renovable distribuida y fuera de la red, a menudo respaldadas por financiación concesional o mecanismos de financiación combinada, lo que ofrece un atisbo de esperanza en medio del panorama desalentador.
Revertir esta tendencia negativa no solo requerirá más capital, tanto público como privado, sino también una mayor alineación de los flujos de inversión con los objetivos de sostenibilidad a largo plazo. El desafío es inmenso, y el llamado a la acción es urgente.