Mientras los líderes mundiales se preparan para definir los próximos pasos en la lucha contra el cambio climático, la inteligencia artificial (IA) se convirtió en un tema inesperado —y polémico— dentro de los pasillos de la COP30, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en 2025 en Belém do Pará, Brasil.

Aunque la IA no figura de manera formal en las negociaciones climáticas, su influencia sobre los modelos de adaptación, la gestión de recursos naturales y la huella ambiental de la propia tecnología la colocaron en el centro del debate.

 IA para la resiliencia climática

El Gobierno brasileño, junto con varios Estados participantes, comenzó a mapear experiencias internacionales en las que la IA se usa como aliada del ambiente. Uno de los casos más citados proviene de Laos, donde la investigadora Alisa Luangrath diseñó un sistema inteligente de irrigación en la provincia de Sawannaket, una región crucial para la agricultura del país y afectada por la escasez de agua.

“Desarrollamos una red de sensores que mide la humedad del suelo, los niveles de agua subterránea y los datos meteorológicos”, explicó Luangrath a ONU News.

Toda esa información se procesa mediante algoritmos de inteligencia artificial que generan proyecciones sobre el estado de la tierra, el riesgo de inundaciones o el aumento de temperatura. Los agricultores reciben los resultados en tiempo real a través de una aplicación móvil, lo que les permite ajustar los sistemas de riego y proteger sus cultivos.

La investigadora espera que su participación en la COP30 sirva para ampliar las alianzas internacionales y llevar la innovación a otras regiones vulnerables.
Además, los modelos y herramientas de datos se publicarán bajo licencias de código abierto, garantizando el acceso libre a la tecnología para su reutilización y mejora, un gesto alineado con el espíritu de cooperación de la conferencia.

 El lado oscuro: el costo ambiental de la IA

Pero no todos los delegados ven con entusiasmo el auge de la inteligencia artificial. El coordinador de Telecomunicaciones y Derechos Digitales del Instituto de Defensa del Consumidor (Idec), Luã Cruz, advirtió sobre el alto costo ambiental que implica el funcionamiento de los grandes centros de datos donde se almacenan y procesan los millones de terabytes que alimentan a la IA.

“Estos almacenes de datos gastan mucha energía y mucha agua, porque necesitan enfriarse. Ocupan grandes territorios y consumen enormes cantidades de minerales presentes en los componentes electrónicos”, explicó Cruz.

El experto denunció que muchos de estos centros se instalan en lugares con poca regulación ambiental y fuertes incentivos fiscales, lo que agrava su impacto. “Los datacenters no están respetando los límites planetarios”, remarcó.

 Una amenaza para los recursos hídricos

El caso brasileño es particularmente sensible: el país busca posicionarse como hub tecnológico y de datos en América Latina, mientras enfrenta una crisis hídrica creciente.

El Idec acompaña actualmente dos controversias: una en Caucaia (Ceará), donde se prevé la instalación de un centro de datos de TikTok cerca de un territorio indígena del pueblo Anacé, y otra en Eldorado do Sul (Rio Grande do Sul), una ciudad devastada por inundaciones que en 2024 dejaron más del 80% del municipio bajo el agua.

Cruz recuerda que otros países ya dieron marcha atrás ante problemas similares. “Los Países Bajos impusieron una moratoria a los datacenters, y en Chile y Uruguay algunas instalaciones fueron removidas por su alto consumo de agua”, apuntó.

 El desafío de la COP30: tecnología para todos

Uno de los puntos más sensibles de la COP30 será la discusión sobre el Programa de Implementación de Tecnologías, un marco que busca acelerar la transferencia de herramientas sostenibles entre países. Sin embargo, las barreras comerciales, las patentes y las limitaciones financieras siguen trabando el acceso a la innovación en las naciones en desarrollo.

Mientras tanto, la pregunta que recorre los pasillos de Belém es clara: ¿podrá la inteligencia artificial convertirse en una herramienta para salvar al planeta, o se transformará en un nuevo factor de presión sobre sus recursos?