En coincidencia con el “Día del Minero”, el sector minero argentino enfrenta una coyuntura marcada por contrastes entre una demanda creciente de materias primas esenciales —como litio, oro y cobre— y una evolución desigual del empleo formal, aunque con señales alentadoras para el mediano plazo.

El año 2024 cerró con exportaciones mineras por US$ 4.600 millones, un 15 % más que en 2023, lo que colocó al sector como el sexto complejo exportador del país. Más del 70 % de esos envíos correspondieron a oro, seguidos por plata y litio.

En 2025 el sector apuesta a una recuperación: la producción de litio, por ejemplo, crece fuertemente; esa materia prima —clave para baterías y energías limpias— es vista como un motor estratégico hacia el futuro.

Esa demanda global de minerales y recursos críticos, combinada con el auge del “triángulo del litio” (provincias del Noroeste), deja en claro que Argentina sigue posicionándose como actor relevante en mercados internacionales de minerales.

Según datos oficiales de la Dirección Nacional de Promoción y Economía Minera, en enero de 2025 se registraron 39.395 empleos formales directos en minería, cifra que representa una caída interanual del 4,6 %. 

En abril de 2025, la cifra bajó a 38.801 puestos, el nivel más bajo en dos años: se perdieron 2.152 empleos respecto al año anterior, equivalentes a una caída interanual del 5,3 %.

El rubro que más empleo genera sigue siendo el de “metalíferos en producción”, con más de 11.000 trabajadores —alrededor del 28–29 % del total.

En paralelo, ciertos informes del sector (como los de CAEM) estiman que la minería genera unos 50.000 empleos directos actualmente, y podría alcanzar hasta 200.000 empleos (directos e indirectos) hacia 2032, con más de 65 proyectos en marcha. 

Estas cifras reflejan una tensión: mientras la minería mantiene una fuerte base industrial y exportadora, el empleo formal ha venido reduciéndose en 2024–2025, lo que evidencia desafíos en la formalización, estabilidad laboral, o posiblemente un cambio en la estructura productiva.

Según CAEM, los proyectos mineros que se encuentran en exploración o desarrollo podrían demandar inversiones por más de US% 33.000 millones, con un impacto potencial de empleo “masivo” hacia 2032.

Sectores estratégicos como el litio —clave para la transición energética mundial— suman protagonismo, lo que podría convertir a Argentina en un actor central del mercado global de minerales para baterías, renovables y tecnología.

Eso abre la posibilidad de diversificar la matriz exportadora del país, reducir dependencia de commodities tradicionales, y al mismo tiempo fomentar desarrollo en provincias del interior, con creación de empleo, infraestructura, y fortalecimiento de cadenas productivas locales.

La caída del empleo formal en 2024–2025 pone en evidencia una vulnerabilidad del sector: a pesar del auge exportador, no se traduce automáticamente en crecimiento laboral.

El hecho de que una parte importante del empleo dependa de “metalíferos en producción” puede hacer al sector más sensible a cambios en precios internacionales o en la demanda global, lo que podría traducirse en volatilidad del empleo.

Además, la reconversión hacia minerales estratégicos (litio, cobre, etc.) exige inversiones, infraestructura, logística, y políticas estables para atraer capital y asegurar desarrollo sostenido.

Este “Día del Minero” encuentra a la industria argentina en un punto de inflexión: con una demanda global creciente, recursos naturales estratégicos y proyecciones ambiciosas; pero también con retos internos en materia de empleo, estabilidad y diversificación.

Para que la minería cumpla su promesa de motor productivo, exportador y generador de oportunidades, será clave articular políticas públicas, inversiones responsables y desarrollo regional equilibrado —para que cada puesto de trabajo, desde una mina hasta una planta de litio, represente un futuro más seguro para miles de argentinos.