Goldman Sachs actualizó sus pronósticos para el precio del cobre en un contexto global marcado por tensiones en la oferta, cambios en la demanda mundial y dinámicas macroeconómicas inciertas. Sus nuevas estimaciones, publicadas en los últimos meses, marcan un cambio en la percepción del metal rojo, de un commoditie volátil a un insumo estratégico con potencial de valorización sostenida.
Según su última nota de fines de 2025, Goldman Sachs proyecta un precio promedio para 2026 de US$ 10.710 por tonelada en la Bolsa de Metales de Londres (LME), por encima de la anterior predicción de US$ 10.415/t.
El banco sitúa al cobre dentro de un nuevo rango estructural de US$ 10.000 a US$ 11.000/t para 2026–2027 —un nivel que, según ellos, podría consolidarse como piso de largo plazo.
A mediano plazo, prevén que las restricciones de oferta y el crecimiento sostenido de la demanda —especialmente por energías, infraestructura y transición energética— sostengan esa banda de precios.
Goldman Sachs fundamenta su optimismo en varios factores:
Restricción en la expansión de producción minera: la capacidad de las minas globales no crece lo suficiente para satisfacer la demanda futura, lo que incrementa la presión sobre los suministros.
Demanda creciente por electrificación e infraestructura: nuevas inversiones en redes de energía, energías renovables, vehículos eléctricos y tecnologías vinculadas a la transición energética incrementan el uso de cobre —un metal clave para esas cadenas.
Contexto macroeconómico favorable: factores como un dólar más debilitado, recortes de tasas de interés e incentivos para inversiones en infraestructura podrían favorecer al cobre frente a otros metales o activos.
De acuerdo a su análisis: El primer semestre de 2026 podría presentar un precio promedio cercano a US$ 10.710/t. El rango de US$ 10.000–11.000/t se perfila como probable piso estructural en esos años. A más largo plazo —hacia 2030 y más allá— Goldman ve un posible repunte adicional, si la oferta continúa limitándose mientras la demanda por energía, infraestructura y tecnología crece. Aunque reconocen riesgos: volatilidad por decisiones de China (principal consumidor mundial), oscilaciones macroeconómicas globales, y eventuales sobreofertas puntuales en momentos de fuertes inversiones mineras.
Para economías como la latinoamericana o aquella con actividades mineras consolidadas, estas proyecciones constituyen una señal de oportunidad: Posible recomposición de márgenes de rentabilidad en minería, incentivando inversiones. Revalorización del cobre como commodity estratégico, no solo para mercados cíclicos, sino como insumo clave para la transición energética global. Incentivo para planificar a mediano plazo: inversiones en infraestructura minera, sostenibilidad ambiental y fortalecimiento de cadenas de valor.
Pero también exige cautela: la volatilidad de precios, la necesidad de transparencia, regulaciones ambientales y la competencia internacional pueden condicionar los beneficios.